El gobierno de Perú decretó ayer el estado de emergencia durante 70 días en la región de Apurímac, situada en los Andes del sur del país, por la sequía que registra esa zona desde noviembre a causa del fenómeno climatológico de El Niño.
Un decreto publicado ayer en el diario oficial El Peruano ordenó a las autoridades nacionales, regionales y locales correspondientes a “ejecutar las acciones inmediatas y necesarias de respuesta y rehabilitación de las zonas afectadas”.
El documento destacó que hasta ahora se han perdido unas 5.000 hectáreas de cultivos diversos y que otras 45.000 hectáreas se encuentran afectadas por déficit hídrico, que “pone en riesgo la seguridad alimentaria de las poblaciones vulnerables”, de acuerdo a un reciente informe de la Autoridad Nacional del Agua (ANA).
La carencia de precipitaciones también generó una disminución de la producción del sector agropecuario de Apurímac y de la ganadería, que padece “una alta morbilidad y una gradual mortalidad de las diferentes especies”, especialmente en la ganadería familiar de subsistencia.
El mismo reporte de la ANA señaló que la situación ocasiona cuantiosas pérdidas económicas y que la situación puede prorrogarse hasta junio debido a que Apurímac no cuenta con los depósitos o embalses de agua suficientes para paliar la sequía.
Según el informe, las lluvias en Apurímac disminuyeron significativamente entre diciembre y febrero, hasta situarse en 18,3 litros por metro cuadrado, en su mayoría por precipitaciones esporádicas en forma de lluvias torrenciales y granizadas.
Ese registro está por debajo del promedio habitual, que fue de 49 litros por metro cuadrado en enero de 2014 y de 53 litros en enero de 2015.
El déficit hídrico es la disminución transitoria y durante un espacio corto de tiempo de las precipitaciones o lluvias, mientras que la sequía es la alteración climática que produce un déficit hídrico prolongado durante meses o años en una misma zona.
El fenómeno climatológico de El Niño sucede cuando se eleva de manera anormal la temperatura del mar, lo que suele ocasionar lluvias torrenciales, inundaciones y aluviones en las zonas cercanas del litoral, y escasez de precipitaciones en la cordillera andina.