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Adolescentes cambian los libros por motos

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Chamos entre 14 y 17 años se ven obligados a hacer carreritas para sobrevivir

Riquel Saavedra cumplió recientemente 18 años, abandonó sus estudios de bachillerato, se compró una motocicleta y se incorporó a la línea Moto Lanza, que opera en la avenida Bermúdez, cerca del Banco de Venezuela. Dice que desde que era menor de edad está trabajando, primero fue ayudante de camión, pero no le gustó mucho y optó por meterse a mototaxista porque le dijeron que ganaba más plata. Reconoce que le fue muy mal en el colegio, pues repitió varios años. “Me quedé en 2º año y pasé por varios planteles desde las escuelas Taller El Vigía, Granja de Carrizal, hasta el Roque Pinto”. El joven asegura que con lo que se gana haciendo carreritas ayuda en su casa con el mercado, se compra ropa y le queda dinero para tirarse una rumbita un fin de semana.

Afortunadamente vive con sus padres en la calle 24 de Julio de Pan de Azúcar, no tiene hijos, por lo tanto puede ahorrar para arrancar cualquier proyecto en el futuro. “Estoy claro que no voy a pasar toda la vida manejando moto, pues aspiro culminar el bachillerato y luego meterme en el Inces para aprender un oficio”. Otro muchacho de 24 años, que no quiso dar su nombre, pertenece a la misma línea e indica que desde los 15 años está chambeando y lo hizo por necesidad, pues debía ayudar a su familia con los gastos del hogar.

Solo cursó el 1º año de media general. Primero le dieron empleo en un sembradío de flores en Pozo de Rosa y desde hace dos años adquirió una moto, gana un promedio de Bs. 800 a diario, pero muchas veces los reales se le vuelven sal y agua cuando se le daña su caballito de hierro y debe gastar en los repuestos y la mano de obra. Vive con su pareja y no pagan alquiler; sin embargo, tienen que cubrir los demás servicios públicos y también la comida. En términos generales su actividad como mototaxista le da para vivir más o menos bien.

Una usuaria apunta que en una línea nueva que está en La Mata a escasos metros de la UE Negra Hipólita ve a muchos conductores con cara de menores, “yo con esos chamos no me monto ni a balazos, algunos manejan como locos”. Cada día crecen las situaciones de adolescentes que cambian los libros por motos. “Sabemos que el estudio es importante, pero nos vemos obligados a lanzarnos a la calle para trabajar y llevar la papa para la casa”, afirma un joven de 14 años que piratea. 

Regalo fatal

El Sistema para la Protección Integral de Niños y Adolescentes de Guaicaipuro no ha otorgado permisos a chamos menores para desempeñarse como mototaxistas. La presidenta del organismo, Yelitza González, subraya que el artículo 94 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños y Adolescentes (Lopnna) establece que todos los niños y adolescentes trabajadores tienen derecho a estar protegidos por el Estado, las familias y la sociedad, en especial contra le explotación económica y el desempeño de cualquier empleo que puede entorpecer su educación, sea peligroso o nocivo para la salud o para su desarrollo integral. La funcionaria considera que los muchachitos en edades comprendidas entre los 14 y 17 años que se ganan la vida como mototaxistas se exponen a ser víctimas de robo o de accidentes de tránsito.

“La emergencia del hospital Victorino Santaella constantemente está abarrotada de casos de choques que involucran a motorizados, por lo tanto este oficio puede catalogarse como riesgoso”. Expone el caso de un joven que culminó 5º año de media general y sus padres le dieron como regalo de graduación una moto y ese mismo día se mató en un choque. “Situaciones como estas son lamentables”.

Añade que le llama la atención que en varios planteles que visitó últimamente pudo observar muchísimas motos. “Los adolescentes las utilizan como medio de transporte para ir a clases, pero de todas formas representan un peligro. Si no avalamos que las usen para trabajar de mototaxistas, tampoco lo harán para ir y venir al colegio”.

Recalca que la calle Roscio, donde funcionan los liceos Vicente Salias y Eduardo Rísquez, además de la UE República del Paraguay, fue declarada territorio de paz. En esa área se congregan aproximadamente 6.000 estudiantes. En varias oportunidades tuvieron actividades con padres y representantes a quienes les jalaron las orejas por permitirles que sus hijos que se movilizaran en moto.

Otorgaron 151 permisos a menores para trabajar

González recuerda que la edad mínima para que un adolescente pueda trabajar son los 14 años; sin embargo, recibe continuas denuncias de menorcitos de, por ejemplo 9 años, que se fajan en supermercados como empacadores. En este tipo de comercios realizan supervisiones cada dos meses. Sostiene que para otorgar un permiso de trabajo a un muchacho obligatoriamente debe estar estudiando y sus padres, representantes o responsables deben cumplir con ciertos requisitos.

Los recaudos son original y copia de la partida de nacimiento, cédula del niño o adolescente, también cédula de los representantes, certificado de salud, constancia de estudio o título de bachiller del jovencito. Además original y copia de la constancia de trabajo o carta de postulación por parte del empleador, recibo de luz, carta de residencia y fotos de frente del interesado.

La máxima autoridad del Sistema de Protección aclara que la autorización se otorga luego que hayan investigado las razones que inducen a los padres a permitir que sus hijos trabajen. Enfatiza que la jornada de los adolescentes no podrá exceder de seis horas diarias y dividirse en dos períodos, ninguno de los cuales será mayor de cuatro horas.

Entre ambos períodos, los chamos disfrutarán de un descanso de una hora. La labor semanal no podrá superar las 30 horas. Se prohíbe el trabajo de adolescentes en tiempos extras. En el primer semestre, el ente dio 151 permisos para trabajar, de los cuales 52 fueron entregados en el primer trimestre y 99 en el segundo. Durante las vacaciones, las cifras tienden a dispararse, pues en esta temporada, negocios como tiendas de ropa, zapaterías, buscan personal./Ronald Peñaranda/sa/Foto Eduardo Aguilar

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