Yadimay contó la angustia que vivió con el desbordamiento
ARTURO TOVAR
“Esa noche fue horrible para nosotros, a partir de las 06:00 pm empezó a caer aquel palo de agua y nosotros fuimos viendo como el río iba subiendo de nivel, de un momento a otro la crecida del agua fue implacable y entro a las casas de mi hermano para acabar con todo lo que tenía él ahí”.
El relato pertenece a Yadimay Aponte, quien contó al Diario Avance parte de los momentos que vivieron las ocho familias del callejón San Rafael, del sector La Línea, el pasado 11 de agosto, día en el cual gran parte de Guaicaipuro se vio afectado por más de dos horas de lluvias torrenciales.
“Cada vez que llueve uno está pendiente del río para sacar las cosas y resguardar sobre todo a los niños, pero ese día fueron cuestiones de segundos. Yo estaba en la parte de arriba de la casa y escuché los gritos de la hija mayor mía diciendo que el agua estaba subiendo, en ese momento bajé corriendo para sacar las cosas, pero no me dio chance”, dijo.
Explicó que “cuando empezamos a sacar los enseres no había luz y el agua estaba casi a la mitad de la casa, sacamos a mi mamá y nos quedamos mi hermana, mi hermano, mi cuñado y yo, tratamos de sacar algunas cositas pero llegó un punto en el que debíamos salirnos porque nos daba miedo ahogarnos o que volviera la luz y quedarnos achicharrados”.
“En medio de todo el desastre yo avisé algunas personas e instituciones lo que estaba sucediendo, pero no fue sino hasta el día siguiente a las 03:00 pm cuando empezó a aparecer la gente de la Alcaldía y Protección Civil. En ese momento se llevaron a cinco familias, entre ellos mi hermano, y yo decidí quedarme acá para ver que rescataba de la casa y porque no quería dejar todo solo por miedo a que me robaran, cuando fui a ver si podía irme algún refugio ellos me dijeron que ‘el tren pasa una sola vez, y a ti ya te paso’. Luego me dijeron que esperara a ver si el río vuelve a crecer para ellos sacarme a mí y a mi familia de acá”, expresó con indignación.
Agregó que ese día se perdieron todos los “electrodomésticos, la ropa de todos, comida, los colchones, los cubiertos, documentos, los trofeos que mi hermano había ganado como boxeador y entrenador deportivo, entre otras muchas cosas que formaban parte de la vida de nosotros y el que el río destruyó”.
A seis días de esta terrible tragedia, las familias afectadas de San Rafael continúan a la espera de que llegue el agua a través de las tuberías para limpiar el interior y las zonas aledañas a la vivienda.
Ella, junto a su familia, espera ser llevada a alguno de los espacios dispuestos para albergar a damnificados ya que la estructura de su vivienda se encuentra totalmente deteriorada. Las paredes tienen fisuras y el piso está evidentemente desnivelado.
El hermano de Yadimay y su familia, son parte de las 181 personas que actualmente se encuentran en condición de refugiados en los cuatros espacios dispuestos por las autoridades gubernamentales para atender a los ciudadanos afectados.
El torrencial aguacero de aquel día dejó importantes pérdidas materiales para centenares de personas, además de la desaparición de dos hombres mayores de 60 años que fueron arrastrado por la crecida del Río San Pedro.
Un héroe anónimo
“Lo más increíble de todo esto, es que en ese momento nosotros recibimos ayuda de nuestros vecinos, pero la primera persona que llegó ajena de la comunidad fue un muchacho de La Matica que sin hablar mucho se puso a sacar algunas cosas con nosotros y a tratar de drenar el agua que aún estaba por toda la vivienda”, contó.
Explicó que este hombre apenas llegó con “dos camisas y un pantalón, le dijo a mi hermano ‘yo no tengo mucho, pero me duele ver que estás pasando por esto y te traigo esta ropa’. Trajo unas ollas y otros utensilios de cocina con dos harinas de maíz y nos dijo que en su casa solo había cuatro, dos dejó para sus hijos y dos nos regaló a nosotros”.
Aseguró que en ese momento la presencia de ese hombre “generó una sensación en nosotros, que nos hizo sentir acompañados y parece mentira, pero esa solidaridad de una persona que estaba tan lejos y tranquilo en su casa, en compañía de sus hijos y me imagino que de su esposa, fue como un espaldarazo que nos dio esperanza y fuerza, eso fue lo que realmente nos trajo ese muchacho”.
Relató que ella y su familia, en compañía de este ciudadano, esperaron a las afueras de su hogar hasta que llegó el personal de la Alcaldía de Guaicaipuro y funcionarios de Protección Civil Guaicaipuro.