Arqueólogos han desenterrado el ejemplo de decapitación más antiguo jamás encontrado en el Nuevo Mundo.
El cráneo pertenecía a un hombre joven y fue enterrado en Brasil hace unos 9,000 años, con manos cercenadas cubriéndole el rostro en una pose misteriosa: la mano izquierda sobre el lado derecho de la cabeza, con los dedos apuntando hacia arriba y la derecha sobre el lado izquierdo, apuntando hacia abajo.
Al parecer, nadie ha visto algo parecido. ¿Por qué decapitaron al pobre tipo? ¿A qué se debe la extraña postura de las manos, 9 000 años antes de la canción “Vogue” de Madonna? ¿Y en dónde está el resto del cuerpo?
El cráneo es un misterio para su descubridor, André Strauss, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. Se encontraba excavando el sitio Lapa do Santo, en el oriente de Brasil, cuando golpeó la cabeza enterrada bajo una roca; así que siguió tamizando la tierra que la rodeaba en busca del resto del esqueleto, pero jamás apareció. En vez de ello, poco a poco descubrió el cráneo y las manos cercenadas, parcialmente aplastados por haber estado sepultados miles de años.
¿Cómo ocurrió?
Lo último que Strauss –y cualquiera- esperaba encontrar en un sitio tan antiguo era una cabeza decapitada, ya que la siguiente decapitación más antigua en Sudamérica data de hace solo 3,000 años y fue hallada casi al otro lado del continente, en Perú. “No soy decapitólogo”, explica (no es un título real, pero dada la cantidad de cabezas cortadas a lo largo de la historia humana, tal vez debiera serlo).
El hallazgo planteó muchas interrogantes. La primera, ¿cómo fue que esa primitiva sociedad de cazadores-recolectores, valiéndose de escasas herramientas (por supuesto, nada de machetes), consiguió cortar la cabeza? Strauss obtuvo una pista de Sue Black, antropóloga forense de la Universidad de Dundee (nota: estoy tomando su curso en línea sobre identificación de restos humanos y es fabuloso. Si quieres saber cómo es CSI, realmente, lo recomiendo).
Black notó semejanzas con un caso moderno que está investigando, en el cual hallaron un esqueleto femenino decapitado. Detectó el mismo tipo de fracturas en el cuello, lo que sugiere que la cabeza fue cortada solo parcialmente, tiraron con las manos y la retorcieron para terminar el trabajo. Debió ser una tarea difícil y horripilante.
¿En dónde?
Por casualidad, Lapa do Santo también es el sitio donde se encontró el esqueleto humano más antiguo de Sudamérica, llamado Luzia y también el arte rupestre más primitivo del Cono Sur, que resulta ser un petroglifo de un hombre con un falo enorme, apodado “Hombrecito cachondo”.
De modo que, sí. Parece que nuestros antepasados cazadores-recolectores tenían el mismo interés en cráneos y penes que el adolescente promedio de nuestros días. Pero antes de soltar una risita irónica, recuerde que esas fascinaciones han estado presentes en todo el mundo a lo largo de la historia de la humanidad: sexo y fertilidad, obviamente. Pero también los cráneos.
Aunque hoy se considera que los cráneos son un interés morboso y hasta siniestro, durante casi toda nuestra existencia la gente ha tenido una relación bastante íntima con las cabezas humanas. Y aún son muy populares. Una bufanda de cráneos de John Varvatos cuesta la friolera de 250 dólares.
Es más, estoy sentada en mi cocina con un cráneo morado que me sonríe mientras escribo. Es una cabeza de cerámica de tamaño natural, decorada con espirales turquesa en el estilo del Día de Muertos mexicano. Mi marido y mi suegra se mostraron un tanto alarmados cuando entré corriendo en una tienda de regalos de San Antonio para sacarlo directamente del escaparate.
Pero me encanta mi cráneo de cerámica y es parte de una añeja tradición simbólica. La gente siempre ha cortado cabezas y las ha conservado, enterrado o usado para muchos propósitos. Los cráneos pueden ser trofeos de guerra: el emperador inca Atahualpa bebía del cráneo engastado en oro de un rival, tal vez su hermano. De hecho, más de una cultura pensaba que los cráneos eran copas estupendas. Aunque también pueden ser apacibles recordatorios de nuestros antepasados.
“Muchas veces no hay un nexo entre las conductas similares observadas en distintas partes del mundo”, dice Silvia Bello, antropóloga que estudia prácticas mortuorias en el Museo de Historia Natural de Londres. “El único común denominador parece ser la fascinación humana por las cabezas y los cráneos”.
¿Por qué?
No sabemos porqué decapitaron a nuestro hombre misterioso de Brasil, pero lo más probable es que no fuera un trofeo. No hay orificios ni raspaduras como se esperaría en una cabeza que habrían limpiado para exhibirla, y el cráneo no fue abierto para extraer el cerebro (cosa que definitivamente habría que hacer para evitar la descomposición de una cabeza puesta en exhibición).
Strauss también duda que lo matara un rival o un forastero. Y según la firma de los isótopos de estroncio de los huesos, era un lugareño. Es posible no lo ejecutaran; tal vez murió de causas naturales o en una pelea, y decidieron cortar y enterrar la cabeza de una manera especial, por razones simbólicas que quizás nunca entenderemos.
Con todo, una pista significativa es que dispusieron las manos sobre el rostro como opuestos, en esa pose “Vogue” (aclaración para los rigoristas: si nos ceñimos a las fotografías, la pose no es exactamente como la de Madonna en “Vogue”, pero no sé con qué más compararla).
“Se ha desatado un debate sobre el gran simbolismo de las manos”, dice el antropólogo John Verano, de la Universidad de Tulane. “Izquierda y derecha, representando la dualidad”. Los “opuestos” eran un tema fundamental para los incas y otras culturas sudamericanas, aunque no está claro si esa pose de oposición representaba algo bueno o malo. Tal vez las dos cosas.
No obstante la intención del pueblo de Lapa do Santo, esta decapitación es un ejemplo importante del desmembramiento ritual de restos humanos, dice Michelle Bonogofsky, de la Universidad de California, Berkeley, quien escribió un libro sobre decapitaciones y ha visto cráneos cubiertos de yeso, pintados y decorados, pero jamás uno posado con manos cercenadas. “Una vez encontré una cabeza que tenía dos pies colocados enfrente”, dice Verano. “Me pareció que era una señal de falta de respecto. Pero nunca un cráneo con las manos”.
Fuente: http://www.ngenespanol.com/