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Perfiles: El amor de los duendes

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Periodistas de Avance

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Cuando quien esto escribe se pasea por los dominios de los duendes y ceretones, personajes pintados por el escritor Luis Arturo Domínguez, surgió la imagen de mi abuela materna, María Sánchez, quien en su hogar campesino, al lado de otras personas, pasaba horas y horas echando cuentos a la luz de velas, lámparas de carburo o de querosén, donde los personajes centrales no eran otros sino los que habitaban en la penumbra, en los bosques, en los pozos de los ríos, en las lagunas y lagos.

En esas tertulias nocturnas, donde se demostraban las habilidades de los echadores de cuentos, una de mis tías, quien no se pelaba ese tipo de eventos, tenía predilección por recordar a los duendes, personajes que para ella, ocupaban un lugar especial en sus narraciones. Esa tía, Alejandrina se llamaba, muy buena bailando joropos, golpes mirandinos y aragüeños, mantenía un dominio acerca de todas las travesuras escenificadas por los duendes en los sitios donde se encontraban, lo que provocaba risas en los que escuchábamos lo que soltaba aquella tía quien de paso, usando su fértil imaginación, trazaba el pequeño tamaño de los duendes, explicaba cómo hablaban y reían, cómo cantaban, cómo se transformaban, cómo seguían a las personas para fastidiarlas y cómo los niños, al no ser bautizados, se podían convertir en duendes.

TODOS METEN MIEDO

Y, como de supersticiones escribo, también recuerdo que muchas de las leyendas que echaba al aire la nona, no las escuchaban los niños, porque las mismas levantaban los pelos del cuerpo. Entre esos personajes, todos mete miedo, se encontraban La gritona, La llorona, La mula maniada, El carretón de la muerte, El descabezado, La cargadora de huesos, El silbaperros, La Sayona, La cochina siniestra, El enano, El caballo infernal, no faltando las bolas de fuego, las sombras de medianoche, los cuchicheos en los techos, la presencia de aves con cantos agoreros, los lanzamientos de arena y piedras, los aparecidos y voces del otros mundo. Este tipo de relatos los encontramos regados a lo largo y ancho de la geografía cultural del país y, una prueba de ello lo tenemos en los escritos del músico y escritor Luis Felipe Ramón y Rivera cuando estudia el folclore del estado Táchira, donde se localizan los nombres de La birriona, La gritona y La mechosa. La birriona, escribe el maestro Ramón y Rivera, fue una mujer que mató a su hijo recién nacido antes de bautizarlo, y que al morir ella, por ese crimen quedó su alma en pena. Sus lamentos, horripilantes, se oyen entre ríos, quebradas y montañas. La birriona o Llorona se le ve vestida de blanco, con el cabello largo y suelto, llevando un niño brazos y también un hacha.

DUENDES Y ENCANTO

Mi madre, Clemencia Sánchez, siempre decía, ello por haber visitado el lugar en muchas ocasiones, que el parque “El Encanto”, área a la que se llegaba empleando el desaparecido tren que cubría la ruta Caracas-Los Teques, era un parque especial para que residieran los duendes y, al  respecto, he aquí lo que sobre el asunto nos dice el profesor Luis Arturo Dominguez, estudioso de dilatada actuación en todo lo relacionado con las tradiciones, costumbres y folclore del pueblo venezolano: “ A los encantos se les describe como grutas de piedras enclavadas al costado de una montaña. Según la imaginación del pueblo, los encantos son sitios muy frecuentados por los duendecillos.” En esas zonas, donde la vegetación es muy rica, abundan los animales silvestre, como ardillas, conejos, venados, lapas, aves, por los que los duendes sienten gran cariño, demostrando especial simpatía por los venados y conejos. En el mundo campesino, así comentaba entre los miembros de mi familia, los duendes sufren transformaciones, lo que les permite cumplir con lo que se proponen. En ese ambiente, el de la ruralidad, sus habitantes, creyentes de muchas cosas, siempre están pendientes de los niños, dado que ellos creen que los duendecillos se los pueden llevar a sus dominios, es por ello la costumbre de echarle las aguas a las criaturas, acto que se cumple antes del bautizo, en presencia de los que serán sus padrinos, realizándose una ceremonia especial.

EL DUENDE SE LA LLEVÓ

No olvidar que los duendes, así lo describen los que han suministrado datos al respecto, se tienen como personajes muy pequeños, solos observados por las personas a la que ellos quieren seducir, tal como se lo contó José Rafael Castro Vivas, habitante del caserío Aguasay, estado Monagas, al profesor Luis Arturo Domínguez, al describirle el caso de un duende enamorado de una joven del sector. El enamoramiento ocurrió así: “Un duende se enamoró de una muchacha campesina que vivía en el pueblo de Aguasay y no la dejaba en paz. Pues, la joven acostumbraba lavar su ropa en la orilla de una quebrada cercana, en donde siempre un duende la esperaba para dialogar con ella. La muchacha se daba cuenta de la presencia de su enamorado, porque el bejuco de una mata que estaba cerca de la corriente de agua se movía y desde tal maroma, acompañándose de una guitarra invisible también y con música de un estribillo tramado, el duendecillo le cantaba:

“Este verano que viene

Me voy a vivir al llano;

Si este bejuco se revienta

Se mata este ciudadano”.

El relato concluye con la desaparición de la chica. Nunca se tuvo información de ella. En la información dada por Castro Vivas, se sostiene que ella vive en un palacio encantado con el duende que le hacia los amores cuando ella iba a lavar su ropa en una quebrada del pueblo de Aguasay”

Jesús María Sánchez. Los Teques. 22012017.

sanchezjesusmaria@hotmail.com

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