19/10/15 .- A menudo, el embarazo y el período post parto representan un abismo de tiempo y distancia entre la pareja. Pasan 9 meses de embarazo y alrededor de 3 meses de recuperación. Se viven noches de desvelo que llevan al agotamiento, cambio en la imagen corporal, la lactancia, desajuste hormonal, fluctuaciones emocionales, inhibición de la libido entre otros factores, todos estos cambios representan situaciones nuevas y desafiantes para la pareja.
En momentos de crisis y de monotonía muchas parejas buscan un escape a los problemas de la relación. Logran desviar y maquillar el síntoma con una nueva ilusión, el buscar embarazarse. Creen que será la solución y el lazo más fuerte como pareja. Por lo contrario, se sabe que para poder afrontar los cambios de un bebé en la relación de pareja deben de tener cimientos sólidos; capacidad para dialogar, para empatizar, para resolver, construir y perdonar. Es por ello que al no tener sólido el pilar más importante, la pareja, cuando llegan los hijos se ve fracturada la relación hasta llegar al divorcio.
El compartir ambos momentos con el recién nacido como bañarlo, cambiarlo, arrullarlo, abrazarlo, los coloca en un plano de entendimiento mutuo. De esta forma no se pierde el rol de ser pareja sino se añade el ser padres.
Siempre tener un espacio donde platicar les ayudará a fortalecer su relación. Hablar de los miedos, retos de la llegada del bebe, de propias frustraciones y de sus gozos, les traerá unión. Comunicar necesidades propias y de pareja es una propia iniciativa de que ambos se preocupan por sí mismos.
Con información de: Informe21