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Atractivas edificaciones tequeñas

ASI ERA LA CALLE GUAICAIPURP

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Los Teques fue elevada a la condición de Parroquia Eclesiástica el 21 de octubre de 1777, hace ya 240 años, de acuerdo a decisión del Obispo Mariano Martí, quien había efectuado un largo recorrido por los espacios donde se alzaban los caseríos pertenecientes a la comunidad de Los Teques, evitándole, al crear el nuevo Curato, que sus moradores tuviesen que efectuar largos viajes a caballo, en mula o a pie, hacia las poblaciones de San Diego y Macarao a efecto de cumplir con obligaciones religiosas como bautismos, confirmaciones, matrimonios, presentación de los recién nacidos, entre otros asuntos eclesiásticos.

Sobre tan trascendental momento histórico en la vida de la actual capital del estado Miranda, el historiador Lucas Guillermo Castillo Lara en su obra Una Tierra llamada Guaicaipuro, reseña: “Cuando el Obispo Mariano Martí regresa a Caracas, pone en marcha los mecanismos jurídicos necesarios para la creación del Curato de Los Teques… Un decreto del 21 de octubre de 1777, del Vicario y Provisor General del Obispado, Dr. Gabriel Joseph Lindo, culminaba una serie de diligencias legales…”

Surgía así una nueva Parroquia Eclesiástica, en este caso en los dominios del cacique Guaicaipuro, espacios defendidos por él, al lado de su pueblo, de la voracidad de los conquistadores.

Sin duda, como lo plasma el académico, historiador y cronista Ildefonso Leal, ese 21 de octubre de 1777 fue recibido con júbilo y alegría por todos los moradores.

El primer cura párroco

Otro acontecimiento extraordinario en la evolución histórica de Los Teques lo constituyó el nombramiento del primer reverendo para responsabilizarse de la conducción de la vida espiritual de la parroquia, recayendo esa tarea en el presbítero Manuel Antonio Fernández Feo.

El religioso nació en la ciudad de Caracas, urbe donde realiza sus estudios sacerdotales, cumpliendo actividades, ya ordenado, en comunidades de los valles de Aragua y del Tuy, La Vega, Antímano, La Victoria, Santa Teresa del Tuy, Macarao y Los Teques.

Cuando el padre Manuel Antonio Fernández Feo llega a Los Teques, tenía 33 años, comenzando, desde su entrada a la villa, una intensa actividad religiosa, la cual se materializó en la edificación de la primera iglesia, de la casa parroquial, del cementerio, en el primer censo de la Parroquia Eclesiástica y en los libros respectivos.

Después de cumplir una meritoria labor en Los Teques, el reverendo Manuel Antonio Fernández Feo será trasladado a la Iglesia de Altagracia en Caracas.

El padre va a morir en la población de Santa Lucia el 12 de julio de 1813. A los amigos lectores que deseen mayor información de quién fue el primer cura de la Parroquia Eclesiástica, les recomiendo el trabajo Orígenes Históricos de Los Teques, del eminente historiador Ildefonso Leal, publicado en el tomo primero de Los Teques. Testimonios para su Historia.

Entre cortinas de lluvia y neblina

En la quebrada geografía tequeña, con el correr de los años, entre cortinas de lluvia y neblina, irán surgiendo las haciendas de café, los potreros, la cría de ganado vacuno, las vaqueras. Mientras que en el pueblo se edificarán viviendas, empleando para ello el bahareque, tierra cruda o cocida, para luego darle paso al adobe y al ladrillo.

Las casas en Los Teques, como muy bien lo señala Lucas Guillermo Castillo Lara, en su libro ya citado, eran modestas. He aquí lo que revela el autor acerca de las construcciones, calles y aceras de la comunidad tequeña:

“Las calles eran de tierra y algunas pocas empedradas. Las aceras enlajadas o con panelas… Salvo la iglesia, no había otros edificios ni casas de rumbo y señorío. Todas llenaban la misma fórmula. Teja sobre paja o caña amarga, bahareque y adobes crudos retostados al sol. Muy pocas de tapias de ladrillo. Dos ventanas, quizás alguna de tres. Un portón sencillo, sin adornos ni claveteados, apenas el aldabón era su único lujo”.

En esa descripción que ofrece Castillo Lara, se puede apreciar el lento desarrollo de la población, la que con el correr de los años, será elevada a Cantón Guaicaipuro, cruzada por un ferrocarril, con hermosos parques y elevada a capital de estado.

Con el ferrocarril comienza una nueva era

Con la llegada del ferrocarril a Los Teques, inaugurado el 5 de julio de 1891 por el presidente Raimundo Andueza Palacio, la urbe tequeña comienza a perfilarse hacia otros horizontes de progreso, las posadas y las rancherías le dan paso a restaurantes y hoteles, las calles se amplían, mientras los viajeros, trasladados en los vagones del tren, se dedican a pasear por los alrededores del pueblo, sin dejar de contemplar la excelente vegetación que la rodea, visitando sus parque entre ellos Los Coquitos y El Encanto.

Turistas y excursionistas, gracias a las facilidades de transporte, al tomar el tren en Caño Amarillo, no dejan de comentar la grata travesía, contemplando bosques, sembradíos, caídas de agua y las corrientes del río San Pedro. El bahareque o pajareque, como también se le conoce, comienza a ser sustituido por otros materiales de construcción.

Las viviendas se hacen más confortables y Los Teques se convierte en sitio obligado para el disfrute de un clima ideal y para efectuar paseos a sitios emblemáticos como Quebrada de la Virgen, Pan de Azúcar, Carrizal, San Pedro y los parques ya nombrados. A Los Teques, por su neblina y sus bajas temperaturas, se le conoció como la Suiza de Venezuela./ac

JESÚS MARÍA SÁNCHEZ

sanchezjesusmaria@hotmail.com

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