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Desde la mercería han formado a sus clientes y amigos

Loli Da Silva merceria

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Leida Oliveros

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“Lo difícil ha sido la inclusión de la divisa”

Durante 30 años la “La Media Naranja” no ha sido una simple mercería, este tiempo les ha permitido conservar clientes, forjar amistades y fungir como formadoras, al ofrecer sus conocimientos y orientación a quien así lo ha necesitado.

Su encargada, Loli Da Silva explicó a Avance que al principio todo funcionó muy bien, luego del 2016 y 2017 las ventas bajaron y muchos proveedores se fueron.

“Esto fue por la situación de exportación y la económica, no fue fácil en ese momento. Actualmente, las cosas se han complicado un poquito por la inclusión de las divisas. Si uno paga en bolívares debes cancelar un porcentaje y si es en dólares el 3%, el comerciante se ve afectado, el cliente y todo es una cadena, pero seguimos adelante”, aseveró.

En esta mercería y por los años de servicios ofrecidos, los clientes sienten la confianza de buscar orientación y ayuda para solucionar alguno problema en el ramo.

“Todo lo que se hace con las manos es un arte y nunca está de más para aprender, hoy en día lo hacen a través de las redes. Ellos me dicen, por ejemplo, que no saben pegar un botón, pero por internet han aprendido, las personas han ido avanzado y cuando vienen al negocio, si tienen alguna duda nosotras los orientamos”, expresó.

Los productos más buscados son hilo, agujas, cierres botones, entre otros.

Una tradición familiar

El 7 de noviembre de 1994 se abrieron las puertas de esta mercería ubicada en el edificio Don Germán en la Independencia, frente a la plaza Guaicaipuro.

Tenían a disposición varios nombres, pero ninguno estuvo disponible, el único que aceptaron en el registro fue “La Media Naranja”.

Loli Da Silva contó: “Mis padres llegaron de Portugal de 11 años mi mamá y papá de 12, mi hermana y yo somos venezolanas, amo este país porque es maravilloso. Mi papá también lo amaba mucho, inclusive si hablaban mal de Venezuela se molestaba”.

Comenzó a los 14 años en la tienda, junto a su madre y hermana. “Seguiré aquí hasta que Dios me dé la dicha de trabajar. Me gusta todo lo relacionado con esta rama como es bordar, tejer, son experiencias que uno va adquiriendo”.

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