La policía española detuvo a 23 personas, acusadas de formar una red dedicada a la explotación sexual de mujeres. La organización captaba a las mujeres en países de Sudamérica, principalmente Venezuela, Paraguay y República Dominicana con la promesa de “un futuro prometedor en España”. Para captarlas, los dueños de los locales utilizaban en sus países a unos intermediarios que las convencían para que vinieran al Estado, y siempre buscaban víctimas vulnerables por su situación económica y familiar.
Las detenciones se desarrollaron en Cantabria (12), Bizkaia (6), Burgos (3), Palencia (1) y Valladolid (1). Además, se han practicado seis registros en los que se han intervenido más de 1.000 euros en efectivo, pequeñas cantidades de drogas, armas blancas, un bate de béisbol y cartuchos del calibre 38, así como abundante documentación contable y bancaria y varios dispositivos electrónicos entre ellos terminales telefónicos de última generación, informó el diario local vasco Eitb.eus.
La mujeres eran sometidas a jornadas de hasta 12 horas diarias (de 17:00 horas hasta las 04:00 horas, de domingo a jueves), que también aumentaba una hora los viernes y sábado, e incluso más cuando algún cliente así lo requería. Los explotadores fijaban los precios por los servicios sexuales, teniendo en ocasiones que realizar servicios “fiados” a “clientes VIP” o habituales que no llegaban a cobrar. Las mujeres sufrían, además, abusos sexuales por parte de los jefes de la organización.
Todos los ingresos que ganaban eran retirados hasta saldar la deuda contraída por el viaje y pagaban diariamente 55 euros en concepto de alojamiento y luz. Cada mujer debía tener “una media de tres encuentros sexuales diarios, teniendo en cuenta que algunos días no había clientes por lo que debían compensar otras jornadas con cinco y siete encuentros”.
La investigación comenzó gracias a la declaración de una testigo protegida que logró escapar del control de la red criminal y denunció los hechos sufridos.
Durante la investigación, los agentes comprobaron que la red estaba dividida en dos organizaciones independientes que colaboraban estrechamente. Sin embargo, gradualmente fue aumentando la violencia entre ambas, teniendo lugar en Santander una fuerte reyerta entre miembros de ambas con varios heridos de gravedad.