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“No hay profesión más hermosa que la del educador”

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Karines Sabino

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No cabe duda de que la envolvente y mágica personalidad de Belkis Ascanio ha sido la clave que la ha conducido a cosechar con tanto éxito, amor y profesionalismo los 41 años de carrera docente que tiene a nivel de la educación primaria.

Bien dicen que los mejores maestros dejan huellas imborrables en nuestras vidas, y este es precisamente el caso de todos aquellos que tuvieron la fortuna y bendición de pasar por el aula de esta admirable mujer.

“Nací en Caracas, pero allá solo hice eso porque el resto mi vida siempre ha transcurrido en Los Teques, primero en los terrenos donde hoy está construido el diario Avance, y luego nos mudamos hacia El Rincón, me encanta mi pueblo”.

Belkis, la mayor de cinco hermanos, relató con un destellante brillo en los ojos que proviene de una excelente familia, en la que su madre Cecilia González ha sido, de acuerdo con sus propias palabras, lo más grande que posee.

“Con mi padre Nicasio Ascanio no compartí mucho, cuando tenía tan solo 4 años ellos se divorciaron; sin embargo, Oscar Méndez pasó a cubrir esa figura paterna y lo hizo extraordinariamente, hizo una buena dupla con mi madre”.Señaló que la señora Cecilia trabajó como secretaria en lo que hoy es la segunda casa de Belkis, el Liceo San José, que lleva 82 años formando generaciones en nuestro terruño.

“Siempre se fajó para que tuviéramos la mejor educación, y bajo ese concepto me inscribió en el San José de Tarbes, donde las hermanitas hicieron de mí lo que hoy soy. A mis alumnos transmito lo que ellas me enseñaron. El bachillerato lo cursé en el Victegui, de donde egresé en 1974”.

Una vez que culminó el liceo, con 18 años de edad, comenzó a hacer suplencias. “Desde pequeña jugaba a ser maestra, como lo hacen casi todas las niñas, pero ese inocente juego se convirtió en mi más dulce realidad”.

Fue así como entró al Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, hoy conocido como UPEL, para luego dar clases aproximadamente en 1976, en el Domingo Savio, en los grados de instrucción de los más pequeños.

Los niños, su talón de Aquiles

“Siempre me ha gustado trabajar con los niños de primero y segundo grado, para mí son lo más lindo que hay, con los casos más difíciles me planteo retos para sacarlos adelante. En esa institución trabajé por cinco años, me retiré porque comencé a trabajar en la Sifontes, como no quería quedarle mal a los salesianos, por el tema de los horarios, preferí abandonar”.

Allí impartió clases por 25 años consecutivos, de los cuales 18 fue maestra de 1º grado. Dado que allí su turno era en las tardes, volvió tres años después al Domingo Savio en el horario matutino. Comenzó a trabajar en ambas instituciones de manera simultánea; en esta última suma 32 años continuos formando chipilines, muchos de ellos hoy convertidos en médicos, ingenieros, arquitectos, docentes.

“Actualmente estoy divorciada, tengo tres hijos: Juan José, de 34 años, Francisco de 32 y Gustavo de 25. Soy abuela, mi tesorito de 6 años lleva por nombre Mauricio. Todos los valores que me dieron en casa los he transmitido a mi familia y a mis alumnos; siento que lo que más disfruto de ser docente es el cariño, ternura y transparencia de los niños; ellos son esponjitas que todo absorben y en quienes vamos sembrando de a poquito las semillas de lo que podrían llegar a ser mañana”.

Al consultarle el significado que le da al hecho de pertenecer por tantos años a una de las instituciones más emblemáticas de nuestra ciudad, manifestó que “el Liceo San José es para mí algo especial, cuando tenía 12 añitos venía a las actividades especiales que realizaban porque mi mamá trabajaba acá, en la capillita de aquí me casé. Yo puedo un día estar terrible, pero apenas pisan las 5:00 am todos mis males desaparecen porque estar aquí, ser docente y recibir todos los días a mis alumnos, me revitaliza”.

En su salón de clases, rodeada de los trabajos, cuadernos, pupitres y materiales de sus alumnos, esbozó con una pícara sonrisa que algunos de los maestros que hoy trabajan en el prestigioso San José fueron sus alumnos en primaria. Explicó que le satisface saber que escogieron el camino de la docencia.

“Aunque somos mal pagados en nuestro país, no hay profesión más hermosa que la del educador, siempre que exista vocación. Si volviera a nacer, estaría aquí y en esto de nuevo”.

 

Ayer, hoy y mañana

Para esta experimentada y carismática maestra, quien ha visto crecer a una innumerable cantidad de tequeños, la diferencia entre la educación de ayer y la de hoy es bastante marcada. Explicó que aunque es cuestión de paciencia y dedicación, los niños antes tenían más atención de sus padres, especialmente de la mamá, pero desde hace algún tiempo estas se han visto obligadas a trabajar sin cesar y caen en el descuido de sus hijos.

 

“Era raro ver una mamá que trabajara, así podían dedicarse a atenderlos, pero hoy no disponen casi de tiempo para ellos y toda la responsabilidad recae en nosotros; no es que no podamos cumplir nuestra labor, pero esto es una tarea conjunta, fácilmente podemos percibir cuando un niño está falto de afecto y atención, eso repercute en su desarrollo y comportamiento porque el apoyo familiar influye enormemente”.

 

Recordó que hace algún tiempo la opinión de la maestra era valorada, en la actualidad existen representantes que son hasta más difíciles que los propios niños. “Por ejemplo, si se hace una apreciación negativa, que de verdad existe pero que se niegan a entender, una llega a ser tachada como la mala o irrespetuosa de la partida, cuando la verdad es que la principal formación de la conducta viene del hogar, hay que ponerle mucho amor a lo que hacemos”.

 

Al preguntarle qué anhela la maestra Belkis, respondió: “Sueño con un mundo mejor, una Venezuela distinta, en la que nuestros hijos al hacerse profesionales no tengan que abandonarla. He visto como muchachos talentosos van a dar lo mejor de sí en otras partes, pudiendo hacerlo aquí por su país y su familia”./ac

 

Foto: La maestra Belkis ha orientado en sus primeros pasos a una gran cantidad de tequeños (Alexander Offerm

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