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Hace 17 años nació la leyenda de “Lucho, El Decapitador”

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Ronald Peñaranda

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La historia del hombre que le cortó la cabeza a su padre de crianza

El 18 de junio de 2007, se descubrió un macabro crimen que estremeció a Los Teques y que 17 años después aún se mantiene en la memoria colectiva. Un hombre de casi dos metros de estatura que sufría de esquizofrenia, mató a golpes y a puñaladas a su padre de crianza, un anciano, de origen cubano de 83 años a quien  además le cortó la cabeza. A partir de ese momento nació la leyenda de “El Decapitador de Los Lagos”.

Ese día en horas de la mañana Reina Zapata, residente del conocido sector de la capital mirandina, salió a buscar unas maticas de árnica para prepararse un té y en un matorral notó algo extraño. Al acercarse se dio cuenta que estaba tirado un cuerpo tapado con una sábana llena de sangre y encima tenía una silla de rueda.

La señora de asustó mucho y gritó. Fueron llegando uno a uno los curiosos. Uno de ellos, quizás el más atrevido detalló con acuciosidad y se percató que la persona que estaba en el suelo, era Luis de la Caridad González Caso, un adulto mayor que padecía de Alzheimer, que vivía en un apartamento en residencias Los Lagos.

Nadie entendía nada, por eso no tardaron en llamar a la policía. Después de varias horas llegaron los expertos forenses, retiraron  la silla de rueda, levantaron la sabana y se encontraron con una macabra escena. El cuerpo no tenía cabeza. Todos los presentes quedaron estupefactos.

Funcionarios del Cuerpo de Investigaciones, Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) y Polimiranda se activaron de inmediato. Con la ayuda de vecinos se trasladaron hasta el edificio donde vivía el ciudadano. Llegaron al apartamento 1B en el primer piso, observaron que había rastros de sangre en la puerta y la escalera. Tocaron el timbre pero nadie abrió.

El dueño del apartamento de al lado salió, enseguida los uniformados lo interrogaron. Contó que allí siempre se escuchaban gritos y que un hombre a quien le decían “Lucho” le daba brutales golpizas a esa persona que era el mismo viejito que habían hallado en el monte.

Efectivos del Cicpc ingresaron al inmueble donde había señales de violencia en una habitación y en la cocina. No encontraron el arma que pudo haber usado el homicida. En medio del procedimiento llegó un hijo de la esposa de la víctima, quien informó que su madre se encontraba hospitalizada en Caracas pues había sido operada días atrás.

Las armas homicidas

Horas más tarde se acercó al sitio el principal sospechoso, alias “Lucho”, cuyo verdadero nombre era Luis Gustavo González Siso de 35 años de edad. Cuando se dio cuenta de la presencia de la policía corrió para intentar huir, pero lo alcanzaron. A los agentes le llamó la atención un morral de semicuero de color marrón que llevaba colgado en la espalda. Tras revisarlo hallaron la cabeza de la víctima, esto era suficiente motivo para detenerlo.

Al día siguiente, es decir el 19 de junio, el comisario Visis Meza, jefe del Cicpc-Los Teques de aquella época, en una rueda de prensa reveló detalles del espeluznante caso.

Habló de las armas que utilizó “Lucho”, dos cuchillos de sierra y una tijera, con los cuales atacó al indefenso señor y también cortó los trozos de carne y venas logrando desprender la cabeza.

Todo esto lo hizo durante la noche del 17 de junio. Después puso al adulto mayor en la silla de rueda lo tapó con una sábana, lo llevó hasta el monte, cerca de una quebrada, ahí lo dejó abandonado y donde lo encontraron más tarde.

En 1991 “Lucho”, quien consumía droga (crack y marihuana) mató a su novia Christine Cora Spamer Boces. Estuvo recluido en el hospital Jesús Yerena, mejor conocido como Lídice, donde estuvo dos años y luego se escapó. Posteriormente sus familiares lo mandaron a Cuba a someterse a un tratamiento psiquiátrico que se extendió por 10 años.

Tras regresar al país se hizo experto en artes marciales. Fue expulsado de la escuela porque le descubrieron con un arma. A raíz de este incidente amenazó con matar a su maestro de karate y su familia.

Sus demonios

La conocida periodista Johanna Rodríguez, quien era la jefa de Redacción del diario La Región para aquel momento, cubrió este suceso desde el principio. Tuvo que esperar unas cinco horas mientras se desarrollaban las pesquisas iniciales.

Mucho después de la captura entrevistó a “Lucho”. Ella logró recopilar muchísimos datos que le sirvieron para escribir el libro “El Decapitador de Los Lagos” que publicó en 2012.

“Recuerdo que cuando hablé con él estaba detrás de las rejas y a su lado varios custodios.  Le pregunté de frente como mató a su padre de crianza y era impresionante como describía detalle a detalle como si me estuviera dando los ingredientes de una receta de cocina”, puntualizó la comunicadora social en diálogo con Avance.

Agregó que “Lucho” escuchaba las voces de un demonio “que le decían que tenía que matar al señor y como debía hacerlo, de hecho cuando lo decapitó hizo todo un ritual satánico”.

“Me hizo confesiones realmente impactantes. Ahora nunca sabremos si lo que dijo fue real o simplemente alucinaciones. Él confesó que ese ciudadano lo había violado cuando estaba pequeño”.

