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Perfiles: No le agradaba gobernar

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Periodistas de Avance

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LLEGARON A CREER QUE VENEZUELA LES PERTENECÍA

A lo largo del proceso histórico venezolano, concretamente a partir de la creación de la república durante el gobierno de José Antonio Páez, nos encontramos con gobernantes que, al llegar a la primera magistratura, sus deseos no eran otros sino permanecer allí hasta la llegada de la muerte, ello por creerse enviados de la Providencia. Los ejemplos están a la vista en las páginas redactadas por destacados historiadores nacionales, quienes al estudiar las actuaciones de nuestros jefes de estado después que Venezuela alcanza la independencia, nos señalan que algunos de nuestros libertadores creyeron que, por haber participado en la gesta que logra romper las cadenas que nos ataban al imperio español, llegaron a pensar que Venezuela les pertenecía, especie de gran hato, y por lo tanto la función de gobernar les correspondía a ellos. En esos estudios no se niegan los méritos de los participantes en grandes y pequeñas batallas, logrando salir victoriosos en unas y derrotados en otras, convirtiéndose en héroes nacionales y continentales. Se critica sí la conducción de sus respectivos gobiernos, donde creyéndose figuras imprescindibles, necesarias, insustituibles. No olvidar lo planteado por el sociólogo Laureano Vallenilla Lanz, quien mantuvo la tesis, en los días de Juan Vicente Gómez, del gendarme necesario.

BREVE PINCELADA DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA

La descripción, a través de la palabra escrita, del significado de la guerra de Independencia, nos la ofrece Ramón J. Velásquez, en las primeras páginas del libro “Los libertadores de Venezuela”, excelente compilación de escritos trazados por prestigiosos historiadores, al indicarnos lo siguiente: “La lucha por la independencia cobró en el territorio de la Capitanía General de Venezuela, magnitudes singulares que diferencian el proceso y sus resultados de los episodios ocurridos en otras regiones de Hispanoamérica. La larga duración del periodo de guerrero, el infinito sacrificios de vidas, la desaparición de familias enteras, la destrucción de la riqueza y el aniquilamiento de casi todas las conquistas de paz y civilización logradas en los trescientos años anteriores, dan al proceso de la independencia venezolana dimensiones de profunda conmoción social, en donde a las características singulares de la lucha armada hay que sumar la tragedia de la sociedad civil, hechos que han de marcar el destino incierto, caudillesco y violento de nuestra vida republicana”. Del doloroso proceso independentista y del vivido durante los años de la guerra federal y un poco más allá, van a brotar los caudillos que gobernarían a Venezuela con mano de hierro, fenómeno político que se prolongará hasta la muerte de Juan Vicente Gómez.

LE AGRADABA MÁS LA PROVINCIA QUE CARACAS

De las entrañas de las montoneras federalistas aparecerá la figura del hombre, considerado el primer conductor de ese proceso bélico intestino, conocido como el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, a quien, de acuerdo a notas históricas, no le atraía gobernar y menos permanecer en Caracas y cuando le tocó hacerlo llegó a colocar esa responsabilidad en manos de otros, mientras él se quedaba en los espacios de Coro, donde le agradaba mantener largas conversaciones con sus amigos sobre distintos tópicos, entre ellos los literarios , visitar en los espacios de las haciendas y hatos para observar el estado de las cosechas y pastar el ganado vacuno y caprino.

ATRAÍDOS POR EL PODER PARA HACER NEGOCIOS

Mientras que Falcón mantenía esa posición, otros, productos como él de todo lo que significó la guerra federal, como los casos de Antonio Guzmán Blanco y Joaquín Crespo, para solo nombrar dos, sentían una atracción especial por el poder. No olvidemos que Guzmán Blanco, quien se paseaba por las calles de Caracas con uniforme de mariscal francés, llegó a considerar a Venezuela una especie de propiedad privada, manteniéndose en el poder, primero como vicepresidente y luego como presidente, hasta que la muerte lo separó e imponiendo, como también lo hizo Joaquín Crespo, a sus respectivos candidatos. Antonio Guzmán Blanco, quien llegó a decirle a sus colaboradores, en clara demostración de superioridad, aquello de: “Yo pienso con mi cabeza mía”, va a morir, rodeado de lujo, en París, mientras que Joaquín Crespo pierde la vida cuando lo tumban del caballo de un certero balazo en el sitio conocido como “La Mata Carmelera”, al salir a defender al jefe de estado por él impuesto, Antonio Guzmán Blanco, convertido en uno de los hombres más ricos de América, producto de sus mañas para recibir las comisiones que le entregaban las compañías que hacían negocios con el estado venezolano, léase corrupción a tiempo completo, se embolsilló unos cuantos millones, los cuales disfrutó al lado de su familia en la capital francesa. Los sorprendente de todo esto, lo de la capacidad que poseía Antonio Guzmán Blanco para saquear el erario nacional, sus seguidores, doblados en todo momento ante la figura del gobernante, lo llamaban “El Aclamado de la Patria”, entre otros títulos,

DEJABA QUE OTROS EJERCIERAN EL PODER

El Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, primer presidente de la gesta federal, fue escogido para conducir los destinos del país entre 1864 y 1868, motivo por el cual debía permanecer en Caracas atendiendo los delicados asuntos nacionales e internacionales, lo que, de acuerdo a lo señalado por estudiosos de proceso histórico nacional, no le agradaba mucho. Este escribidor, buceador en los dominios de libros, folletos, periódicos, revistas y documentos manuscritos, con motivo del centenario del nacimiento del Dr. Ramón J. Velásquez, ha estado revisando muchos de sus trabajos, encontrándome con datos que me llevan a trazar notas como las que ustedes, amigos lectores, tienen en sus manos. El historiador arriba citado, de quien hace poco recordábamos el primer centenario de su nacimiento, al hacer referencia a la presidencia del Mariscal Falcón, en su investigación sobre Joaquín Crespo, nos dice, entre otras cosas, que Falcón, de los cuatro años que debía ejercer la presidencia, solo permaneció en Caracas apenas seis meses, dejando en el cargo, para que vigilaran el gobierno y a los ministros, a generales de su confianza, nativos de Coro, mientras él, tal como lo relata Ramón J. Velásquez, se mantenía en Coro, Churuguara y La Vela.

Jesús María Sánchez

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