25/10/15.- No se puede hablar de Los Teques dejando a un lado su figura tutelar: El cacique Guaicaipuro. Ese indio de hierro que libró decenas de batallas para resistir al poderío del imperio español, heroísmo que elevó su nombre a los altares de nuestra historia nacional.
Fueron precisamente las empinadas montañas de la ciudad testigo del derramamiento de sangre de nuestros indígenas, y aunque su manto verdor ha ido dando paso en sus alrededores al rojo ladillo del urbanismo, Los Teques sigue bajo la protección del monumento natural más importante de la geografía altomirandina: La Cueva del Indio.
Nombrada Patrimonio Cultural Ecológico el 30 de diciembre de 2011, este tesoro aborigen, según cuenta la leyenda, fue utilizado como fortaleza o puesto de vigilancia y control de lucha de los indígenas contra los españoles, así lo expresó el ambientalista Félix Rangel, que se ha declarado férreo defensor de este paraíso.
“La Cueva del Indio es el monumento histórico más emblemático de Los Teques. Desde el Salto del Diablo, nuestros indígenas lanzaban a los españoles que les hicieron frente y que arrasaron con parte de sus familias y caían en el Hoyo del Infierno, que ahora se conoce como San José de la Concha”.
Ruta con alto potencial ecoturístico
Rangel guió al equipo de Avance por la ruta montañosa que está a los pies del empinado cerro que todavía preservan estas tierras de Guaicaipuro, desde donde se aprecia parte de las montañas de Paracotos, Carrizal, San Diego y San Antonio de los Altos, algunas más de los Valles del Tuy y si se va un poco más adentro se llega a divisar el cerro El Ávila.
El recorrido inició desde Los Morros de San Corniel, desde un poblado llamado San José de la Concha, en La Matica. Allí se puede apreciar El Valle del Infierno, un lugar que de acuerdo con Rangel fue refugio aborigen, desde donde las tribus se abastecían con las nacientes de aguas, así como de frutas y animales como lapas, picures, comadrejas, culebras, entre otros.
El camino de tierra llevó al equipo hasta tres árboles de mango, se dice que tienen más de 100 años. En ese punto la majestuosidad del paisaje parece llegar a su cúspide.
Precisamente para preservar los linderos de la cueva este próximo jueves está prevista una inspección en la que participarán varios ecologistas, entre ellos Félix Rangel, junto a una comisión del Ministerio de los Pueblos Indígenas, luego que estos expusieron a la titular del despacho Clara Vidal los riesgos del ecosistema. “La idea es delimitar los linderos y salvaguardarlos”.
Teque-teque: voz de origen indígena
Producto de una exhaustiva investigación hecha por el fallecido excronista de Guaicaipuro, doctor Ildefonso Leal, y recogida en El libro parroquial más antiguo de Los Teques 1777 – 1802 (1994), citó a su vez al antropólogo Adolfo Salazar Quijada, quien en su libro Onomatología Miranda (1993) señala:
Los Teques es el nombre de una parcialidad indígena caribe que denominó la región montañosa que se conoce hoy con el nombre de Los Altos, en el estado Miranda. Su jefe fue el indómito guerrero Guaicaipuro; indígena que acaudilló la resistencia de la penetración española a la región centro-norte de Venezuela.
La voz Teque, parece ser onomatopéyica (teque-teque). Puede tener su origen en una forma de comunicación de los aborígenes de la zona o bien provenir del sonido que emitían al caminar los collares y colgantes que usaban los indígenas como adorno personal.
En el texto del doctor Leal se ratifica que estas tierras tequeñas en sus orígenes fueron “de indios y encomenderos”, y para ello se apoya en el libro Una tierra llamada Guaicaipuro, de Lucas Castillo Lara, que fue el primer historiador que narró la evolución de esta ciudad.
Guaicaipuro: La leyenda, para conocer al guerrero
Para el también investigador Salvador “Chito” Aguilar, actual cronista del municipio, su más reciente obra Guaicaipuro: La leyenda desmonta en sus inéditas páginas las indagaciones hechas por Luis Brito García, Vladimir Acosta y José de Oviedo y Baños.
Aguilar refirió que le tomó más de 20 años la interpretación de los petroglifos de la plaza Guaicaipuro y que parte de su investigación sobre el cacique parte de la oralidad. A Oviedo y Baños contó que “lo tumbó” en la propia plaza. En esa oportunidad le dijo: “Cómo va a salir Guaicaipuro con una espada a decirle a los españoles: ‘Venid a mí para que vean cómo muere el último hombre libre”.
Uno de los textos que cita el cronista es un trabajo de Américo Briceño Valero, de la revista Educación y Cultura (nov-dic 1950) del Órgano de la Dirección y Cultura de Miranda, en la que se refieren a Guaicaipuro “como el primero y más grande de todos los caudillos que en toda la extensión del Continente Americano se opuso a la conquista de las tierras por parte de los europeos”.
Sobre la cueva, Aguilar recoge en su libro la respuesta que dio al ser consultado dónde vivía el cacique: “Deben haber vivido en chozas y cuevas. Ahí, vía Vuelta Larga existe una conocida como la Cueva del Indio que, por su ubicación estratégica, resultaba impenetrable; no obstante, servía para observar la lejanía y también para conservar el fuego, que era algo primordial para ellos”.
También transcribió su respuesta sobre el grito guerrero de los indios Caribes: “Anakarina rote, amucon papororo y toto nanto’, que quiere decir solo los caribes somos hombres, los demás esclavos”./AT/sa
Foto: Félix Laucho