Padres temen que imponer carácter hará que los chamos se vuelvan inseguros
El tema de disciplinar a los chamos da mucho de qué hablar, entre los padres y los que aún no lo son, pues los modelos de crianza han cambiado con el paso de los años.
Los más modernos aseguran que las palabras resuelven más que golpes, mientras que otros dicen que una nalgada a tiempo resuelve los malos comportamientos, incluso comentan de manera jocosa que en sus tiempos con solo una mirada de los progenitores, los niños ya sabían que tenían que controlar sus acciones.
Hay dos vertientes: ser demasiado permisivos, criando a los hijos consentidos y capaces de armar un berrinche, si no tienen lo que quieren, y el control excesivo que al final deja la incertidumbre de si esas acciones harán que los pequeños vayan formándose como personas inseguras y de poca autoestima.
Los expertos recomiendan no caer en los extremos, pues éstos resultan desfavorables para el fortalecimiento de la conducta de los hijos. Lo ideal es que exista el sano equilibrio en los correctivos que se apliquen por cada comportamiento erróneo.
Mantenerse fijo en el rol de padres
Lo primero que debe hacerse es establecer límites claros para así evitar discusiones a futuro. Si el niño le pide alguna golosina, en vez de decirle que se la dará, fije su posición y aclare que solo podrá comer una y que con esa es suficiente.
Es importante que se mantenga firme en sus palabras pues si no lo hace, su hijo puede interpretarlo como que usted es una persona que fácilmente cambia de parecer. Si al primer berrinche da su brazo a torcer le enseñará que llorando puede conseguir todo lo que desee.
Haga que su hijo justifique por qué usted debe ser permisivo, por ejemplo, si quiere ver la televisión o salir a jugar al parque, primero debe haber cumplido con sus obligaciones escolares y tareas como ordenar su cuarto. No se pueden premiar las faltas de responsabilidad. Según los expertos, este mecanismo los ayuda a aprender a sobrellevar la frustración.
No se puede mantener alejados a los chamos de situaciones como la desilusión. Si ve que llora por alguna situación de su entorno, hay que enseñarle cómo manejar los sentimientos, para así fortalecer su carácter y personalidad. Cuando sea más grande tendrá menos dificultades para afrontar conflictos de índole emocional.
¿A quién no le gusta ser premiado? A los niños y las personas en general les gusta que reconozcan sus virtudes y buenas acciones. Eso fomenta los valores e impulsa al agradecimiento.
Haga una prueba; cuando su hijo le proponga que le de un obsequio o que lo lleve de paseo, a algún lugar divertido, establezca una lista para que vaya acumulando puntos y al llegar a la meta recibirá lo que anhela. Esto es un ejemplo de que las grandes cosas de la vida se obtienen a través del esfuerzo de cada quien y que no todo tiene que caer del cielo.
La comunicación es la llave para abrir todas las vías del entendimiento. Sea amigo de sus chamos, converse abiertamente con ellos y escuche sus dudas, miedos e inquietudes, pero siempre demuestre que usted lleva la batuta.
Al dar confianza aumentará las posibilidades de que su hijo no le oculte las cosas./no/Fotos: Gabriel Ordóñez