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“Expreso con la música lo que no comunico con las palabras”

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Constancia y perseverancia son los motores de su vida

Entablar una conversacion con Yelindi Andreína Pérez López es conocer, de primera mano, a una mujer con una calidad humana particular, ya que es sensible, tierna, responsable, risueña, amigable y muy inteligente. Desde chiquita empezó con la música y a pesar de que sus inicios no fueron nada fáciles no dejó de lado la pasión y el interés que sentía por ella. Es por esto que pese a las adversidades por las que ha pasado, la constancia y la perseverancia se ha convertido en parte esencial de su vida.

Esta joven multifacética, nació el 13 de diciembre de 1993 en Caracas y actualmente vive en nuesta ciudad. Viene de una familia que lleva la melodía en sus venas. “Mis padres siempre dicen que desde muy pequeña me la pasaba danzando como cantando por toda la casa y de ahí se dieron cuenta que yo tenía madera para esto”.

“Mi hermana, Greizer Pérez, no es músico, sin embargo le encanta escuchar mi música al igual que mis mascotas ya que tengo dos perros y, además, dos loros que cantan La flauta mágica de Mozart, quienes intentan imitar el sonido de la viola, pero se les hace díficil”.

Su primera aproximación con el arte de los sonidos fue en la UE San Felipe Neri, a sus 6 años de edad, cuando ingresó al coro del recinto educativo, pero recuerda esta experiencia como traumática debido a que no la querían aceptar. Sin embargo, duró en ese lugar hasta 5to grado, aproximadamente.

“Tuve clases particulares de guitarra y recuerdo que a los seis años mi mamá me obsequió mi primer instrumento que fue un cuatro, hubo un momento que estaba jugando, me acosté encima de él y lo partí”.

Reveló que a los 11 años, al salir del colegio, quiso ingresar a la orquesta del estado Miranda para tocar violín, pero tuvo una serie de limitantes por el tema de la edad. Hasta que un día, un cliente del negocio de su mamá, llamado Ernesto Rodríguez, la ayudó a ingresar a la Orquesta de Montalbán. Allí empezó tocando flauta dulce bajo su tutela, luego ingresó a la coral de la sede y a la orquesta, para tocar viola.

Sus profesoras de canto fueron Raquel Campomás como Paola Otero, su directora Karen Velasquez y su profesor de viola, José Pabuence. En esta institución permaneció hasta el año 2008 porque se le hacía muy tortuoso dirigirse a Caracas.

“En el liceo Juan XXIII estuve en la coral y vi clases con el profesor Reinaldo Abreu y la profesora Cecilia Castillo, quienes más adelante me pidieron que los acompañara en la coral del Cultca, entre el 2010 y 2011.

Recordó que en el 2009 ingresó a la Orquesta Juvenil de San Antonio de Los Altos donde vio clases con el maestro, Antonio Mayorca, pero se tuvo que retirar un año después porque el horario del liceo le chocaba con el de la orquesta.

Esta serie de eventos le hiceron darse cuenta que no hay imposibles y que al existir un sueño o una meta trazada, con trabajo y mucho esfuerzo se pueden lograr todos y cada uno de ellos, a pesar de los limitantes que puedan aparecer el camino.

Un trabajo reconocido

Al graduarse de bachiller presentó en la primera institución musical del país, La Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, en ese lugar vio clases de viola con Zdzislaw Waszkiewicz, de solfeo con Jorge Villarroel y de guitarra popular con Alvin Zapata.

“Luego de dedicarme un año a este arte, me vi en la obligación de emprender otra carrera. Comencé a estudiar Comunicación Social en paralelo, pero no pude con toda la carga académica que tenía con las dos profesiones”.

En reiteradas ocasiones intentó volver a la música, pero se le complicó porque la carrera le consumía mucho tiempo, sin embargo, no estuvo lejos de ella. “Cuando me encontraba finalizando el noveno semestre le tocó producir el primer programa de promoción disquera del país El Hit Parade de Venezuela, que tiene 60 años al aire. En la emisora tuve la oportunidad de compartir con Robert Avellanet, Desorden Público, Big Mandrake, Laura Guevara, entre otros artistas y actualmente me sigo desempeñando como productora del segmento”.

Posteriormente, al momento de hacer su tesis con Kelly Cabello, decidieron hacer algo relacionado con la música y las artes plásticas. El proyecto lleva el nombre de Vals Cinético, y es una animación 2D para representar las obras cinéticas de Juvenal Ravelo, a través del vals Natalia de Antonio Lauro. Trabajaron de la mano del artista plástico, Alejandro Bruzual, y de la familia del músico, así como de guitarristas reconocidos del país.

“Ese trabajo de grado, una semana antes de la entrega, se volvió viral en los medios de comunicación, como en Venezuela Sinfónica, La Verdad de Monagas, diario de Los Andes, El Ucabista, entre otros”.

Adicionalmente se llevaron un premio en el Etecom que realiza Movistar Telefónica, a nivel de Latinoamérica en la categoría de Conexión artística.

 Sensible y fiel a sus sueños

Al salir de la universidad comencé a laborar en el Programa de Atención Hospitalaria del Sistema de Orquestas, que busca generar beneficios físicos y psicológicos en los pacientes de los recintos hospitalarios, a través de la musicoterapia.

“Una de las labores más hermosas y más fuertes en mi vida, fue ser profesora de cuatro y xilófono en el Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano doctor Gilberto Rodríguez Ochoa y en el Hospital Militar doctor Carlos Arvelo. Muchas veces mis alumnos no soportaban la enfermedad que tenían y fallecían”.

Aseveró con tristeza que por ser una persona tan sensible no podía lidiar con esas pérdidas, por eso tomó la decisión de retirarse.

Por otra parte, en la actualidad se encuentra estudiando la carrera de música en el conservatorio Juan José Landaeta, ubicado en Chuao, con el profesor Gerardo Balliache y planea estudiar ingeniería de sonido o producción musical en el taller de arte sonoro, además sueña con incursionar en canto profesional, tener su propio estudio y sacar su disco.

“Para mí la música alimenta el alma y es una manera de comunicar lo más recóndito de los seres humanos. Muchas veces comunico con la música lo que no comunico con palabras. Amo la música en todos los sentidos, tengo dos violas, un violín, un teclado, una guitarra y tres flautas dulces”.

Con mucho sentimiento y un brillo inigualable reveló que la viola es su todo, su niña consentida. Escogió este instrumento por ser el que más se asemeja a su voz y por consejos de Ernesto Rodríguez. “Él me aconsejó que investigara y me enamoré por completo de ella”./Rosangel Rebolledo/no/Foto: William Sánchez/

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