La ciudadanía ha escogido el exilio o el encierro como una manera de preservar su vida. El aumento de los hechos delictivos ha afectado la asistencia de público a los cines y teatros, así como la producción de programas de radio y TV. Pocos son los que acuden a un evento nocturno por temor a ser víctimas del hampa. El miedo impera en la calle.
“¿Dónde y a qué hora es?” son las preguntas que siempre le hacen a Carmen Julia Álvarez cuando anuncia en sus redes sociales una obra de teatro. Son los mismos comentarios que se repiten en las promociones de conciertos o estrenos de películas. Además del precio de la entrada, el público pone como prioridad la locación y el horario para confirmar su asistencia.
El asesinato de Arnaldo Albornoz, reportero de La bomba de Televen, le puso rostro a la crisis. El domingo salió de una función en Urban Cuplé, fue a un local del Centro San Ignacio y al llegar a su casa en Caricuao fue interceptado por delincuentes. Eran las 2:00 de la mañana.
En los años setenta, cuando Javier Vidal comenzó su carrera en el teatro, la vida nocturna de la ciudad se acababa con el amanecer. La salida del sol era el momento razonable para volver a casa, luego de desayunar en algún establecimiento del bulevar de Sabana Grande. Pero los tiempos han cambiado. A las 9:00 pm se sube el telón para presentar a las ciudades fantasmas venezolanas.
No hace falta que el presidente decrete un toque de queda. Los venezolanos se lo han impuesto. El miedo se adentra en los hogares y salir de las paredes que brindan sensación de seguridad es algo impensable.
El abogado Fermín Mármol García considera que el aumento de los índices de criminalidad ha ocasionado que el gentilicio venezolano se modifique: ahora la gente es desconfiada, más áspera y menos amable. La situación solo deja a los ciudadanos dos opciones: irse del país a recuperar sus libertades perdidas o renunciar a algunas de ellas.
“La gente restringe sus actividades recreativas. Lo que tenemos en las noches son ciudades desiertas, lo que genera retroceso y primitivismo, lo contrario al progreso y al bienestar”. Pero cuando el horario de trabajo es nocturno, esta opción no es válida.
Más allá del precio. 2017 comenzó con promociones en las principales cadenas de cine venezolanas: Cines Unidos y Cinex. La primera tuvo hasta la semana pasada una oferta de dos entradas con cotufas y refrescos por 5.900 bolívares en cines premium y salas 3D. La otra ofrecía una entrada 2D y una 4DX por 6.000 bolívares. A pesar de esto, los establecimientos no se llenan como antes.
El horario matinée ya no es solo para niños. A las 8:40 pm es la última función de Cinex en el Centro San Ignacio y 20 minutos antes son más los puestos disponibles que los ocupados. El panorama mejora ligeramente en Cines Unidos del centro comercial Líder, pues a las 8:00 pm se ve movimiento de público con entradas en mano.
Se contactó a representantes de ambos circuitos, pero los cuestionarios enviados por correo electrónico no fueron respondidos.
A pesar de que los cines se encuentran ubicados en centros comerciales, unos reciben más público que otros. Los estacionamientos, la seguridad y la zona son los elementos clave para seleccionar la sala ideal.
Solveig Hoogensteijn, directora de Trasnocho Cultural, confirma que las medidas de seguridad han aumentado considerablemente. Recuerda cuando en Caracas había funciones de medianoche en cines y teatros. “Eso ya es un sueño. Nosotros debemos velar por la seguridad de nuestros visitantes, así que decidimos poner los horarios del teatro más temprano y reforzamos la seguridad con un circuito cerrado”.
Los esfuerzos detrás del telón. Los grupos de Whatsapp se convirtieron en la mejor manera de verificar que todos los miembros de los grupos de teatro están bien. Aunque las presentaciones son más temprano, para el director Dairo Piñeres la angustia de la salida y la llegada es la misma. “Vivimos en un gueto”, afirma.
Para Vidal era impensable que un teatro funcionara en un centro comercial. Ahora esto es vital. También lo era tener una función de teatro a las 4:00 pm, pero estrenará una obra a esa hora. Los ensayos hasta la madrugada son cosa del pasado.
El productor teatral Samuel Hurtado indica que debido a la inseguridad no solo las funciones se programan más temprano, sino que algunas salas han modificado sus estructuras para instalar un detector de metales, como en el Centro Cultural BOD. Menciona que incluso él mismo ahora está pendiente de quiénes entran a la sala, algo que no le preocupaba antes.
El problema también afecta a la televisión nacional. Las condiciones del país han mermado los programas nocturnos en vivo. Uno de los pocos sobrevivientes es Sábado en la noche, transmitido por Globovisión. “Al salir hay que encomendarse a Dios”, dice resignada Melisa Rauseo, una de sus conductoras.
Junto con Rocío Higuera y Gabriela Páez, Rauseo sale del canal que está ubicado en la Alta Florida cerca de la medianoche. El horario y la dinámica les han dificultado la producción. Hay invitados que se han negado a ir por temor a la inseguridad. “Ahora les ofrecemos el traslado al canal y de regreso a su casa”, señala la comunicadora.
Félix Allueva, creador del programa Rock en Ñ, asegura que la situación en la radio no es diferente. “Tomamos las mismas medidas que todos los que se arriesgan: salir juntos y estar pendientes de que cada uno llegue. Ya se hizo parte de la cotidianidad”.
Allueva menciona que por el mismo problema no siguió al frente de Fabricado acá, que conducía los domingos de 9:00 pm a 11:00 pm en La Mega. “Fue una decisión personal. Supongo que mucha gente está tomando medidas como esa”, finaliza.