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Fernando López, una voz insigne de la capital

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Pasión y dedicación son sus principales pilares

Fernando López es una persona que expele las artes y la cultura por sus poros. Inicialmente, estudió Mercadeo y Derecho, sin embargo, su pasión por el mundo de la comunicación lo transportó a los lindes del espectro radiofónico, donde con su voz se ha dedicado a fomentar los valores, educar y entretener a sus escuchas.

Nació en Caracas un 20 de octubre de 1956, en la Parroquia San Juan, pero estuvo residenciado en la comunidad El Conde, que quedaba ubicada entre San Agustín y Parque Carabobo.

Sus primeros estudios fueron en la Escuela Experimental Venezuela, consecutivamente ingresó en el Liceo Andrés Bello donde aplicó solo dos años, porque el sector donde vivía quedó desplazado y pasó a ser lo que hoy se conoce como Parque Central.

La situación lo obligó a él, a sus padres y a sus dos hermanas, a migrar a San Diego de Los Altos donde vivieron varios años, para posteriormente alojarse en la ciudad de Los Teques. Un tiempo en el que emprendió un periplo por Valencia y Caracas para continuar con su nivel de instrucción.

Su carrera en la locución tiene aproximadamente 30 años, a pesar de que se ha visto interrumpida. En un principio formaba parte de una empresa de Artes Gráficas en la cual fungía como Gerente de cuentas especiales donde llevaba “el 70% de toda la cartera de clientes, tenía un equipo de 12 personas con un portafolio completo”. En esa compañía duró unos 20 años, hasta que lo dejó porque vio la radio como una alternativa.

Es el único de sus descendientes vinculados al mundo de la comunicación, aunque tiene una tía de 91 años, hermana de su papá, que tiene el certificado de locución nº 27. Sus otros allegados están inmiscuidos en el arte de los sonidos y a la danza.

Aprendió este talento en la Escuela de Telecomunicaciones de Cantv, ubicada en la Urbanización Artigas cuando solo era necesario contar con el tercer año de bachillerato. Para él, “la locución no es una cuestión de títulos (…) es una pasión a la que te guía tu corazón”.

Es importante mencionar que desde muy temprana edad sintió predilección por este cosmo y visitaba emisoras como Radio Difusora, Radio Caracas Radio y Radio Capital, donde tuvo el privilegio de compartir con Alfredo Escalante, Ivan Loscher y Oswaldo Yepez, unas figuras insignes dentro del país.

En un principio hizo un poco de locución en Caracas, en un programa hípico. Posteriormente fue llamado por los directivos de Máxima 98.5 fm para contar con un espacio, pero tenía una agenda muy tortuosa por su trabajo de ventas, causa por la cual rechazó la oferta.

Cuando decide dejar ese empleo, pasa a trabajar en una emisora comunitaria en la que duró muy poco tiempo. Luego se alistó para formar parte de Soberana durante cuatro años consecutivos. Desafortunadamente el medio fue cerrado porque incumplió con unos requerimientos de Conatel.

Las aventuras de la vida lo llevaron a Miranda 100.1 donde se encargó de embelesar y atrapar a los oyentes con su voz y herramientas persuasivas, su periodo en este medio de comunicación fue de 5 años y medio.

Sin embargo, ahora forma parte de Latina 98.7 fm, donde tiene dos programas. Uno de lunes a viernes de 2 a 4 pm, llamado Kilómetro 98, que versa sobre acontecimientos noticiosos, tips tecnológicos, curiosidades y temas que están en boga. Y uno los días sábados que cuenta con un segmento familiar de 3 horas, en el cual comparte con su hija y su yerno,. Hablan sobre el mercado, el clima, la salud e invitan a distintas personas de las comunidades a dar su aporte.

A su juicio su principal propósito es “distraer al público con buena música y buenos comentarios (…) No hago un programa para mí, sino para la audiencia. Yo respeto eso”.

Agente de cambio

Para López es muy importante incidir en la generaciones de manera positiva, por eso imparte clases de oratoria y locución, para ayudar a aquellos que quieran expresarse mejor e incursionar en el universo radiofónico.

Considera que lo primordial para llegar lejos es tener perseverancia, dedicación y cultura general. “Yo no me acostaba sin leer. Para poder dormir siempre debía tomar un libro. Cualquiera que llegaba a mis manos era interesante”.

A su juicio es fascinante enseñar. “En Soberana, Alberto Aguilar, quien falleció, y yo realizamos unos micros con niños llamados Los Bajitos, que hablaba sobre la ley que los amparaba y sus deberes. Uno de ellos fue Eduard Monasterios, mi pupilo desde que tenía 10 años. Haberlo enseñado y visto crecer es un orgullo muy grande”.

Otras pasiones

Aparte de incursionar en el arte del habla, tiene como hobbie tocar cuatro, maracas y guitarra. Aunque también expresa a través de versos sus sentimientos más recónditos. “Escribir requiere de quietud mental y espiritual para poder plasmar en un papel tus cosas. Creo a mi me falta, pero igual escribo uno que otro poema”./YP/Foto: Gustavo Ramírez/

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