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Tejas holandesas en Los Teques

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Periodistas de Avance

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Cuando en una determinada lectura uno encuentra la palabra teja, inmediatamente se presenta la imagen de Caracas con sus techos rojos, color de las tejas que cubrían a la mayoría de las espaciosas casas del centro de la ciudad fundada por Diego de Losada y donde vio la luz el poeta José Antonio Pérez Bonalde, quien le rinde culto a través de su magnífico poema Vuelta a la patria cuando dice: “Caracas allí está; /sus techos rojos,/su blanca torre,/sus azules lomas…/”.

Por cierto, el destacado intelectual venezolano Enrique Bernardo Núñez, historiador, novelista, ensayista, cronista, tituló a uno de sus libros, La ciudad de los techos rojos, todo un tratado sobre la historia de Caracas, inspirándose en el verso de José Antonio Pérez Bonalde . Las tejas, fabricadas de barro cocido, tienen forma acanalada, lo cual permite que se deslice con suavidad el agua de lluvia. La fabricación de tejas se tiene como parte importante de la vida económica de las comunidades donde abunda la tierra que se requiere para su elaboración. Hubo instantes cuando la mayoría de las poblaciones de nuestro país exhibían techos cubiertos de tejas. Ejemplo de añejas e históricas tejas se contemplan en las fotografías que aparecen en el libro Bajo estos techos, de Martín de Ugalde, donde el autor selecciona las casas donde Simón Bolívar pernotó en Venezuela, escogiendo del exterior solamente la de San Pedro Alejandrino en Colombia, su última morada.

LA BELLA ESTAMPA DE CAMPO ALEGRE

A través de la lectura de las bien documentadas páginas escritas por el historiador y académico Ildefonso Leal y plasmadas en la obra Los Teques testimonios para su historia, donde relata su recorrido a través de la pequeña urbe y lo que la misma le iba presentando atrapando, gracias a su su magnífica capacidad de observación, lo que su mirada contempló hace cerca de setenta años, cuando llegó a la capital mirandina el año de 1948, para estudiar en el Liceo Francisco de Miranda, encontrando, entre las muchísimas cosas gratas, las casas edificadas en el sector Campo Alegre, habitadas por funcionarios del ferrocarril, con sus techos inclinados cubiertos con tejas holandesas, como las que también exhibía el hotel La Casona, toda una novedad para la época . Todavía, a pesar del desbarajuste urbanístico que se afincó en Los Teques, en el lugar donde se planificó Campo Alegre, se pueden observar algunos techos con ese tipo de tejas empleadas en muchas comunidades holandesas y alemanas. Lo que todavía no sabemos es si ese tipo de tejas, las holandesas, fueron traídas por los magnates del ferrocarril alemán o si las mismas se fabricaron en el país.

LO IMPACTÓ LA NEBLINA, EL FRÍO Y LA GRAN CANTIDAD DE ÁRBOLES

Ildefonso Leal, historiador, académico, cronista, educador, hijo de la calurosa Lagunillas, estado Zulia, al llegar a Los Teques en uno de los autobuses de la línea ARC, al bajarse en la calle Ribas cerca de Las cuatro esquinas, en la parada del garaje Moderno, lo primero que le llamó poderosamente la atención, fue la neblina y el frío que arropaba el lugar donde había llegado, el cual se convertiría, con el correr de los años en su nueva residencia y centro de sus preocupaciones históricas y humanísticas . En el inventario levantado por el historiador y cronista de la Universidad Central y de Los Teques, van apareciendo tiendas, boticas, bares, ferreterías, barberías, cines, consultorios médicos, escuelas, restaurantes, hospedajes, residencias, pulperías, ventas de granjerías, bosques, iglesias, clubes, restaurantes, educadores, personajes populares, músicos, serenateros, barberos. Gran impacto provocó en el joven Leal, los árboles que se extendían a lo largo y ancho de la calle Miquelén, la bien cuidada estación del ferrocarril, las plazas Miranda, Guaicaipuro y Bolívar, amén de otros atractivos espacios que se encontraban, tanto en El Llano como en El Pueblo.

UNA ESTACIÓN RODEADA DE UNA HERMOSA VEGETACIÓN

He aquí la pincelada que nos ofrece Ildefonso Leal sobre la estación del ferrocarril por él recorrida: “…estaba ubicada cerca del parque Knoop o parque Los Coquitos, en la actual avenida Bermúdez. Era amplia con anchos corredores, con techos de tejas, con un reloj, varias romanas para pesar la mercancía y equipajes, un depósito, taquillas y bancos de madera, más un cafetín administrado por el popular Zerlín. Los jardines con sus pinos y cipreses, más la llegada y salida de los trenes comunicaba un aire de fiesta a todo el recinto, especialmente los días domingos.” Asimismo en sus bien documentados escritos, el historiador Ildefonso Leal nos lleva a conocer las mansiones donde residieron importantes personajes del gobierno de Juan Vicente Gómez, entre otras Villa Theola, quinta Florida, quinta Hilario y las habitadas por Dionisia Bello, mujer del dictador y su hijo José Vicente Gómez. No podían faltar las descripciones que el historiador plasma en sus escritos sobre las retretas, los carnavales, la Semana Santa, la Navidad, la casa de gobierno y la que ocupó el pintor Arturo Michelena. Bucear en los escritos de Ildefonso Leal sobre Los Teques, es ir al encuentro de un hermoso pasado y de una población que llegó a ser considerada centro de atracción turística para nacionales y extranjeros./Foto: Casa del pintor Arturo Michelena en Los Teques

Jesús María Sánchez. Los Teques. 07092017. /sanchezjesusmaria@hotmail.com

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