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El hambre de venezolanos obliga a un acuerdo de paz como el de Colombia

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Periodistas de Avance

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“Prefiero un acuerdo imperfecto que una guerra que siga sembrando muertes”. Juan Manuel Santos, expresidente de Colombia.

-¡Ese país no le sirve a nadie!

Sentenció una de las militares venezolanas que desertaron hacia Colombia el 23 de febrero 2019, ante la pregunta “¿por qué desertó? formulada por el periodista tequeño, formado en el Diario Avance, ahora en NTN24, Luis Arturo Albino.

Y vergonzosamente es así, a pesar de que es el país con las más grandes reservas de petróleo, la cuarta reserva de oro y quinto lugar en reservas de gas, en el mundo.

Nada de eso importa ahora, ni siquiera las sanciones económicas hechas a la medida del gobierno que las utiliza igualito a como lo hizo Fidel Castro, para mantenerse en el poder por 50 años, sin importarle el hambre y la miseria del pueblo cubano, que “lo adoraba”, como “adoran” a los dueños de la República Popular Democrática de Corea, los famélicos que no han logrado escapar de esa opresión que, muy campante, celebra sus 73 años de dominio total por el hambre.

Esos “modelos de gobierno” existen y tiene que ser un claro llamado de alerta el viaje del segundo al mando en Venezuela Diosdado Cabello a Corea del Norte, al  tiempo que el número 1, Nicolás Maduro, volaba a reunirse con Vladimir Putin, el mismo que rescató del foso “a sangre y fuego ruso” al dictador Bashar al-Asad, quien estuvo a punto de caer el 2011 (cuando la dictadura que inició su padre y siguió él cumplía 40 años) por las protestas inspiradas en “La Primavera Arabe”. Pero hoy sigue mandando, sobre los cadáveres de más de 600 mil sirios y más de 6 millones de desplazados. Todo gracias al apoyo de los impíos rusos.

Estos no son juegos, ni guerras por twitter. Hay que llegar a “una negociación seria y honesta”, como urgió el Papa Francisco o a unas “elecciones libres y creíbles”, como propuso el Grupo Internacional de Contacto, por boca del canciller de Uruguay, Rodolfo Nin Novoa, ¿recuerdan?.

Ahí está la clave: todos coinciden en pedir unas elecciones libres, pero el oficialismo simplemente no puede aceptarlas, porque le pasaría igual que a las FARC, después de 52 años de guerra: no sacaron ni un solo congresista de los 269 que eligieron los colombianos el 2018.

Entonces para que haya elecciones presidenciales y legislativas “creíbles”, hay que hacerle concesiones al oficialismo dándoles garantías de supervivencia.

Un Acuerdo de Paz verdadera debe incluir  la inmunidad parlamentaria asegurada no a 10 guerrilleros, como en Colombia, sino a 25, el 15% de los 167 diputados a la AN. Amén de otros acuerdos como AMNISTÍA GENERAL, no persecución y libertad para que hagan lo que no han hecho en estos 20 años: invertir en Venezuela o disfrutar libremente en cualquier parte del mundo, los dineros que obtuvieron administrando petróleo, oro, coltán, hierro y aluminio, durante 20 años de “la revolución bonita”.

Oficialistas: Es mejor una negociación honrosa que seguir en esta incertidumbre diaria en un país inestable, inseguro y cercado por 55 países.

Opositores: Hay que aterrizar ya, porque nadie puede ser convencido de que tiene que ir de la gloria del poder a la cárcel, sin antes librar batalla. Y en esta guerra las armas las tienen Maduro-Diosdado-Padrino. Mil veces más armas que la guerrilla colombiana y con 100 veces más hombres que los 8 mil que hicieron negociar al aguerrido Juan Manuel Santos, a quien admiro por lograr la paz para su país, el reconocimiento internacional y el merecido premio Nobel.

RÓMULO HERRERA

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