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“Amarillo” Piña, artista con sello ecologista

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Karines Sabino

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Andrés “Amarillo” Piña, un caraqueño radicado en Carrizal desde hace 24 años, es un representativo artista plástico que imprime un sello inconfundible a cada creación.

Pintura, escultura, diseño gráfico, muralismo, artesanía y reciclaje hacen parte de la gran cantidad de actividades que promueve este admirable personaje.

“Mi aventura inició gracias a mi padre Andrés Piña, que a pesar de ser un destacado cirujano fue mi inspiración porque era un apasionado del arte; aunque lo hacía como hobby, se le daba muy bien”.

Graduado de la Escuela Cristóbal Rojas en Arte Puro, confesó que inicialmente quería ser doctor como su papá, pero luego esa idea cambió. “Me gustaba ir con él a su consultorio y creí que la Medicina era mi camino, pero a medida que fui descubriendo lo maravilloso de poder crear, quedé conquistado”.

En su haber cuenta con 62 exhibiciones, 5 de ellas individuales y alrededor de 57 colectivas. “Me gusta que mis trabajos se muestren primero en casa, una vez que los he presentado en Altos Mirandinos es que las proyecto más allá”.

Tras 17 años de amplísima trayectoria, considera importante la disciplina, constancia y pasión para hacer bien las cosas. “Suelo ser muy disciplinado, procuro brindarle tiempo completo a cada actividad, así como mantenerme siempre muy activo porque soy de los que piensa que la pereza es el principal enemigo de un artista”.

Apuntó que entre las satisfacciones que ha cosechado, está el hecho de que su trabajo agrade y con ello disfruta que la gente se identifique con él. Asimismo, aseveró que vivir de lo que hace es algo indescriptiblemente gratificante. “Lo más importante de la vida es hacer lo que a uno de verdad le gusta”.

Desde 2009 funge como gestor cultural de la Asociación Venezolana de Artistas Plásticos. Entre sus proyectos se encuentra exponer próximamente en los espacios de Villa Teola.

Manifestó que fue seleccionado junto a otros dos importantes artistas para trabajar con la ilustración creativa en el lobby del Centro Nacional del Disco.

Puntos de partida

Piña explicó que en todas sus creaciones predomina el amarillo porque es su favorito, para él simboliza vida, brillo, energía, sabiduría y abundancia. Es tal su afinidad que incluso sus tarjetas de presentación están impresas en los tickets de metro que han sido desechados; con ello hace alusión a su nombre artístico y a la defensa del reciclaje.

“Por si fuera poco, como mi apellido es Piña, todo se conjuga a favor de mi particular preferencia por ese color y por eso mi nombre artístico es Amarillo Piña, antes me llamaban Piñarte”.

Desde el taller de trabajo que tiene en casa, donde crea las más maravillosas obras, confesó que su musa siempre ha sido la figura femenina y que todo ello tomó mayor impulso cuando nació su hija Zoe, quien con 13 años de edad ha demostrado tener la madera del padre. “Estoy muy orgulloso de ella porque muchas veces ha superado mis expectativas”.

Detalló que su amor por la Madre Tierra, aunado a la belleza de la mujer y todo lo que ello representa, le dieron un rumbo a su imaginación. “Aquí tenemos paisajes espectaculares y bellísimas montañas, eso lo fusiono con mi musa principal y obtengo muy buenos resultados”.

Reutilizar es la premisa

Más allá del lienzo, este talentoso creador realiza un interesante trabajo ecológico. “Yo reciclo de todo, principalmente las botellas plásticas de refresco, eso lo convierto en un nuevo producto, como bisutería para damas, carteras, flores decorativas, juguetes para los chamos y hasta insectos”.

Nos contó que desde hace algún tiempo impulsa un proyecto de reciclaje constituido por 16 juegos tradicionales, que van desde perinola, yoyo, trompo, gurrufío, muñecas de trapo, papagayos elaborados 100% con materiales reutilizados como el catón, plástico y papel.

“La necesidad de implantar la semilla de la ecología en los niños radica en la importancia de construir una generación consciente y productiva, que ellos puedan crear sus propios juguetes apartándolos un poco del consumismo comercial que nos invade, hay que reinventarse siempre en pro de aportar”.

Bajo esa concepción de promover la reutilización, que para él genera más vida y bienestar, realiza talleres con los que busca llegar a comunidades, escuelas y liceos. Para solicitarlos pueden contactarlo a través de sus redes sociales, en Facebook Amarillo Piña, por Twitter @zoeamarillo y a través de Instagram amarillo_pina.

“Para mí la basura no es solo eso, en todo veo una potencial creación. Desde mi perspectiva procuro educar a los demás, que están acostumbrados a ver, mas no a observar, por eso me gusta trabajar principalmente con niños porque son puros; partiendo de esto se les puede ayudar a explorar una mejor visión de la vida”.

Rienda suelta

Fusiona la teoría del reciclaje con muchos de sus trabajos, por ejemplo, sus lienzos los monta en soportes de madera a los que les saca el máximo provecho.

Con la escultura tiene interesantes proyecciones. “Tengo en mente saltar de lo bidimensional a lo tridimensional, quiero darles más vida a mis pinturas convirtiéndolas en figuras palpables que realizaré con láminas de metal recicladas”.

Actualmente, se encuentra enfocado hacia lo pictórico. Desde febrero tiene una exposición itinerante denominada El color de las Musas, la cual arrancó en San Antonio, se exhibe en Caracas y tiene estimado que para finales de este año visite la Casa de la Cultura de Los Teques, para luego seguir su recorrido por otros estados del país.

“Esta muestra compuesta por 32 obras mías busca alegrar al espectador saliéndose de lo común y haciendo mi propio lenguaje. Allí trabajo con mucho colorido, insinúo cuerpos de mujeres a quienes llamo musas, que están antepuestas a un paisaje idealizado y muy llamativo. He aprendido a no tenerle miedo al color, y con ello dejo volar mi imaginación”./ac

MARIBEL SÁNCHEZ

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