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Por qué los festivales que dan premios a tontas y a locas están “envenenando” la publicidad

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Periodistas de Avance

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Hace aproximadamente dos meses la “crème de la crème” de la industria publicitaria acudió en tropel a la Costa Azul francesa para celebrar el Festival Internacional de Creatividad Cannes Lions.

Sin embargo, en la última edición del prestigioso certamen hubo una noticia que eclipsó a los muchísimos galardones (demasiados, según algunos) que allí se entregaron. Sorprendiendo a propios y extraños, el holding publicitario francés Publicis Groupe anunció a bombo y platillo su intención de no concurrir en la siguiente edición de Cannes Lions (la correspondiente a 2018).

La empresa liderada por Arthur Sadoun justificó su retirada de Cannes Lions aduciendo que el dinero ahorrado en este certamen serviría para robustecer la división de inteligencia artificial de Publicis Groupe.

Que las inscripciones en Cannes Lions y otros festivales publicitarios “sangran” inevitablemente las cuentas de las agencias es un secreto a voces, pero en los últimos años la cosa parece haberse “desmadrado” hasta quedar totalmente fuera de control.

Y en un momento en el que las agencias están cada vez más “ahogadas” desde el punto de vista financiero lo último que pueden permitirse son los “desmadres” (aquellos a los que necesariamente les fuerza Cannes Lions).

Al fin y al cabo, los anunciantes se están apretando cada vez más el cinturón y están dejando de lado a las agencias de toda la vida para arrojarse en los brazos de las agencias “in-house”.

Por eso, y pese a que a algunos les resulta incomprensible el boicot Publicis Groupe a Cannes Lions, otros no pueden sino identificarse con la (sabia) decisión tomada por el grupo galo.

Los premios son la guinda del pastel a la creatividad que se precia de ser superlativa, pero tales premios implican también la inversión de muchísimos recursos económicos. Y en tiempos en los que los presupuestos publicitarios andan con el cinturón apretadísimo, ¿tiene realmente sentido dilapidar millones y millones de euros en carísimas inscripciones y celebraciones (dedicadas a la mayor gloria del ego de los publicitarios)?

¿Son de verdad los galardones tan importantes para los publicitarios? ¿O es que los profesionales de la creatividad se han olvidado de cuáles son realmente sus prioridades?, se pregunta Carole Humphrey en un artículo para Little Black Book.

Además, el dispendio (obsceno) que hay en torno los galardones publicitarios no afecta única y exclusivamente a Cannes Lions. Hay a todas luces un exceso de certámenes publicitarios cuya única función parece ser masajear el ego de los publicitarios.

A todos (especialmente a los publicitarios) les gusta que les regalen los oídos de vez en cuando, pero ¿necesitan de verdad los creativos constantes palmaditas en el hombro por parte de sus colegas de profesión para hacer bien su trabajo? Probablemente no.

De todos modos, no es necesario tampoco erradicar de raíz la (lucrativa) industria de los festivales publicitarios. Los certámenes alientan la competencia (sana) entre publicitarios y les animan a derribar sus límites creativos. Sin embargo, la sobreabundancia de premios (muchas veces inútiles y sin ton ni son) no tiene justificación alguna.

En la fenomenal industria festivalera que hay actualmente montada en torno a la publicidad prima lamentablemente la cantidad sobre la calidad. Se necesitan menos festivales en los que los premios se cotizan a precio de saldo y más festivales en los que verdaderamente hay que “sudar” (creativamente hablando) para llevarse el gato al agua.

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