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Perfiles: Las pulperias de antaño

Re-exposure of El Farol 1960 (09) pulpería caraqueña

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Periodistas de Avance

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Las viejas pulperías, hacia donde se daban cita muchas personas entre ellas, arrieros, conuqueros, vegueros, cocineras, lavanderas, comerciantes, dueños de haciendas, agentes viajeros, se tenían como los principales centros de información de las comunidades.

En esos locales, donde se conseguía de todo, desde una aguja hasta un motor para producir electricidad, las conversaciones giraban alrededor de muchos aspectos, entre ellos los económicos, políticos, sociales, folclóricos. Los pulperos, con los oídos, especie de antenas, se mantenían atentos escuchando las conversaciones de los clientes y forasteros, enterándose de asuntos importantes en la conducción del país, que no conocían los que estaban al frente del gobierno de turno. Estos comercios mantenían un rincón, hacia donde se dirigían los hombres, repletos de botellas con preparados a base de aguardiente, conocido como lava gallo, mezclado con ruda, malojillo, pasas, conchas de naranjas, fruta de burro, ponsigué, jengibre, perejil, berro, yerbabuena, a solicitar su trago correspondiente. Los pulperos, muy respetados en los pueblos y ciudades donde vivían, mantenían estrechas relaciones con casas comerciales de Caracas, encargadas de surtirlos. Estos negocios, regentados por ricos comerciantes, adquirían las producciones de cacao, café, tabaco, añil, maíz, enviados por los pulperos, empleando carretas haladas por bueyes y en grandes arreos de mulas y mulos.

Muchos estudiosos señalan que se conocía como pulpería el sitio donde vendían pulpo, exquisito plato marino que degustamos con mucho placer y además vendían pulque, bebida alcohólica blanca y espesa que se obtiene de la fermentación del aguamiel.

SE VENDE DE TODO

El Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española define a las pulperías como tienda donde se venden diferentes géneros para el abasto y al pulpero como el que tiene o atiende la pulpería. Las pulperías siempre estaban bien surtidas, mostrando en sus armaduras una rica variedad de productos, mientras que sobre los mostradores se colocaban los dulces, refrescos, los quesos y las bateas con la carne salada y el pescado, también salado. En las pulperías se exhibía y vendía prácticamente de todo. En una serie de ganchos se exhibían velas de diferentes tipos, lámparas, rollos tabaco, ristras de ajo, alpargatas, zapatos. Las bebidas no alcohólicas, con sus tapitas de hojas de naranjas, como caratos y chicha, así como los dulces, las preparaban conocidas familias residenciadas en el pueblo sede del establecimiento. Los muchachos eran los grandes consumidores de esos refrescos caseros, confeccionados a base de maíz, arroz, conchas de piña. En Araira, villa donde quien escribe llegó al mundo, el más popular guarapo de concha de piña, agua y papelón lo vendía Domingo Delión, en su pulpería ubicada en el sector “Ceniza” de esa comunidad y, en Guatire, en la bodega “El Cañón” de Alciro García, se conseguía, agotándose en lo que espabila un mosquito, el carato que salía de la cocina de la maestra Belén Blanco, quien cumplió una brillante hojas de servicio como educadora en Santa Cruz de Pacairigua y Guatire, tarea que ejecutaba en su modesta residencia. Los niños recibían sus lecciones, el deletreo, la cartilla, la escritura y la lectura, mientras de la cocina salían los olores de las melcochas, las conservas y los caratos.

PULPERÍAS, INFORMACIÓN, MÚSICA, ENTRETENIMIENTO Y JUEGOS.

En las añejas pulperías los clientes, concretamente los trabajadores del campo, encontraban todo lo necesario para sus labores, como picos, palas, alambre de púa, chicuras, arados, yunques, mandarrias, martillos, escardillas, machetes, rastrillos. Allí también se equipaban los dueños de arreos de mulas, mulos y burros, con enjalmas, cinchas, bozales, espuelas, campanitas, sogas, mecates, guruperas, pretales, lonas, arritrancos. En Guatire vivió el señor Tovar, hijo del violinista Blas María Tovar, conocido por todos como “Chachito”, quien, al lado de su hijo Melquíades, se encargaba de fabricar las mejores enjalmas de la zona, mientras que en Araira las sogas las hacía el señor Leopoldo Berroterán. Se me escapaba decirles que las pulperías también expendían sillas para montar, estribos, polainas, sombreros pelo e guama y de cogollo, frenos, hierros para marcar ganado vacuno, caballar y mular. Recuerdo en estos instantes que en las pulperías se podían conseguir, sobres, papel para escribir, cuadernos, libros de contabilidad, lápices, plumas, tinta, papel para envolver, así como algunos preparados para atender ciertos dolores. La mayoría de los pulperos recibían en sus locales, cada cierto tiempo, los periódicos y revistas que se editaban en Caracas, leyéndole a sus visitantes lo que esos voceros publicaban, enterándose los que oían, por lo general analfabetas, de asuntos para ellos desconocidos. Las pulperías se prestaban para jugar dominó, barajas, dados y, para escuchar a diestros en la ejecución de arpas, maracas, cuatro, bandola, guitarra, al lado de buenos buches, léase cantantes.

Para el sabio Francisco Tamayo la pulpería llegó a constituir “un valioso centro donde concurrían los campesinos no solo a proveerse de bastimento, sino también a informarse, relacionarse, conversar, divertirse, aprender, referir sus propias experiencias, consultar, frecuentar amistades, obtener noticias referentes a las cosechas, a los precios y demandas de los frutos, las perspectivas del mercado y las fluctuaciones de los jornales. Además, se cantaba y se ejecutaban algunos instrumentos, se jugaba bolo y barajas; se hacían chistes y se referían cuentos. Se bebía licores populares y refrescos; se comía empanadas y diferentes panes”.

PERSONAJES HISTÓRICOS SE DESEMPEÑARON COMO PULPEROS

Escritores de las dimensiones de Lisandro Alvarado, Francisco Tamayo, Ángel Rosenblat, Rafael Ramón Castellanos, se han encargado de estudiar la historia de las pulperías en Venezuela, buceando en el tratamiento en las Leyes de Indias y el Cabildo de Caracas, así como el análisis de las licencias, las multas, pesas y medidas, patentes, precios de los productos, pulperos patriotas y realistas, amén de otras cosas, claves en las historia comercial de la nación. Se me escapaba

informales que algunas pulperías poseían galleras y patios de bolas criollas, donde se hacían, esto en las galleras, grandes apuestas en morocotas y bolívares, siendo muy popular aquello de ¨voy fuertes a bolívar al gallo pinto¨. Todas las pulperías se caracterizaban por entregar, después de las compras, la tradicional ñapa. La ñapa es o era una especie de regalo que le obsequiaban al comprador, bien sea pedazo de queso, a papelón, caramelo. Se dice que una de las mejores ñapas, las entrega el pulpero Pastor “Ño Pastor” Rodríguez, dueño de una pulpería en Caracas, situada en la esquina bautizada como “Ño Pastor”. Entre los pulperos más famosos, por el papel jugado en nuestro proceso histórico social, se encuentran José Tomás Boves y Ezequiel Zamora. En época mas reciente recordamos al poeta Juan España, autor de la letra del Himno a Guaicaipuro, quien montó una pulpería en El Valle-Caracas.

Jesús María Sánchez. Los Teques. 25012017.

sanchezjesusmaria@hotmailcom

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