25/04/15.- Muchos son los hombres y mujeres que trabajan 24 horas en laboratorios, se trasnochan y llaman sin cesar a los distribuidores para buscar reactivos. Hoy conoceremos las historias de algunos de ellos, con motivo de la celebración del Día del Bioanalista.
Muestras de orina, sangre y heces describen perfectamente su día a día; ellos, mediante diferentes procesos, son capaces de evidenciar problemas de salud de niños, jóvenes y adultos.
Edgar Moncada vive en Maracay, todavía no ha llegado a los 40, y ya comienzan a verse los rastros de cansancio, trasnocho y estrés. Su aprecio por esta rama de estudio se desencadenó de manera inesperada, pues realmente lo que en un principio deseaba ser era médico.
“Yo quería estudiar Medicina, pero cuando uno sale del liceo y no tiene el promedio, uno comienza a evaluar otras opciones; entonces en la prueba puse Ingeniería Eléctrica y Bioanálisis, no quede en ninguna de las dos”.
Cuando por fin pudo entrar a la Universidad de Carabobo, para prepararse en Bioanálisis, “no tenía nociones de lo que era la carrera, comencé a estudiar y me apasionó, realmente amo profundamente lo que hago”.
Indicó que lo que más aprecia de su profesión es el contacto con los paciente. “Me gusta esto porque a veces sabemos muchas cosas que otros no pueden ver”.
“Los que gerenciamos tenemos que movernos con los contactos y los proveedores, eso es un poco tedioso”. Mencionó que diariamente trabaja seis horas, a veces 12 horas e, incluso, 24”.
En cuanto a la remuneración, reveló que no es muy buena. “Creo que en la actualidad ningún gremio está de acuerdo con lo que está ganando, la única manera sería que se trate de alguien con su propio negocio. Según el colegio de bioanalistas, el sueldo debería ser Bs. 9.600”.
María José Fernández, por su parte, sostuvo que la pasión por esta carrera proviene de sus padres, ya que ambos son bioanalistas. “Mi papá fue fundador del Ipasme, desde pequeña me interesó esta profesión, ya tenía un camino andado porque ellos ya tenían un laboratorio”
Esta chica es egresada de la Universidad Central de Venezuela, aseveró que lo más gratificante de esta labor es poder ayudar a los pacientes acortando el tiempo para dar el resultado de un examen.
Igualmente, expresó que el aspecto negativo de todo es que la especialidad no es bien remunerada si se hace de manera pública. “En mi caso, que tengo el laboratorio, no consigo los insumos, tengo que lidiar con el estrés del inconveniente para conseguir algún reactivo”.
Por: Skarlet Nieto / Foto: Fanny Romero