El sitio es usado como baño público y hotel gratuito
MARIBEL SÁNCHEZ
“Pasear por aquí es impensable, solo voy de paso y casi que obligada porque me sirve de atajo para ir desde mi casa hasta el colegio de mis hijos. Para lo que alguna vez sirvió, hoy no es posible dada la enorme cantidad de basura, maleza, excremento humano y de perros que hay en todos los rincones del mal llamado Jardín Terapéutico; es una lástima que esté en tan deplorables condiciones”.
Así lo señaló Andreina Rondón, vecina de la urbanización Simón Bolívar, al consultarle su opinión respecto al panorama que se vislumbra a diario en el espacio ubicado en las adyacencias del Hospital Victorino Santaella, avenida Bicentenario.
Le preocupa atravesar por el lugar con sus pequeños, porque en plena vía se toparon la semana pasada con un condón usado, lo que le pareció inadmisible.
“No es posible que niños y jóvenes tengan que lidiar con cosas como estas en un lugar que debiera ser recreacional, eso sin contar con el basurero que se observa por todas partes y además la maleza que crece rapidito ante las lluvias. Si bien es cierto, que esto es un tema de conciencia ciudadana ni es menos cierto que la gente del Consorcio Metro Los Teques, la Gobernación de Miranda o la Alcaldía de Guaicaipuro deben activar jornadas de mantenimiento frecuentes”.
Guarida de antisociales
Por las noches, estas instalaciones, se convierten en una guarida para delincuentes e indigentes. Los primeros duermen en los banquitos o en el piso tanto de día como de noche y que los malandros aprovechan la oscurana para atracar a todo aquel que se le ocurra pasar por ahí.
Luis León, residente de Pan de Azúcar, dijo que el sitio es tierra de nadie. “El portón que da hacia la redoma Bicentenario permanece abierto día y noche, cuando lo cierran entonces los ociosos buscan de meterse como sea o incluso se llegan al estacionamiento de la emergencia del hospital para acceder desde allí”.
Yaritza Medina, deportista, destacó que para ella “es increíble que la gente sea capaz de defecar sin ton ni son en cualquier lugar, eso pasa es de noche amparados por la oscuridad, no sé qué les cuesta hacer sus necesidades en una bolsita y arrojarla a la basura”.
Un nidito de amor
“Yo vivo en Matica Arriba, pero me gusta venir a caminar para acá en las mañanitas para estirar los músculos y tratar de coger aire fresco; no es muy fácil lograr tales propósitos, pero me toca hacerme de la vista gorda lo más que puedo. Sin embargo, veo con preocupación cómo los niños al pasar hacia sus escuelas se topan con parejitas que todos los días se la pasan en plenos arrumacos y actos indecorosos”, puntualizó María Rosales.
Se lamentó por las tristes condiciones en la que se encuentra el parque infantil, donde el sube y baja, los columpios, la rueda y el tobogán están completamente inservibles.
“Este es un espacio muy bonito que debería estar mejor atendido por la gente del Metro, las cuadrillas tienen que venir mensualmente y no cada tres, cuatro o cinco meses. Sinceramente pienso que es un espacio que vale la pena recuperar y mantener en óptimas condiciones siempre”, acotó./rp Fotos: Yuliettsha Molina