El padre José Gregorio García asegura que fue llamado por Dios para ayudar a los más necesitados
La labor del padre José Gregorio García inició hace 50 años cuando sintió el llamado de Dios para ayudar a los adultos mayores que se encuentran en situación de abandono y que no cuentan con una familia.
El párroco de la catedral de Los Teques, contó que a sus 15 años era muy amigo de una viejita llamada María Gil quien desafortunadamente no tenía donde vivir.
A pesar de los prejuicios de la época, cuando ese tipo de lazos no eran bien vistos por la sociedad, mantuvo una buena relación con la señora a quien quería llevarse a vivir a su propia casa.
Entre una de las interrogantes que surgieron en su núcleo familiar quienes rotundamente se negaban a esta obra de caridad, estaba el hecho de cómo iba a alimentar a María si no tenía un empleo que le generara algún ingreso económico “me tildaron de loco por hacer esa labor y me preguntaron si yo me iba a poner a recoger viejos. Mi madrina de bautizó para ese momento y me regaló Bs. 500, me fui al pueblo de Paracotos y compré un ranchito para esta señora, sin imaginarme nunca que se me iba a crear una obra, ni que fundaría una congregación, yo solo quería darle un lugar en donde vivir a esta ancianita”.
Una lucha para mantener su obra
García relató que al percatarse de la gran responsabilidad que implicaba mantener a una persona y lo difícil que era llevar el pan a la mesa, pasaron por su mente cientos de ideas “al tener que llevarle comida, no me percaté de la realidad, en varias oportunidades me vi obligado a robarle los alimentos a mi madre cuando hacían mercado en la casa, para que esta señora comiera”
Al notar que este acto afligía su conciencia y su corazón, optó por ocupar su tiempo en un oficio que le permitiera sostener su proyecto “empecé a trabajar para tener dinero y así mantenerla. Un fin de semana me consigo con la gran sorpresa que ella le había dado asilo a otra viejita que se llamaba Carmen Martínez, habitante también de Paracotos y a su vez ella tenía un hermano igual de viejito que no tenía tampoco dónde vivir. Él se llamaba Hipólito y así fue creciendo esta obra, sin yo darme cuenta, empecé a trabajar, a arreglar el ranchito, a convertirlo en casa”.
Llamado celestial
Empezó a crecer en García la idea de la casa hogar y fue ayudado por el Párroco de Paracotos, actualmente Monseñor Raúl Bacallao, a quien le gustó el proyecto y le tendió la mano con esta labor, proponiéndole entregarse a la iglesia Católica, ya que tenía vocación para la vida sacerdotal y le pidió que acudiera al seminario.
“Para ese momento tenía 30 años, y le dije que no podía porque eso significaría dejar a los abuelos solos, y él me dijo que me fuera tranquilo, pues durante esos siete años de estudios se haría cargo de la casa hogar, que luego de 15 años ya contaba con 12 ancianos”.
Después de realizar los estudios se convirtió en sacerdote y es el primero en ordenarse en la iglesia de Paracotos. Muy querido por la población, fue apoyado por muchas instituciones en la casa hogar, “en un momento determinado, el obispo me cambió de parroquia y yo le dije que no podía dejar a los abuelos; su respuesta fue que no me había hecho sacerdote para estar en un ancianato”
Carrizal marcó la historia
Cuando el sacerdote llega a carrizal quiso mudar a los viejitos a este lugar, pero no contaba con los recursos necesarios para trasladar la casa hogar, un día se encontraban en un evento en la ciervas de Jesús y se le informó que el hombre que estaba llegando era Ricardo Cisneros “me pregunté quien era y para mi sorpresa me dijeron que es hermano de Gustavo Cisneros. No sabía qué hacer, me empujaron para que hablara con él y le comenté mi labor social y que necesitaba una casa para los ancianos abandonados”.
“El señor, muy gentilmente me preguntó que cuánto necesitaba, yo no hallaba ni como decirle, era una cantidad muy grande para ese momento y su respuesta fue positiva e inmediata. En 15 días ya se había comprado la casa hogar a nombre de la fundación”.
Desde el año 2000 empezó a funcionar la institución y ha permanecido hasta hoy, ya que el alcalde José Luis Rodríguez ha bridado el apoyo y contribución a esta noble causa.
Han contado con apoyo económico, moral y recreacional por parte de la Alcaldía “la obra también se mantiene gracias a las hermanas que están allí”.
Hablando con una sonrisa expresó que “Dios me ha utilizado para hacer el bien y se siente una gratificación porque hemos visto pasar cientos de abuelitos con una nueva calidad de vida”
El padre José Gregorio García, se define como una persona tenaz y perseverante. Da gracias a Dios todos los días por seguir adelante con su lucha.
El día más dichoso
A lo largo de su carrera, el trabajo por los más pobres ha sido una influencia positiva para los demás y es lo que lo ha caracterizado, se considera defensor de los mayores, ya que entregan todo en vida y muchas veces los más jóvenes los olvidan o los tratan mal, en esta etapa en la que necesitan ser tratados con mayor respeto, consideración y amor. “El día que más me ha marcado fue cuando me ordené como sacerdote, el 15 de agosto 1987, era la realización de un sueño”. /hd/lb/Foto: Alejandra Ávila/