Las económicas tarifas llevaron a Luis Oropeza a ser el preferido de empleados y usuarios del HVS
Una fractura de tibia y peroné, que lo llevaron a estar recluido por 49 días en el hospital Victorino Santaella, de Los Teques, le bastaron a Luis Oropeza para conocer cuál era su misión en la vida: servir al prójimo.
¿Cómo lo hace? Reinventando el oficio al que se ha dedicado por muchos años, pero cambiando su vehículo de cuatro ruedas por un “caballito de hierro”, que le permite más allá de generar ingresos económicos para su sustento diario, ayudar a las personas en esos momentos de desesperación y corre-corre que se viven cuando se tiene una emergencia que compromete a la salud.
“Vi el abuso del que fue víctima mi esposa cuando estuve hospitalizado aquí. Un taxista aprovechado le quiso cobrar $8 por llevarla a comprar una medicina en El Barbecho y volver, eso me indignó. Esa misma situación la vi repetirse muchas veces en tantas otras personas y me dije debía hacer algo al salir de allí”, relató.
En efecto, así ocurrió. Luego de la intervención quirúrgica y las respectivas terapias de rehabilitación, puso manos a la obra sacando el permiso ante la dirección del centro de salud, con el doctor Alonso Quevedo, quien le sugirió que elaborara un pequeño pendón para hacerse conocer ¡Y hasta le ayudó a diseñarlo!
Al poco tiempo, Luis se había convertido en “el ángel de médicos”, enfermeras y pacientes del Victorino; gracias a su alto nivel de empatía y por supuesto las asequibles tarifas que ofrece. Lleva cuatro años haciéndole la segunda a todo aquel, sin miramientos y se ha ganado hasta la confianza y cariño del personal tanto de laboratorios como de farmacias.
El más cotizado
Durante la entrevista que le concedió a Avance, recibió al menos tres llamadas telefónicas solicitando de sus servicios, al tiempo que en pleno estacionamiento de la emergencia del nosocomio llegaron dos clientes para una “carrerita”.
Una de sus clientas nos brindó su testimonio, y se identificó como la Doctora Yrasel Nieves. “Luis es la mano derecha de mucha gente en el hospital, todo el mundo le tiene cariño y mucho agradecimiento. Él no es un mototaxista cualquiera, es nuestro amigo, le tiende la mano a quien sea así llueva. Hasta crédito ofrece y eso que no es carero”, dijo la especialista.
“Mucha gente me bendice y agradece, mi carta de presentación es la recomendación de quienes ya me conocen. Pienso que un día perdido no es aquel en el que me voy con los bolsillos vacíos para la casa, sino aquel en el que no pude ayudar alguien. Cuando no vengo a trabajar siento que me hace falta algo. Yo estoy aquí todos los días de 8:00 a.m. hasta las 11:00 pm y si después de esa hora me necesitan solo bastará con que me llamen y allí estaré”, aseveró con un especial brillo en la mirada.