Jorge Guillén promueve la iridología y la botánica
Hace 57 años nació en la ciudad de Los Teques un espacio emblemático ideado por el recordado y conocido “Cacique de Guaicaipuro”. Se trata de Rosalio Guillén, quien falleciera hace cuatro años a causa de un infarto, fue nada más y nada menos que un personaje que dejó importantes huellas.
Su hijo, Jorge Guillén, narró con mucho entusiasmo quién era Rosalio y porqué él decidió seguir sus pasos y conservar la tradición que hoy cuenta con más de medio siglo. “Todo el mundo lo conocía aquí en Los Teques y le tenían mucho cariño, nació en Carayaca en 1924 pero se vino a estas tierras cuando tenía alrededor de 19 años de edad”.
“Tras la llegada de mi padre a Los Teques, se vio afectado por una grave enfermedad que casi le arrebata la vida en ese instante, padeció de tuberculosis. Su salud se vio tan comprometida que debió ser intervenido quirúrgicamente en El Algodonal para removerle parte del pulmón izquierdo y así poder sobrevivir; protagonizó el primer caso en Venezuela de una operación donde utilizaron pulmón mecánico”.
En esa oportunidad, el señor Rosalio Guillén, por ser fiel devoto de la Virgen de Coromoto, le ofreció dedicar su vida a ayudar al prójimo si sobrevivía a aquel terrible episodio. “Así sucedió, mi papá superó satisfactoriamente la operación y fiel a su promesa decidió velar por el bienestar de las demás personas”.
Fue entonces cuando “El Cacique” se interesó por estudiar Botánica ya que se había criado en un caserío y allí de la mano de su madre aprendió acerca de las bondades medicinales de las plantas. “Anteriormente eran muy pocas las medicinas que existían, nuestros ancestros campesinos aliviaban sus males con montes; con ese precedente él se dedicó a brindar alivio natural a todo el que lo requiriera, pero con pleno conocimiento de causa”.
Así nació en la calle Miquilén la perfumería Cacique, que inicialmente surgió en un espacio muy pequeño y luego se convirtió en un local que ya cuenta con casi sesenta años de tradición. “A mi padre lo llamaban Cacique de Guaicaipuro porque eran los chamanes de las tribus los que fungían como médicos o sanadores, y esa era una función que él había desarrollado con mucha entereza y seriedad en esta ciudad”.
Un complemento perfecto
“Más adelante, luego de conocer tanto acerca del poder curativo de las plantas, realizó en la antigua Casa Guipuzcoana de La Guaira estudios para poder desarrollar la Iridología, capaz de diagnosticar enfermedades mediante la observación del iris en el ojo”.
Una vez que Rosalio se gradúa en esta especialidad, instala un consultorio hace 35 años en su emblemático local. Allí a la par de diagnosticar a los pacientes, les recetaba el tratamiento a través de las plantas que darían alivio a los males que padecía cada persona.
A juicio de este experto, es indispensable que todo aquel que se someta a tratamiento con plantas medicinales se documente siempre acerca de anatomía humana y botánica, para que de acuerdo a las recomendaciones del especialista no se cometan imprudencias que desvirtúen las indicaciones originales.
“Es importante destacar, que las plantas medicinales sino se emplean con responsabilidad y seriedad pueden acarrear serios efectos secundarios, entre ellos envenenamiento o desencadenamiento de otras patologías. No es algo que deba tomarse a la ligera porque las consecuencias son acumulativas, en muchos casos irreversibles”.
Medicina alternativa
Prosiguió detallando que los iridólogos pueden visualizar enfermedades que están próximas a desarrollarse en el organismo, asimismo hizo referencia de que en nuestra ciudad existen solo tres especialistas en esta área, incluido él. “Se trata de una ciencia, que a través de un diagrama te permite analizar las condiciones de salud de los distintos órganos que componen el cuerpo humano”.
A través de la iridología pueden diagnosticarse desde lesiones en la columna vertebral hasta problemas renales, nerviosos, respiratorios, de circulación, entre otros. Es una labor muy minuciosa en la que cada mínimo detalle que se observe en el iris del paciente juega un papel importante, porque de allí surgen los indicios que permitirán realizar un acertado diagnóstico. De acuerdo al criterio de Jorge, es una técnica infalible y por ende completamente confiable.
“Lo difícil no es leer el iris, sino que cada ser humano es distinto y en función de ello es un reto medicar a través de la botánica el tratamiento ideal para cada persona. Sn embargo, bajo una estricta vigilancia y cumpliendo los lineamientos al pie de la letra, los resultados pueden llegar a ser muy satisfactorios”.
Tradición inmortal
Jorge es el menor de cuatro hermanos, relató que desde que tenía ocho años de edad ayudaba a su padre y junto a él aprendió infinidad de cosas, que lo han llevado a mantener viva la esencia del “Cacique de Guaicaipuro” y de continuar sirviendo al prójimo tal como él lo hiciera.
“Yo comencé estudiando Derecho pero no resultó ser lo mío, más adelante ingresé a la Marina Mercante, viajé muchísimo y me especialicé en Motores y Navegación. Posteriormente decidí retirarme y me dediqué a aprender sobre Iridología siguiendo los pasos de mi padre, al tiempo de entregarme en cuerpo y alma al negocio que él con tanto sacrificio había venido sacando adelante”.
Unos cuantos años antes de partir de este mundo, Rosalio decidió que fuera Jorge quien se encargara de lleno, primero porque conocía como nadie la naturaleza del trabajo, segundo porque se había capacitado para ello y tercero por la plena confianza que le tenía. “Creo firmemente que ese es nuestro propósito en la tierra, ayudar a los demás sin intereses económicos de por medio”./Maribel Sánchez/Foto: Gabriel Ordóñez/