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“El amor por nuestros familiares trasciende a la muerte”

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Por:

Maribel Sánchez

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Cientos de personas honraron a sus seres queridos este domingo

Tristeza, ausencia, dolor, nostalgia, respeto e impotencia fueron solo algunos de los sentimientos que convergieron este domingo 2 de noviembre en los distintos camposantos de los Altos Mirandinos, donde cientos de personas visitaron a sus seres queridos para honrar sus memorias durante la conmemoración del Día de los Fieles Difuntos.

Avance se acercó a ellos para conocer el lado más humano de cada historia, donde salió fortalecida la premisa de mantener viva la tradición (como algunos le llamaron) o la oportunidad (según dijeron otros) de llevarles flores, globos, velas, juguetes y hasta una tacita de café hasta las tumbas.

Rostros cabizbajos y muchos ojos aguarapados predominaron tanto en el Cementerio Municipal de Los Teques como en el Monumental, ubicado en el kilómetro 38 de la carretera Panamericana.

Melba Moros y su hermana Zully, residentes de Caricuao, se encontraban en el municipal colocando flores en la fosa múltiple familiar, donde reposan los restos de sus padres, tres de sus hermanos y un sobrino.

“Uno nunca debe olvidarse de sus muertos, ellos son parte de nosotros para siempre. En casa se siente el vacío que dejaron y sentimos cierto alivio cuando venimos a visitarlos, les hablamos y les contamos nuestras cosas. Cada vez que me siento ahogada vengo, yo siento que ellos me escuchan y me lleno de paz”, dijo Melba con la voz entrecortada.

Hechos, más que palabras

En el Monumental, Flor Mora, vecina de la comunidad José Gregorio Hernández, se encontraba junto a su hijo y esposo limpiando la tumba de su primogénito, quien falleció de forma abrupta e injustificada hace diez años.

“El amor que sentimos por nuestros familiares va mucho más allá de la muerte. Estar al pendiente de ellos es demostrar con un hecho las palabras y sentimientos que les manifestamos. Cuando paso tiempito sin venir me siento muy mal, porque yo tengo que estar pendiente de mi muchacho”, aseveró.

Otro entrevistado, quien no reveló su nombre, se encontraba junto a su nuera, hija y nieto de cuatro años de edad, visitando la tumba de su hijo que perdió la vida en un accidente hace un año y medio.

Bajo la sombra de una enorme sombrilla, escuchando un poco de música y hasta algunas golosinas realizaron un compartir, mientras hablaban y lloraban por el fallecido, acción que repiten religiosamente cada domingo. “No es una experiencia, es un sentimiento. Quedan muchas preguntas sin respuestas. Venir hasta aquí es sentirlo, porque estamos frete a algo físico palpable. No es lo mismo prender una vela frente a una foto suya”, señaló el afligido papá.

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