En 1996, San Juan Pablo II, durante su visita al país, resaltó: “Ante los graves problemas que existen, confíen en Dios y sean creativos. Busquen sembrar a Dios porque esa es la salvación de Venezuela”.
Dos enormes retratos de Juan XXIII y de Juan Pablo II presidieron la ceremonia en la que fueron declarados santos. Bajo su mirada, el papa Francisco y el papa emérito Benedicto XVI oficiaron una histórica ceremonia a la que asistieron cientos de miles de fieles, que cantaron y rezaron y guardaron silencio bajo una lluvia fina. La de ayer fue la primera jornada “con cuatro papas” en la historia de la Iglesia.
La plaza, que se llenó rápidamente después de que se abrieran las puertas a las 5:00 de la mañana, rompió el silencio respetuoso en contadas ocasiones: cuando Benedicto XVI hizo su aparición, cuando Francisco salió de la Basílica y cuando ambos se saludaron.
Poco después de las 10:30 hora local, llegó el que era quizá el momento más esperado por los fieles. Y Francisco pronunció una palabra latina que muchos parecieron comprender: “Decernimus” (“Lo ordenamos”). Un mandato que convirtió en santos para la Iglesia católica a Juan XXIII y Juan Pablo II.
En su homilía, Francisco definió a Juan Pablo II, quien lideró a los católicos desde 1978 hasta su muerte en 2005, como “el Papa de la familia”, mientras que a Roncalli lo calificó de un “pastor, un guía-guiado”. De ambos, aseguró el Papa argentino Jorge Bergoglio, se puede decir que “colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar” la Iglesia y que “vivieron las tragedias del siglo XX sin dejar que los superaran”.
La decisión inédita de canonizar a dos papas a la vez fue tomada por Francisco en un gesto “político” que, según los vaticanistas, buscaba reconciliar -o dar representación- a dos tendencias dentro de la Iglesia: la conservadora, que ve en Juan Pablo II un ícono; y la más progresista, que considera a Juan XXIII (Papa entre 1958 y 1963) como un punto de inflexión en la modernización de la institución. Frente al altar desde donde el Papa celebró la ceremonia de canonización, 93 delegaciones internacionales asistieron a la primera canonización doble de dos papas en la historia. De ellas, 16 fueron latinoamericanas, un 17% del total.
El orden de las sillas perfectamente alineadas en las que se sentaron los dignatarios contrastó con el tumulto del resto de la plaza, donde se reflejó durante unas horas el mapa humano del catolicismo. Hubo religiosos –sacerdotes, frailes y monjas con hábitos variados– pero la mayoría fueron laicos. No hay cifras oficiales sobre el origen de los peregrinos, pero una mirada alrededor basta para dar una idea aproximada del crisol de procedencias que llenó esta plaza.
Los polacos fueron los más numerosos. No sorprende. Muchos de ellos portaban grandes pancartas con el retrato de su compatriota Karol Wojtyla. Y algunos movían al viento banderas con los colores rojo y blanco de Polonia, muchas de ellas con el nombre del sindicato católico Solidaridad, cuyo papel fue clave en la caída del socialismo en aquel país.
En el centro de la plaza, un grupo de mujeres camerunesas con trajes confeccionados para la ocasión: en la falda, rodeados de un estampado de colores vivos, los retratos de Juan XXIII y Juan Pablo II. “No podíamos perdernos esta celebración”, decía una de ellas.
Pero, además del polaco, fue el español la lengua que más se escuchaba en la plaza. Porque en la mañana de la canonización San Pedro, especialmente antes de la ceremonia, fue un lugar bullicioso. El recogimiento de quienes rezaban arrodillados no parecía interrumpirse por los cantos. “Esta es la juventud del Papa”, repetían una y otra vez una veintena de adolescentes con banderas de España al hombro.
Y tras la misa y los saludos protocolarios a los miembros de las delegaciones internacionales, Francisco, montado en el papamóvil, recorrió la plaza saludando a los fieles. Un baño de masas que se prolongó por la vía de la Conciliazione. La calma mantenida hasta ese momento se rompió definitivamente. Los gritos de “Francesco, Francisco” llenaron la plaza. Por un momento Bergoglio se convirtió en el protagonista de una jornada dedicada a dos de sus predecesores.
