Solo una verdadera manifestación llevada a cabo con amor puede reflejar los resultados que ha arrojado la Asociación Civil Pastores del Niño Jesús de Los Teques, que lleva 39 años de acción benéfica-educativa y 19 como expresión cultural de nuestra ciudad.
Ha sido tal la importancia de esta labor que el 6 de diciembre fueron declarados Bien de Interés Cultural de Miranda, de manera unánime por el Consejo Legislativo; reconocimiento del que se les hará entrega oficial a sus fundadores el jueves 15 de diciembre en Caucagua.
Jaime Arteaga e Hilda González, promotores fundadores de la actividad, manifestaron su satisfacción ante esta distinción que de alguna manera viene a enaltecer la ardua labor que desinteresadamente han desarrollado. “Nos llena de orgullo y alegría, esto lo venían estudiando desde hace algún tiempo hasta que llegó nuestro momento de ser reconocidos; no lo hacíamos con esa intención, pero es bonito ver que hemos dado estos frutos”.
Indicaron que este nombramiento sirve de motivación para los casi 200 integrantes de la cofradía. “Cuando iniciamos éramos solo 15, conformados por los integrantes de la familia, y hemos llegado a ser hasta 2 mil personas. Trabajamos sin fines de lucro, llevamos como herencia el fervor y queremos transmitir este legado para que nuestra labor prosiga por siempre ”.
Arteaga explicó que la asociación nació producto de un milagro que el Divino Niño le concedió al señor Félix Arteaga, padre de Jaime. “En 1977 mi papá se vio gravemente afectado del corazón, sin esperanza médica de salvación. Mis hermanos y yo estábamos muy pequeños cuando él y mi mamá acudieron al Santuario del Niño Jesús en busca de un milagro, fue tanta la devoción con la que se aferraron a ello que mi papá salió de ahí prácticamente curado, y así fue reconocido por los propios médicos”.
Prosiguió contando que “a partir de ese momento, decidió dedicar el resto de su vida a realizar obras sociales y religiosas en nombre del Divino Niño, como agradecimiento por el gran favor recibido, acción a la que se sumó la familia en pleno, y poco a poco se fueron uniendo vecinos y amigos para visitar a las comunidades con algunas donaciones y realización de oraciones a través del santo rosario”.
Ícono de la ciudad
En agosto de 1997 surgió la idea de darle valor cultural a las actividades que se hacían en la fundación. Giselle González, una destacada folclorista, hermana de la señora Hilda, propuso que esas visitas fueran de la mano con actividades que inyectaran más alegría y vida. Desde entonces, El Tamunangue, la Parranda de San Pedro, entre otras, fueron haciéndose parte de ello.
“Hubo un momento en el que preferimos vincular ese factor adicional con algo que tuviera que ver de lleno con el Niño Jesús, así que tras un exhaustivo proceso de investigación, dimos con unos talleres que la Fundación Bigot dictaba sobre los Pastores del Niño Jesús de San Joaquín; nos instruimos y lo adecuamos a nuestra localidad. Fue un 4 de diciembre de 1997 cuando se inició esta celebración en Los Teques, durante la inauguración de la extinta Plaza del Estudiante”.
La combinación de actos culturales con el factor religioso ha surtido un impresionante efecto en la población tequeña, se ha convertido en ícono de nuestra identidad. Año tras año se van sumando por iniciativa propia comunidades, colegios y grupos de la ciudad y de parroquias foráneas que son devotos del Niño. Allí no solo bailan, sino que ejecutan instrumentos como cuatro, tambora, furro, charrasca, pandereta y maraca, que al son de aguinaldos, ofrendas y versos, lo veneran durante la procesión.
“El atuendo de cada integrante corre generalmente por su cuenta, la mayoría de nosotros hacemos todo por autogestión, aunque no podemos negar que existen almas nobles, a quienes llamamos bienhechores, que aportan su granito de arena. La procesión va integrada por niños y adultos que hacen las veces de los cargadores, los angelitos, el cachero, además de los pastores y pastorcitas que con mucha fe y verdadera entrega hacen su recorrido rindiendo honores al Niño Jesús el segundo domingo de cada diciembre”.
Detrás de lo cultural
La señora Hilda, viuda del señor Félix, quien falleció en 2003, explicó que al llegar a la catedral realizan una misa solemne, que se convierte en el verdadero objetivo de la actividad. “Allí es donde recibimos todas las bendiciones que el Niño nos envía para seguir adelante a través de la paciencia, fortaleza, la paz y el amor. No podemos ni queremos jamás separar una actividad de la otra, no tendría sentido. Somos cofradía en la catedral desde el 2000, durante todo el año acompañamos a los párrocos en las actividades que ejecutan, evangelizamos con la bendición de la iglesia”.
Otro episodio relevante dentro de toda esta interesante historia ocurrió durante una visita que realizaron Hilda y Félix al Santuario de Betania el 16 de julio de 1993. “Tras revelar las fotos tomadas ese día, se evidenció que en una de ellas estaba presente la imagen del Divino Niño. El padre Otty Ossa Aristizábal, capellán del lugar para ese momento, confirmó que en esos espacios no había nada alusivo al Niño Jesús y que en efecto se trataba de una aparición, lo que fue avalado el 18 de agosto de 2006, tras ser sometido a estudio para la comprobación”.
Ambas bendiciones fueron interpretadas por estos dos fieles como un llamado para cumplir la misión que hoy lleva varios años de tradición. “Cuando comenzamos con los pastores teníamos muchísimos años de devoción al Niño Jesús, mi esposo compuso varios versos para rendirle homenaje, porque en San Joaquín lo hacían, y progresivamente todos fuimos haciendo lo mismo, hoy suman más de cien las rimas que hemos creado en su honor. En todos estos años hemos donado imágenes del Divino Niño en todos los estados de nuestro país para multiplicar la fe”./ac
(Víctor Useche)
*Fervor y devoción marcan el norte de la asociación
MARIBEL SÁNCHEZ