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“Beatificación de José Gregorio es un acto de justicia”

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Cientos de fieles celebran el decreto a favor del “Médico de los pobres”

RONALD PEÑARANDA

“Que feliz me siento porque por fin se hizo justicia con el doctor José Gregorio Hernández. Para a mi él siempre ha sido un santo a quien le debo muchos milagros”.

El testimonio lo dio al diario Avance, Leticia Guerra de Peñaranda, una abuelita de 90 años, quien se encuentra entre los miles de fieles que veneran al denominado “Médico de los pobres”, quien este viernes 19 de junio, el papa Francisco dio la aprobación para su beatificación.

Confiesa que todos los días le pide por la salud de ella y por el resto de la familia. “Cada vez que siento un dolor en mi cuerpo me aferro a él, le rezo con mucha fe y todos los achaques tengo se me pasan. Para ser muy sincera creo más en el doctor José Gregorio que en los médicos que están en las clínicas y los hospitales”.

Señala que desde principios de la década de los 80 tiene en el patio de su casa un nicho donde reposan en todo el centro, dos figuras del venerable con su bata de médico y su estetoscopio, además de un cuadro donde se ve con su carácterístico saco y sombrero negro.

“Me lo construyó un albanil muy amigo de la familia. Me lo dio como regalo de cumpleaños un cinco de diciembre. Este sitio lo cuido como un tesoro. Hay familiares mios que se metieron a otras religiones y todo del tiempo me crtican. Me dicen por qué adoro a un busto de yeso y siempre les respondo que mientras yo esté viva José Gregorio estará en mi casa. A mis hijos les advierto que no se atrevan a botarmelo porque de hacerlo se arrepentirán”, destaca con una lucidez impresionante.

A manera de anécdota cuenta que la única vez que viajó a Isnotú, estado Trujillo, donde se encuentra el santuario del hoy día beato le pasó algo muy particular.

“Me llevó mi hija Ruth, la mayor. Sufrimos un accidente en el carro que manejaba mi yerno. Casi todos presentamos golpes. Mi nieto Jair que estaba chiquito lo llevamos a un centro de salud porque fue el que más lesionado quedó y cuál fue mi sorpresa que en la puerta de ese centro estaba José Gregorio. El metió su mano para que no fuera nada grave”, rememora.

Autorización del Papa Francisco

En audiencia con el cardenal Angelo Becciu, el papa Francisco autorizó los decretos que darán a la Iglesia cuatro beatos que provienen de América del Sur y de Europa, todos con vocación de servicio a los pobres, a la nación y los jóvenes, informó el sitio de noticias de la Santa Sede, Vaticano News.

“Una fe viva lo acompañaba siempre: para él la medicina era una misión, sobre todo para los más necesitados. A menudo compraba medicinas para sus pacientes y en lugar de pedirles dinero por la consulta, se las daba”, indica la página web del Vaticano en la descripción de José Gregorio Hernández.

El doctor es beatificado por el milagro de la niña Yaxury Solórzano, ocurrido en 2017 cuando ella tenía 10 años de edad.

La menor y su papá fueron interceptados por delincuentes para robarles la moto en el sector Mangas Coveras del estado Guárico. Los antisociales dispararon y una de las balas hirió en la cabeza a la niña, que quedó en estado de gravedad, reseñó el diario El Nacional.

Por lo ocurrido Yaxury podía quedar con discapacidad severa, así que su madre pidió auxilio al “Médico de los pobres”. Más de 20 días después Solórzano estaba sana.

Los otros tres beatos autorizados son el argentino Mamerto Esquiú, a quien se le atribuye el milagro de curar una niña con osteomielitis; el alemán Francisco María de la Cruz, fundador de la Sociedad del Divino Salvador y de la Congregación de las Hermanas del Divino Salvador; y la italiana María Laura Mainetti, quien fue asesinada por odio a la fe por tres jóvenes en junio del año 2000.

Venezuela de júbilo

“La beatificación de José Gregorio Hernández es inminente, pero no hay un lapso de tiempo para que se produzca”, afirmó en una entrevista reciente a El Nacional Gregori Lobo, vicario parroquial de la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria.

Ese sentimiento ha calado incluso a la cultura: como parte de la campaña «¿A dónde vas, José Gregorio?» el artista Oscar Olivares tiene previsto develar un retrato.

Mientras que ya varios músicos se han unido para hacer una composición al Venerable.

“Estamos muy emocionados por el reconocimiento de su santidad y servicio. Hablamos de un apóstol de la paz”, dijo Lobo.

Otros medios de comunicación social reseñaron que en el centro de Caracas celebraron con fuegos artificiales. Algunas iglesias hicieron sonar las campanas luego que se diera a conocer el anuncio desde Roma.

71 años después

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) publicó en su cuenta de Twitter: “Venezuela de fiesta, aprobada beatificación del Dr. José Gregorio Hernández”.

De igual manera la CEV difundió:  “La noticia es de alegría para toda el país e incluso en América Latina, que ha despertado una gran devoción por el Venerable, uno de los laicos más insignes de la Iglesia, ejemplo de las virtudes cristianas, con una fe inquebrantable”.

“Han sido 71 años desde que el proceso de beatificación y canonización del médico de los Pobres fuese iniciado por Mons. Lucas Guillermo Castillo, quien fuera Arzobispo de Caracas, en 1949. Hace 34 años, el 16 de enero de 1986, fue declarado Venerable, por el Papa Juan Pablo II”.

“El 09 de enero de 2020, la Comisión Médica de la Congregación para la Causa de los Santos, aprobó el milagro atribuido a su intercesión; de igual forma ocurrió el 27 de abril de 2020 con la Comisión Teológica”, recalca la conferencia.

El Dr. José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, una humilde localidad del estado Trujillo. Sus padres fueron Benigno Hernández y Josefa Cisneros, siendo por línea materna, descendiente del Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros. Fue el primero de seis hermanos, en un núcleo familiar fundamentado en los principios y valores cristianos, mismos que forjaron su carácter y le acompañaron toda la vida.

Fue médico, científico, profesor, músico y filántropo, con vocación religiosa, fue franciscano seglar. En cada una de las áreas en las que se desempeñó, fue testimonio de la generosidad, la caridad, la solidaridad y la fe en Cristo, con un corazón especial movido por los pobres y los desfavorecidos.

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