Emilio Blanco, un polifacético ambientalista
Un senderista, así se autodefine Emilio Blanco, un polifacético personaje caracterizado por un profundo amor a la naturaleza en toda su esencia. Funge como uno de los fundadores de Geamir, Grupo de Excursionistas de los Altos Mirandinos, que se encarga entre otras cosas, de promover las bondades de nuestro disimulado turismo.
“Al mal tiempo buena cara, de todo lo malo siempre se puede sacar algo positivo, ese es mi lema siempre. Estoy convencido de que en este eje hay mucho que explorar y los más de 600 integrantes del grupo estamos enfocados en descubrirlo todo, desde el aspecto natural hasta el cultural”.
Rodeados de los hermosos e inspiradores espacios del Parque Cultural y Social Villa Teola, Emilio se mostró como un hombre visionario, perseverante, carismático y apasionado. “Soy de Caricuao, nos mudamos a Los Teques hace 17 años aproximadamente”. Sus primeros años de vida transcurrieron entre esa zona y Catia, donde desarrolló sus estudios de primaria y bachillerato, el cual no culminó por la rebeldía propia de la edad.
Señaló que una de las cosas que marcó su vida personal fue el lazo tan fuerte que unía siempre a su familia. “Mi crianza fue espléndida, la disfruté muchísimo. De los mejores recuerdos que conservo puedo mencionar la gran relación que tuve con mi abuela materna, de quien aprendí a elaborar las hallacas tal como ella las hacía; me encanta cocinar, de hecho soy un cocinero con buena sazón”.
“Fueron muchas las experiencias que viví en diferentes empleos, soy un hombre de estar activo trabajando siempre. Empecé como aprendiz bancario, después con sistemas administrativos computarizados, más adelante como asistente de oficina con unos italianos en una fábrica metalmecánica ubicada en La Matica, aquí en Los Teques”.
Travesía sin igual
Para ese entonces, Emilio vivía junto a su madre en Nueva Cúa y ambos debían viajar con frecuencia hasta nuestra ciudad porque estaban laboralmente activos por acá, decidieron emprender los trámites bancarios para adquirir un apartamento en Residencias Lagunetica, donde vivieron por diez años y luego se mudaron a la calle Miquilén, donde hoy residen.
“Yo me puse a estudiar como es, fue después de viejo, saqué el quinto año en el Boyacá, tendría entre 25 y 28 años. Supe que estaban haciendo las pruebas de aptitud en el Cultca me postulé y quedé en Informática, pero solo alcancé hasta el tercer semestre. Me fui a Barquisimeto, hice unas cuantas cosas por allá y estudié por un tiempo Diseño Ambiental, pero me regresé a los dos años”.
Una vez aquí, tenía aún latente la cosquillita del diseño y se inscribió en la Escuela de Artes Visuales Cristóbal Rojas, de donde egresó como Diseñador Gráfico en 2005. Mientras estudiaba le tocó ponerse a trabajar como agente de correspondencia, donde por la naturaleza de su labor pudo conocer cada rincón de los Altos Mirandinos, eje que recorrió por tres años.
“Al momento de mis pasantías llegué a una imprenta en la avenida Bermúdez y quedé laborando en el lugar por varios años, posteriormente trabajé en los Palos Verdes y me entusiasmé por estudiar Relaciones Públicas; era algo que tenía pendiente porque llamaba muchísimo mi atención. Lo materialicé, me gradué como licenciado en el área, en 2016; para la fecha estoy haciendo un diplomado como Coach y en abril inicio otro, pero de etiqueta y protocolo en la UCV”.
Un gran proyecto
Actualmente labora en el Centro Nacional de Fotografía, allí se desempeña como coordinador general de Estrategias. “Mientras estudié diseño aprendí sobre fotografía magra, me atrapó la de paisajes, soy un enamorado de la naturaleza y absolutamente todas sus bellezas; mi catálogo está integrado principalmente por imágenes donde he capturado los más fascinantes escenarios de nuestra geografía”.
Con ese precedente, más el hecho de haber pertenecido en alguna oportunidad al Centro Excursionista de Caracas, tuvo la iniciativa de fomentar en Los Teques el Geamir, en virtud de que en nuestra ciudad no tenía conformados grupos de esta índole. Se considera ambientalista por convicción, explicó que es muy despegado del aspecto material y disfruta más de lo vivencial.
“Me reuní con un grupo de amigos en 2015 y decidimos echarle pichón, estamos en fase de legalizarnos como asociación civil; allí establecemos una programación bimensual para realizar excursiones todos los fines de semana, haciendo énfasis en Guaicaipuro, Carrizal y Los Salias. Publicamos los cronogramas, a través de nuestras redes sociales @geamirlt para Instagram y Geamir en Facebook”.
Aseguró que a finales de mayo, para el segundo aniversario de la asociación, realizarán una colectiva fotográfica, donde darán muestra de todas las bondades naturales que ofrece Miranda. “Quienes quieran sumarse al grupo solo deben estar atentos a nuestras excursionas, tenemos unas libres y otras que son pagas. Una de nuestras rutas emblemáticas es el Jarillo, Quiripital, El Valle del Cambural para salir a las filas de Laguneta; un verdadero espectáculo y aún queda mucho por explorar”.
Para Emilio, en este particular, la responsabilidad y buena organización es algo indispensable. Así mismo, explicó que apreciar el ámbito cultural, de cada ruta que visitan, es parte de la experiencia vivencial, “no solo se trata de turistear sino de abrir nuestros conocimientos a la diversidad, eso es lo importante de la parte educativa, porque tenemos participantes entre los 8 y 60 años de edad y es una experiencia maravillosa”./Maribel Sánchez/no/Foto: Alexander Offerman/