205 niños, jóvenes y adultos se concentraron en el Roque Pinto
Más de 205 niños, jóvenes, adultos y abuelos con condiciones especiales se reunieron en la Escuela Técnica Industrial Roque Pinto para compartir y censarse, de manera que puedan conocer cuántos son en los Altos Mirandinos, para así organizarse y exigir a las autoridades la creación de una Oficina de Atención Especial en Los Teques. El encuentro fue pautado por el consejo comunal Alto Nuevo y la Fundación Caballos de Acero Juan 23, que buscan crear un acercamiento, apoyo y sensibilización social. Los asistentes hablaron de cómo a lo largo de sus vidas han realizado labores comunes, en las cuales su discapacidad no ha sido obstáculo para lograr una meta o un sueño.
Estos 205 mirandinos coincidieron en que más que exigir que no se les cobre el pasaje, que existan rampas o puestos especiales de estacionamiento, que les cedan los asientos en el metro, o que en los supermercados los exoneren de las colas, lo que quieren es que en el país existan mejores proyectos sociales para mejorar su calidad de vida. Cabe destacar que la Oficina Integral de Atención a Personas con Discapacidad más cercana está en Caracas, y por motivos de movilidad reducida no pueden trasladarse fácilmente.
Abandonó sus estudios
Alexander es un joven de 23 años de edad que vive en Santa Eulalia. Padece de diplejía hepática e hidrocefalia desde que nació, y durante sus primeros años no pudo caminar; sin embargo, a los 7 años pudo hacerlo e ir a la escuela. Culminó media general en la Unidad Educativa Vicente Salias y luego inició sus estudios superiores en el Cultca, ahora conocida como Uptamca, específicamente en Ingeniería Informática, pero debido a su disminuida capacidad para caminar, Alexander abandonó hace un año. Su Madre, Oliva Almeida, explica que la razón que lo motivó a dejar su carrera se debió a la dificultad para trasladarse a su institución, ya que viven en una zona alta, con escaleras, las cuales Alexander no podía bajar ni subir solo todos los días. Además, en la universidad recibía clases en el piso 8, y debido a que a veces no funcionaba el ascensor, tenía que pedir ayuda de sus compañeros para que lo subieran o bajaran cada vez que lo ameritaba. Por todas estas razones está en su casa sin hacer ninguna actividad.
Es un joven lúcido, estable de salud, habla, se desenvuelve y es capaz de llevar una vida normal, pero debido a la ubicación de su vivienda, muy poco sale, a menos que sea con la ayuda de algún familiar. Por la condición de Alexander, su madre se ha dedicado toda su vida a cuidarlo, por lo que trabajar es una tarea casi imposible para Almeida. “Quisiéramos que nos reubiquen a una casa más cercana, así mi hijo podría seguir estudiando y sería un alivio”.
Una vida independiente hasta sus 57 años
Luis Duque tiene 61 años y durante toda su vida fue zapatero, pero por su edad dejó el oficio. Sostiene que siempre mantuvo una vida normal, trabajó, formó su familia y tuvo cinco hijos. Luis padece de discapacidad cardiovascular, motora y otras congénitas, las cuales no le permiten caminar mucho. Hace seis años, comenzó a depender de su familia y se mantiene en su casa al cuidado de sus hijos. La razón por las que Luis decidió ir a la reunión fue la idea de incentivar la inclusión de las personas con discapacidad a la sociedad.
Víctima de la discriminación
Alí Salazar tiene discapacidad esquelética moderada de nacimiento, lo que le ha provocado parálisis en la pierna izquierda y malformación en la derecha. Aún así, trabaja en un clínica como vigilante y realiza sus actividades cotidianas sin ningún impedimento. Alí explica que anteriormente tenía inconvenientes para laborar, pero no por su condición, sino porque fue víctima de discriminación, pues cuando intentaba buscar trabajo y observaban su estado le cerraban las puertas. Gracias a que obtuvo un carnet de discapacidad pudo conseguir empleo. Señala que hoy día, a pesar de que existen algunas leyes y ordenanzas a favor de los discapacitados, la discriminación persiste./Yordys Méndez./ sa/Foto: Karinés Sabino