Después, poco a poco el lugar comenzó a vaciarse. Muchos peregrinos, algunos de los cuales habían pasado la noche en vela, comenzaron su viaje de vuelta. Y las puertas de San Pedro quedaron abiertas para quienes quisieran visitar y rezar ante las reliquias de los dos nuevos santos de la Iglesia católica: Juan XXIII y Juan Pablo II.
El día de los cuatro papas
En total se calcula que unos 800.000 fieles de todo el mundo se dieron cita en la Plaza de San Pedro, para ser testigos de la canonización de Juan XXIII, ‘el papa bueno’, y de Juan Pablo II, ‘el papa peregrino’. Este 27 de abril la atención mundial se centró en el Vaticano, en una jornada calificada como ‘el día de los cuatro papas’, ya que la ceremonia de canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II corrió a cargo del papa Francisco con la presencia del papa emérito Benedicto XVI, que renunció al trono vaticano en febrero del año pasado por problemas de salud.
La ceremonia fue concelebrada por el papa emérito Benedicto XVI, 150 cardenales, más de 1.000 obispos y unos 6.000 sacerdotes de todo el mundo. Los representantes de las delegaciones oficiales que confirmaron su asistencia, entre las que se encontraban 24 jefes de Estado y 10 jefes de Gobierno, empezaron a llegar a la Plaza de San Pedro una hora antes del inicio del evento. Entre ellos se encontraban los reyes de España y de Bélgica, además de los presidentes de Ecuador, Honduras, Paraguay, entre otros.
Además, los interesados alrededor del planeta pudieron seguir la ceremonia por las retrasmisiones en vivo o por Internet. De momento no se han emitido datos de cuántas personas han visto la canonización por todo el mundo. Es la primera vez que el Vaticano retransmite en directo por internet una canonización. Para la cobertura se utilizaron 33 cámaras de televisión: 13 de ellas transmitieron en 3D, 15 en alta definición y 5 en formato 4K.
Jaua entregó Plan de la Patria al Papa Francisco
El canciller venezolano, Elías Jaua, y la ministra de Estado para la Región de Defensa Integral (Redi) Oriental, Maripili Hernández, entregaron al Papa Francisco el Plan de la Patria 2013-2019, legado de Hugo Chávez. El acto de entrega se dio durante la ceremonia de canonización que presidió el Sumo Pontífice desde la Ciudad de Vaticano, en Italia.
Mientras que el sábado, Jaua sostuvo un encuentro con el secretario de Estado del Vaticano, cardenal Pietro Parolin, en Roma, a quien le transmitió el agradecimiento del Gobierno y pueblo venezolano por su compromiso en seguir acompañando el proceso del diálogo de paz.
“Hemos recibido del Cardenal Parolin todo el compromiso en seguir acompañando al pueblo venezolano por la paz y la tolerancia”, señaló Jaua, quien agregó que Parolin instó a los venezolanos a dirimir las diferencias en el marco pacífico y democrático. “Él está en disposición de seguir viajando a Venezuela para acompañar al Nuncio Apostólico y realzar la presencia del Vaticano en estas reuniones, transmitiendo el mensaje de su santidad por la paz” en la nación suramericana.
“Venezolanos, confíen en Dios y sean creativos”
De acuerdo con el expresidente del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela, Mario González Casado, en 1996 Juan Pablo II dijo al país: “Venezolanos, ante los graves problemas que existen, confíen en Dios y sean creativos”. Añadió que el hoy santo Juan Pablo II, en su segunda visita al país, expresó “busquen sembrar a Dios porque esa es la salvación de Venezuela”. Asimismo, recordó que estas declaraciones de Juan Pablo II, ofrecidas durante un encuentro en el teatro Teresa Carreño, consistieron en instar a los venezolanos a que “crezcan en Dios y llévenlo a sus circunstancias”.