1. Ve al médico:
Antes de empezar con una rutina física diaria, deberías empezar por acudir a tu médico de cabecera. Cuéntale tus planes y escucha atentamente lo que te aconseja dependiendo de tu edad, estado físico e historial médico.
2. Muévete:
Al menos una semana antes de empezar con una rutina deberías empezar a moverte… Más. Un cambio brusco en tus hábitos acabará, irremediablemente, en agujetas o algo peor (lesiones, mareos, deshidratación. Camina al menos 30 minutos al día, todos los días. Sube escaleras.
3. Cambia tu alimentación:
Ten en cuenta que con el ejercicio físico quemarás más calorías, pero éstas tienen que ser de mayor ‘calidad’. Destierra, en la medida de lo posible, alimentos fritos o muy salados, dulces, etc.
Añade ensaladas a tu dieta. Cena ligero (deberías llegar a la noche sin ganas de ‘devorar’ la nevera). Desayuna sin prisa y con un aporte mayor de energía: fruta, huevos, frutos secos y lácteos deberían ser la norma. Pica entre horas, pero sano y sin pasarte: jamón, fruta o frutos secos… Y antes del entrenamiento puedes aprovechar para tomarte una pieza de fruta cómo un plátano o manzana.
4. Hidrátate:
Cuando tienes sed, es que tu cuerpo está mandando un mensaje: está comenzando a deshidratarse. Bebe frecuentemente y cuándo tengas ésa sensación. Además, durante el ejercicio deberías estar bien hidratado, así que no está de más llevar una botellita de agua y darle tragos cortos.
5. No sigas si sientes agotamiento:
El cansancio no es señal de que estás haciendo el ejercicio correctamente, sino más bien todo lo contrario. Si aparecen el cansancio es que hemos sometido a los músculos de nuestro cuerpo a demasiada intensidad. Si es tu caso, mejor para ése día e intenta volver cuando ya hayan desaparecido.
Con información de: Globovision