Son muchos los homenajes post mortem que se rinden a personas, que en vida hicieron grandes cosas de forma desinteresada por el prójimo. Pero, hay mascotas que marcan significativamente a sus dueños y, en este caso a toda una comunidad.
Se trata de Gordo, un mestizo adulto que se ganó el corazón de todos los habitantes del sector Buenos Aires en el kilómetro 24 de la carretera Panamericana; dejando huellas imborrables en la memoria de grandes y chicos.
A pesar de ser un perro comunitario, solía ser cuidado con mucho amor por Leidy Canelón, vecina del callejón Mara. Ella, junto a sus hijos, padres y esposo se encargaban de bañarlo, desparasitarlo y hasta librarlo de las molestas pulgas; labor a la que se sumaba también Florelis Ávila, quien le daba un ladito cada noche en su casa para que el can no durmiera en la calle.
“Él llegó a mi casa en 2021 con una patita herida, era de otro vecino de la comunidad y él se le escapó. Tenemos la impresión que era maltratado porque cada vez que lo veía le tiraba a morder, cosa que no ocurría con más nadie porque siempre fue un perro muy cariñoso”, aseguró a Avance.
Y es que, de acuerdo con el testimonio de varios vecinos, Gordo solía ser encantador, fiel y agradecido. Acompañaba a muchos lugareños hasta la pasarela, cuando salían muy temprano a trabajar y se regresaba a la comunidad. Se le veía en cada jornada de entrega de bombonas, bolsas clap, operativos médicos; compartía con los niños en la escuela y se convirtió en la mascota predilecta del grupo de Taekwondo de la comunidad.
Su trágico final
Una fatídica mañana del 06 de septiembre de 2023, se fue tras el vehículo en el que iba Leidy en dirección hacia el Súper Líder. Cuando retornaba a Buenos Aires, mientras intentaba cruzar la Panamericana fue arrollado por un vehículo y seguidamente otro le pasó también por encima; aun así, logró incorporarse y orillarse, hasta que finalmente se desplomó y murió.
“Todavía lo lloro. Yo aún no supero su muerte, aunque algunas personas digan que solo era un perro; para mí era muchos más que eso. Muchas personas lo recuerdan siempre, era un perro muy querido, siempre sale una conversación de él porque marcó la diferencia entre tantos”, dijo entre conmovedoras lágrimas.
Gordo no solo destacó por ser un perro carismático, juguetón y leal, también era un padre ejemplar. Siempre que nacían sus cachorros se paseaba por la casa donde estuviera la mamá de sus perritos y les brindaba amor.
Leidy no pudo nunca tenerlo en su casa, porque ya tiene otros dos perros, pero no hizo falta porque él fue parte importante de su día a día. Hoy, los restos de este simpático amigo de cuatro patas reposan en los alrededores de la escuela que tanto frecuentaba.