Periodismo de Soluciones

Especial / Aquellos carnavales tequeños

los-teques-de-antes-ppt-20-728

Publicidad

Por:
Por:

Karines Sabino

Comparte esta noticia

Los Teques, otrora villa admirada por sus parques, jardines, por su clima, por las hermosas residencias, por los lugares destinados para efectuar paseos, excursiones y pasar momentos de solaz, como sucedía con los parque Los Coquitos y El Encanto, mantuvo, por espacio de varios años, alegres carnavales donde los desfiles de carrozas y comparsas, así como los disfraces gozaron de la admiración de propios y extraños, no faltando las reinas, todas muy bellas, que presidían todos los desfiles. Cronistas, periodistas y ensayistas, nos han dejado bellas páginas donde describen los homenajes que en Los Teques se rendían al dios Momo. Los programas confeccionados para esos momentos, contemplaban, al lado de los concursos de disfraces, los paseos, con música a través de las principales calles de la población. Los amigos amantes de estas festividades, utilizando el tren que salía desde Caño Amarillo, se dejaban llegar hasta Los Teques para disfrutar de la alegría presente en todos los rincones tequeños. Por allí, en amarillentas páginas de libros y folletos y en publicaciones periódicas, se localizan fotografías mostrando las carrozas, así como la cantidad de personas que las acompañan.

EL GRITO DE CARNAVAL SE OÍA POR TODAS PARTES

Durante los festividades carnestolendas las calles de Los Teques, todas bien adornadas, se cubrían, especie de alfombras, de serpentinas y papelillos. El derroche de alegría se proyectaba desde las bien elaboradas carrozas hasta las comparsas más sencillas. La programación comprendía concursos de disfraces, de comparsas y bailes en los distintos sectores, donde se colocaban templetes y desde allí los conjuntos musicales animaban la fiesta. Los bailes se montaban en las plazas y clubes. El grito de carnaval se escuchaba en los más apartados sectores de la comunidad.

ÁNGELES PRESOS

Los Teques, durante los días de carnaval, salía de su tradicional quietud para darle paso a la alegría, producto del culto que se le rendía a Momo. Los desfile se proyectaban a lo largo y ancho de sus cuidadas arterias viales, donde chicos y grandes gozaban un imperio lanzando al aire la expresión ¡aquí es, aquí es!, para que desde las carrozas les lanzaran caramelos.

En conversaciones sostenidas con viejos amigos tequeños, así como en crónicas redactadas por periodistas y escritores, se recuerdan las travesuras de los hermanos Rodulfo y Fernando Yánez, quienes con sus característicos disfraces llenaron toda una época en los días de mascaradas y bullicio. Todos estaban atentos a lo que se le ocurriera a los hermanos Yánez en los carnavales, dada las cosas geniales que ellos inventaban todos los años. Siempre se presentaban con salidas llenas de espectacularidades, como cuando representaron a la reina de El Trabuco. En Los Teques, parte de su historia menuda, no olvidan el día cuando los hermanos Yánez, se disfrazaron de ángeles, con enormes alas rosadas y

sandalias, así lo recuerda Ildefonso Leal. Ese atrevimiento provocó indignación en el cura párroco Ángel Pérez Cisneros, quien los denunció ante la policía, siendo arrestados los populares hermanos.

SANA DIVERSIÓN

Estas fiestas carnavalescas donde no faltaban los desafíos a base de perfumes y polvos, le dieron brillo a todo lo que encerraban el carnaval tequeño de antaño. Hubo momentos estelares, cuando la amplia estación del ferrocarril, sirvió para efectuar la premiación de los ganadores de los concursos que se habían abierto para esos días festivos. En aquellos recordados carnavales de la década de los cuarenta y los cincuenta, reinaba siempre la armonía dentro de una sana diversión.

El maestro Arnoldo Suárez, de elevados méritos en el campo ciudadano y de la enseñanza aprendizaje, relata José Rafael Malpica, se encargó de diseñar las más impresionantes y bellas carrozas, donde no faltaban las figuras de botes, cisnes, entre otras que despertaban la curiosidad y admiración de los asistentes a los bien organizados desfiles. En el seno de muchas familias, residenciadas en El Pueblo y El Llano, no olvidan los nombres de las muchachas, todas muy bellas, que con sus reinados, contribuyeron a la exaltación de todo lo que encerraban lo carnavalesco, entre ellas Torberis Colombo, Florens Lomeña, Luisa Díaz Morales, Milagros Galindo, Bárbara Rísquez, Rosa Malpica, Consuelo León.

LA BILLOS, SUSANA E ISIDORO

Les dejó a continuación una interesante descripción que nos ofrece el historiador Ildefonso Leal, testigo de aquellas festividades

de caramelos, disfraces, papelillos, serpentinas, música y alegría: “El de Los Teques, el carnaval de 1948-1952, vivió momentos de esplendor por la elección de sus bellas reinas, por el desfile de carrozas y comparsas, y por los bailes amenizados por las más famosas orquestas, entre las que se contaba la Billos Caracas Boys con los cantes Víctor Pérez, Manolo Monterrey, Rafa Galindo, Cheo García.” La música del momento, donde no faltan los mambos, pasodobles, merengues, boleros, inundaba esquinas, plazas, mercados, clubes y, casas de familias.

Por su parte, recuerda Carlos Tortolero, cuando transcurría el año de 1955, fue a ver el coche de Isidoro Cabrera, mejor conocido como Isidoro a secas, inmortalizado por Billo Frometa en una de sus composiciones donde le rinde homenaje a Caracas y la llegada de Susana Duijn. Asimismo Tortolero recuerda que los bailes de gala se efectuaban en los clubes “Centro de Amigos”, en el Llano de Miquelén y en el “Miranda Country Club” en El Pueblo, mientras que los bailes populares se montaban en las calles Bermúdez, Miquelén, Roscio, donde, nuevamente los Hermanos Yánez, mantenían su orquesta discográfica.

POR IMITAR A CHARLES LINDBERGH

Cuenta Carlos Tortolero que en un carnaval, el señor Luis Toledo acondicionó una motocicleta, transformándola en una especie de avioneta, con lo cual se ganó el mote de Charles Lindbergh. Pues bien, Toledo, con su moto tipo avioneta, con alas y todo, se lanzó desde la pendiente de La Hoyada hacia el parque Knoop, acelerando la moto tomo vuelo y fue a caer en el sitio conocido como La Vega, hoy calle el hambre, todo un

acontecimiento, ganándose desde ese día el apodo del famoso aviador.

Foto Internet  /

Jesús María Sánchez. Los Teques. 25022017

Noticias relacionadas