Dos voluntarios probaron la primera de esta clase que, para mayor desilusión de los degustadores, no incluía ni papas ni gaseosas.
Ellos mordieron y probaron, pero aseguraron que al alimento le faltaba textura, seguramente debido a la falta de grasa. La hamburguesa fue desarrollada por un equipo de la Universidad de Maastricht, liderado por Mark Post, pretende desarrollar alimentos que ayuden a combatir la crisis alimentaria y el cambio climático en un proyecto a largo plazo.
Serguei Brin, cofundador de Google, se presentó por video en la actividad y anunció que ha financiado el proyecto de 250.000 euros (330.000 dólares) por su preocupación por el bienestar de los animales. La degustación ocurre tras cinco años de investigación, que Post calificó de “un buen comienzo”.
“Yo diría que se parece mucho a la carne normal”, dijo la nutricionista austríaca Hanni Ruetzler, uno de los voluntarios en la degustación. Los dos desecharon el pan y los tomates para concentrarse en la carne.
El otro voluntario fue un periodista estadounidense quien opinó que aunque es magra, se come como una hamburguesa convencional”. Además bromeó que por lo general no las come “sin salsa de tomate, cebolla, jalapeños o tocineta”.
Los científicos creen que el problema del sabor puede solucionarse. “Es problema menos importante porque puede controlarse permitiendo que algunas de las células se desarrollen como células grasas”, dijo Stig Omholt, director of Biotecnología de la Universidad de Ciencias de la Vida de Noruega. Incluso agrega que sería mucho más saludable que extraerla de las vacas.
Post y sus colegas prepararon la carne a partir de células musculares de dos vacas orgánicas. Las células se colocaron en una solución de nutrientes para ayudarlas a desarrollarse en tejido muscular, que al final se convirtió en hebras de carne.
Hicieron falta casi 20.000 hebras para formar una hamburguesa de 140 gramos (5 onzas), que para la degustación del lunes se preparó con sal, huevo deshidratado, crutones, jugo de remolacha y azafrán.
El grupo PETA de defensa de los animales ha respaldado la iniciativa.
“Mientras que haya alguien dispuesto a matar un pollo, una vaca o un cerdo para comer, respaldamos esto”, dijo Ingrid Newkirk, presidenta y cofundadora de PETA. “En vez de millones y miles de millones de animales que se sacrifican ahora, pudiéramos clonar algunas células para producir hamburguesas o chuletas”.