En un clima completamente festivo y que terminó con incidentes entre la policía y varios grupos de seguidores, los jugadores y cuerpo técnico del Flamengo se unieron durante más de cuatro horas a miles de aficionados de todas las edades que tiñeron de rojo y negro la céntrica Avenida Presidente Vargas de Río para conmemorar el segundo título de Libertadores, tras el logrado en 1981.