Se sabe de acuerdo a las notas biográficas recogida en diferentes libros, que fue Anna Jarvis nacida en Virginia, Estados Unidos en 1864, quien al perder sus padres, se dedica de acuerdo a sus preocupaciones sociales, a hacer realidad la idea de escoger un día del año para rendirle honor a la Madre. Al transcurrir un tiempo, cuando sus preocupaciones comenzaron a dar sus frutos, decide enviar al congreso de su país, concretamente al Senado, que se oficializara la celebración, señalándoles que se escogiera para tan significativo recuerdo, el segundo domingo de mayo. La proposición de Ana Jarvis fue aprobada, encargándose el Presidente Wilson de firmar el decreto declarando como Día de las Madres, el propuesto por Ana Jarvis.

CELEBRACIÓN DEL DÍA DE LAS MADRES EN VENEZUELA

Muchos países del mundo se anexaron a tan significativa celebración, entre ellos Venezuela, escogiendo el presidente Eleazar López Contreras el 17 de diciembre de cada año, fecha que sería modificada en 1940, cuando la fecha se traslada al 25 de diciembre y el último cambio de fecha quedó definitivamente su celebración el segundo domingo del mes de mayo. Durante los días de mayo, de acuerdo a los poetas, se observa como un despertar de la naturaleza, presentándose en todo su esplendor el mundo mágico de las flores, de los olores y el trinar de la aves canoras, quienes con sus cantos, se unen a la armonía que nos brinda la madre naturaleza. El mes de mayo, marco para la los homenajes a las madres, se considera el de la floración, dedicado, en algunos pueblos, para que las mozas y mozos se diviertan con bailes y otros festejos, alrededor de un árbol o palo alto muy bien adornado. El papel desempeñado por las madres a lo largo de la historia de la humanidad, ha estimulado a brillantes pensadores para dejaran como herencia de eterna admiración, bellas páginas donde exaltan sus bondades y virtudes.

POETAS PARA LAS MADRES

En nuestro país, poetas de las dimensiones de Andrés Eloy Blanco, Juan Antonio Pérez Bonalde, Antonio Arráiz, Manuel Felipe Rugeles, entre otros, se encargaron, a través de hermosas composiciones, elevar las virtudes de las madres, sin distingo de ninguna naturaleza. De los creadores antes señalados he seleccionado trozos de lo que sobre ellas trazara Andrés Eloy Blanco.

EXALTACIÓN A LOS HIJOS Y A LA MADRE

Algunas de las creaciones de Andrés Eloy salieron, clandestinamente de los negros calabozos donde fue encerrado por el solo delito de comulgar con los principios democráticos. Desde la cárcel se proyectaron “Barco de Piedra, “Baedeker 2000”, “Malvina recobrada”, “La Juambimbada. Con relación a esta etapa en la vida del poeta, encontrándose encarcelado y donde no dejó de escribir, Miguel Otero Silva nos dice: “los poemas salían a la calle copiados en papel de envolver, o por otros medios astutos, ya que en aquellas cárceles no se le permitía correspondencia a nadie. Los apuntes garrapateados por el poeta llegaban a mano de sus hermanas, de su novia, de sus amigas, y ellas lo tecleaban a máquina y los guardaban.” Las tinieblas de las mazmorras y los grillos colocados en sus pies, no impidieron que aquel hombre, militante de las más bellas manifestaciones creadas por el ser humano, escribiera páginas hermosísimas dedicadas a las madres y a los hijos. Su gran amigo, el novelista Miguel Otero Silva, acertadamente señaló: “ No cultivaba rencores, perdonaba a sus enemigos, era tolerante con aquellos que habían sido ruines y malvados con él. Jamás aconsejó a sus hijos que vengaran los agravios recibidos por su padre, sino todo lo contrario”. Ello quedó demostrado cuando Andrés Eloy escribió, homenaje a los hijos que tuvo con su esposa:

“Por mí ni un odio, hijo mío,

Ni un solo rencor por mí,

No derramar ni la sangre

Que cabe en un colibrí…”

A LA MADRE SIN MEMORIA

El luminoso verbo de Andrés Eloy, le rinde homenaje a la gente del pueblo, a los desheredados, a la madre sin protección, a personajes populares, lo cual queda demostrado en “Palabreo de la Loca Luz Caraballo”, donde, al recordar lo hijos que tuvo la aquella mujer que había perdido la memoria, escribe:

“Tu hija está en su serrallo,

Dos hijos se te murieron,

Los otros dos se te fueron

Detrás de un hombre a caballo.

La loca Luz Caraballo,

Dice el decreto del juez,

Porque te encontró una vez,

Sin hijos y sin carneros,

Contanditos los luceros…

Seis, siete, ocho, nueve, diez.”

En “Canto de los hijos en marcha”, el nombre de la madre está allí, siempre presente. En una parte de esa composición, Andrés Eloy Blanco, con la inspiración que siempre lo caracterizó, se deja llevar, para entre otras cosas, decirnos:

“Madre, si me matan,

Que no venga el coche para los entierros,

Con sus dos caballos gordos y pesados,

Como de levita, como del gobierno.

Que si traen caballos, traigan dos potrillos

Finos de cabeza, delgados de remo,

Que vayan saltando con claros relinchos,

Como si apostaran cual llega primero.”

DESPEDIDA DEL AÑO CON LA MADRE CERCA

En “Las uvas del tiempo”, pieza muy popular en nuestro país, declamada cuando se acerca un nuevo año, el poeta comienza con estas palabras:

“Madre: esta noche se nos muere un año

En esta ciudad grande, todos están de fiesta;

Zambombas, serenatas, gritos , ¡ah, como gritan!;

Claro, como que todos tienen su madre cerca.”

Y, ya para cerrar esta página, homenaje a las madres en su día, André s Eloy produjo, gracias a la fertilidad de su mente, la que no pudo ahogar el siniestro tirano Juan Vicente Gómez, “Los hijos infinitos”, indicando que:

“Cuando se tiene un hijo

Se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera:

Se tiene al que cabalga en el cuadril de la mendiga,

Y al del coche que empuja la institutriz inglesa…”

Jesús María Sánchez. Los Teques. 14052017

sanchezjesusmaria@hotmail.com