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Conozca los tipos de persona que nadie quiere en la oficina

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Periodistas de Avance

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Pasar más de ocho horas en un mismo entorno es un reto casi similar al de mantener feliz a una familia

La convivencia en el trabajo, como en los otros escenarios de la vida tiene de todo. Aquí podremos encontrar grandes seres humanos que se convertirán en muy buenos amigos  y de quienes se puede aprender muchísimo, como también la persona con la que queremos compartir el resto de nuestra vida.

Pasar más de ocho horas en un mismo entorno hace que el trabajo sea nuestro segundo hogar, un lugar en el que se presta para todo tipo de emociones: se ríe, se llora, se pelea, se aprende y se ama. Hay días buenos como también malos, pero al final siempre será la manera en cómo usted afronte el comportamiento de los demás y reconoce que todos tenemos cualidades y defectos.

Es por ello que la página web Finanzas Personales le recomienda: Siete conductas por las que sus compañeros de trabajo no lo quieren

Se citó al psicólogo Gustavo Giorgi, quien expuso para Entrepreneur cuáles son aquellos compañeros insufribles a quienes hay que tenerles paciencia:

El que siempre necesita terapia

Es esa persona que vive “emproblemada”, no ha corrido con buena suerte y busca consuelo en sus colegas. Todos los días llega al trabajo con un enredo diferente para que quien lo escuche se convierta en su consejero. Lo peor del caso es que si uno intenta proponerle ideas o acudir a un profesional, su respuesta será “Yo no creo en psicólogos”.

“El plagiador”

Aquella persona que no tiene creatividad, va por la vida viendo que hace bien el otro para copiarlo. Roba ideas y se las adjudica como propias.

Cuando su jefe lo felicita por algo que usted había hecho antes, nace en usted ese salvaje que quiere golpearlo, pero ante todo la educación. Si a este insufrible le pide explicaciones dirá: “Nunca supe que esa era una idea tuya. Es más, yo la tenía hace mucho tiempo, pero no me animaba a decirla”.

El laberíntico

Su nombre se debe a que no sabe cómo hablarle porque todo le caerá mal al día siguiente. Cualquier comentario podrá ser usado en su contra. Para Gustavo, una palabra, un gesto, incluso una interjección de alguien podría ser el puntapié inicial para que el laberíntico expulse su inconformismo con todo sin usar las palabras adecuadas.

El que piensa por los demás

“Todos creemos que no hay oportunidades de crecer” es la típica frase que dice este imprudente en una reunión frente al jefe.

Es aquel que tiene un complejo de líder y que por eso puede hablar y opinar por los demás. Usualmente es el extrovertido que también quiere ser el centro de atención.

El quejumbroso

Que porque hace mucho frio, que porque hace mucho calor, nada le gusta y crítica a todo mundo. Quejarse es su hábito favorito, pero lo peor es que no se responsabiliza de nada. Este es de los que a uno le fastidia escuchar porque no tiene nada bueno que decir.

El bravucón

Disfruta hacerle bullying a los demás, su deporte favorito parece ser echar malos chistes sobre sus compañeros. Los deja en ridículo y no valora el trabajo de nadie.

El psicólogo dice que “algo interesante a tener en cuenta es que los bravucones poseen una importante carencia de seguridad en sí mismos, que intentan compensar mediante la denigración a los demás”.

“El centro del Universo”

Busca debatir por todo y no acepta posiciones opuestas, pues de los que considera que siempre tiene la razón. Es competitivo, asegura haber vivido de todo y cree saber de todo. Estos egocéntricos logran que en vez de querer acercársele, la gente lo evite.

El que vende pescado podrido

No ha pasado algo cuando esta persona ya tiene todos los detalles de ese acontecimiento. Es decir, disfruta de los chismes y de expandir rumores.

Según Giorgi, “el momento del café será el apropiado para que este personaje comience a destilar información ‘reservada’ (que solo él conoce) en general consistente en predecir hechos negativos, dramáticos o directamente catastróficos”.

 El “englobado”

A diferencia del anterior, este personaje no tiene ni la más remota idea de lo que pasa a su alrededor. No reacciona con agilidad y carece de iniciativa.

Es el típico perezoso que todo toca explicarle una y otra vez. Para el experto, aquellos que desempeñan este rol lindan con la noción de quitarse responsabilidades de encima y por ello jamás asumirán un riesgo, o mostrarán vehemencia en momentos claves.

El voluble

Cambia de parecer como se cambia de ropa. Un día está a favor de algo y al otro lo aborrece. No es confiable porque parece no tener identidad propia y desespera que no tenga una posición clara sobre lo que habla. “Él va como Vicente, para donde va la gente”. /gf/lb/

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