Al rematar la entrevista el homicida le manifestó a Johana que le quedaban tres demonios por exterminar. “En tono jocoso decíamos entre los colegas que estábamos atento del caso que le faltaba matar un demonio de La Región, otro de Avance y otro de la corresponsalía de Últimas Noticias”.

Admitió que sintió una sensación extraña cuando tuvo de frente a González Siso. “Era impresionante ver a un tipo de casi dos metros de altura, de más de 100 kilos de peso, con mirada peligrosa, hablando sin ningún tipo de arrepentimiento”.

“Era un hombre con un elevado coeficiente intelectual, con una mente brillante, que hablaba perfectamente inglés. Aunque parezca contradictorio a mi pareció que hablaba con mucha coherencia. Además era karateca, cinta negra con una fuerza increíble”.

Asesino en serie

Johanna Rodríguez rememoró que al momento de detenerlo se enfrentó a unos 15 policías. “Los lanzó al piso como si fueran barajitas, uno de ellos sufrió fracturas en la clavícula, él no se dejaba agarrar. Tuvo que llegar refuerzo para neutralizarlo cuando intentó escapar”.

Comentó que empezó a interesarse más por “Lucho” cuando la contactó una de sus víctimas, un karateca de Caracas que sobrevivió a uno de sus ataques, hecho que suscitó en la década de los 90.

“Ese ciudadano me puso en contexto, me contó que el del adulto mayor de 83 años no era su primer homicidio, pues ya había asesinado a tiros a su novia y que era el autor de las muertes de indigentes en plaza Venezuela. Es decir que estábamos frente a un asesino en serie”.

Aseguró cuando habló con el karateca que se convirtió en su informante principal, “de manera profética expresó: licenciada usted con todo ese material (los informes psiquiátricos que les suministró) puede escribir un libro, el caso dio tantas vueltas que me dije a mi misma voy a escribir la historia de Lucho”.

“Esperé que el caso tuviera un cierre su captura y traslado a un hospital psiquiátrico en Maturín donde murió en circunstancias que aún no están claras. En ese momento descubrí mi faceta como escritora”.

Falleció tras haberse fugado de un centro de reclusión ubicado en el estado Monagas. Habría sido envenenado con “gramazón”, usada por agricultores como herbicida. Lo hallaron en la carretera La Pica con signos de estrangulamiento. Su deceso fue reportado en enero de 2010.

Cruel relato

La periodista Carolina Espidel, actual jefa de Prensa de la Alcaldía de Carrizal, cuando ocurrió el caso de “Lucho” trabajaba en el Departamento Prensa del Iapem y al mismo tiempo era la editora nocturna de Avance. A ella de una forma u otra le tocó lidiar con el singular personaje.

“En mis guardias en la comandancia, recuerdo esas crisis que Lucho presentaba. Me aterraba trabajar esos fines de semana, pues temía que se escapara, y se metiera a mi oficina pues estaba relativamente cerca de los calabozos”.

Muchas veces fue testigo de las entrevistas que le hacían a “Lucho”. La primera entrevista la obtuvo ella quien tuvo la oportunidad de entrar a su celda en compañía del director Wilmer Flores Trosel.

“Era impactante esa tranquilidad con la que hablaba, más o menos el relato era este: él -su papá pedía las pastillas, pero los demonios me decían que lo matara. Lo tiré al piso, le monté la pierna en el cuello y tomé el cuchillo y poco a poco fui cortando la cabeza”. 

Continuaba su narración, “Él (el anciano) gritaba pero muchas veces yo también gritaba y él no me escuchó. Esto es más o menos lo que recuerdo de su homicidio. Daba miedo, parecía que contaba una película de terror.

“Yo cuando lo escuché hablar, más allá de inferir sobre su problema mental, también veía a un hombre que pudo ser maltratado en su infancia. Lucho tenía mucho odio contra su víctima. Hablaba de un abuso que tenía que pagar”.

Imágenes impactantes

El reportero gráfico Jesús Tovar, apenas dos años en Avance cuando se encargó de la cobertura fotográfica de “El Decapitador de los Lagos”. Las imágenes que tomó en aquel momento las conserva intacta y ahora 17 años después las “desempolvó” para que los lectores y seguidores de este medio de comunicación pueden ver la magnitud del suceso.

“Ese día yo me encontraba en mi recorrido de rutina por las diferentes fuentes de sucesos con mi compañero David Poveda quien era el periodista de la fuente cuando recibimos una llamada de alguien vinculado a Polimiranda que nos indicaba que en Los Lagos se encontraba un hombre tirado en una especie de barranco con una silla de ruedas y rápidamente nos trasladamos hasta allá”.

Era la primera vez que Tovar veía a una persona decapitada. “La intriga surgió de inmediato, ¿dónde estaba la cabeza del señor? En los interrogatorios se constaron que la víctima  vivía con su hijo de crianza, un hombre muy alto y que en la zona lo conocían como Lucho, al que describían como una persona muy extraña y que en muchas ocasiones se le vio maltratando al señor”.

“Rumores iban y venían y ya en la noche de aquel fatídico día se logró determinar que Lucho estaba involucrado en el hecho y que posiblemente deambulaba con la cabeza de su padre en un bolso”, puntualizó el actual jefe de Fotografía de Avance.

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