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Kelly sueña con el regreso de sus tres hijos

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Periodistas de Avance

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Dos de sus retoños están en Colombia y otra en Trinidad y Tobago

CARMEN TERÁN

Kelly Rodríguez, oriunda de Barquisimeto, estado Lara y residenciada desde hace muchos años en Los Teques comparte con Avance como ha transcurrido su vida en los últimos tiempos luego de que tres de sus hijos, se fueron de Venezuela en busca de nuevas oportunidades en otros países.

Ella comenzó trabajando en la Zapatería Bermúdez, estuvo tres años como vendedora y después permaneció 14 años encargada del área del depósito. Posteriormente inició los estudios de Derecho en la Universidad Bicentenaria de Aragua (UBA) y por problemas de salud no pudo continuar su carrera.

“Mi familia está conformada por tres varones y dos hembras, tengo doce nietos, de los cuales uno nació esta semana. Mis hijos Pedro y Daniel se fueron hace cinco años a Colombia, mientras que Kemberling está en Trinidad y Tobago”.

Confiesa que actualmente siente una ausencia muy grande “porque nunca estuve tanto tiempo separada de los tres. Tengo ya cinco años que no comparto una fecha especial con ellos. Sin embargo, siempre tengo contacto por video llamadas vía WhatsApp y de vez en cuando conversamos por teléfono”.

Entre suspiros de nostalgia y una tímida sonrisa de satisfacción señala que lo que le ha permitido sobrellevar la ausencia de sus tres retoños es el apoyo que ha recibido de sus dos hijos menores Kevin y Ariannys, quienes siempre le brindan ánimos y fuerza para salir adelante.

Los milagros existen

“Hace cuatro años me diagnosticaron un lupus, estuve al borde de la muerte y aun así seguí labrando mi camino, salí adelante. Esa situación nos permitió unirnos más, valorar más nuestras vidas, yo puedo decir que soy un milagro vivo de Dios, los milagros existen, nada es imposible para papá Dios, siempre tenemos que tener fe”, resalta

A pesar de esas circunstancias nunca ha pensado en irse, porque tiene un empleo y dos hijos menores que la necesitan. “Todo es un equilibrio, ellos me alientan y yo como su madre les brindo mi amor y apoyo incondicional”.

Por una mejor calidad de vida

“Como quisiera que mis hijos volvieran a su país, para compartir como antes, abrazarlos, besarlos y hacer muchas cosas juntos, pero sobre todo que la familia se vuelva a unir. Añoro cuando le preparaba sus comidas especiales, un minestrone, un pollo a la jardinera y por supuesto la chicha andina que les gustaba demasiado”, afirma con una pícara, pero sutil sonrisa.

Una de las satisfacciones más grandes que tiene es que ellos han mejorado su calidad de vida, tienen buenos empleos, han sabido sacar adelante a sus hijos y a sus familias. “Pedro, actualmente trabaja de Uber, Daniel se desempeña como supervisor de Parmalat y Kemberling es ayudante de cocina y camarera”.

Un consejo

Al consultarle qué consejo les daría a las madres que están pasando por un trance similar al de ella responde: “Simplemente les digo que formamos parte de esa diáspora que ha afectado tanto a muchas familias y a nuestro país, que no se sientan solas porque Dios siempre está con nosotras, en el camino siempre va a estar una persona dándote ánimo, en todo momento habrá alguien que te tienda una mano y te brinde palabras de aliento”.

A pesar de que anhela ver que sus hijos vuelvan a su lugar de origen, considera que no hay que ser egoísta y dejarlos que progresen, porque cada uno de ellos tienen sus propios sueños y si ese destino está fuera de nuestras fronteras no se puede ni se debe forzarlos a regresar.

“Mi mensaje a esas madres que se sienten solas es que tenemos que sentirnos gozosas de que nuestros hijos bregan un futuro mejor”.

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