Un saldo de seis muertos, 750 heridos y el municipio de Rio Bonito do Iguaçu destrozado en un 90%
Las autoridades del sureño estado brasileño de Paraná se vieron obligadas a declarar el estado de calamidad pública el sábado 8 de noviembre, luego de que un tornado sin precedentes causara una devastación masiva. El fenómeno, con vientos de 250 kilómetros por hora, dejó un saldo trágico de al menos seis personas muertas y aproximadamente 750 heridos en el municipio de Rio Bonito do Iguaçu. Esta medida de emergencia permite la movilización acelerada de recursos para hacer frente a la crisis.
La destrucción se concentra en Rio Bonito do Iguaçu, una ciudad de cerca de 14.000 habitantes, la cual fue declarada en estado de emergencia por la magnitud del desastre. Las autoridades de defensa civil estiman que hasta el 90% de la infraestructura urbana sufrió destrozos, con miles de viviendas, comercios y escuelas con los techos arrancados o completamente colapsados. La evaluación inicial de daños muestra un panorama de destrucción calificado por las autoridades como un “escenario de guerra”.
Ante la emergencia, el gobierno de Paraná movilizó de inmediato equipos de rescate y montó un hospital de campaña en el municipio para atender a la alta cifra de víctimas. El cuerpo de bomberos y el sistema de salud coordinan las tareas de salvamento y asistencia médica. Diez de las personas heridas de mayor gravedad tuvieron que ser trasladadas a centros médicos con mayor estructura para cirugías complejas, poniendo a prueba la capacidad de respuesta del sistema sanitario.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, expresó su solidaridad a través de redes sociales con las familias de las víctimas. Los esfuerzos de ayuda humanitaria y los planes de reconstrucción ya se están movilizando con apoyo federal para asistir a los miles de damnificados que se quedaron sin hogar.








