“Muchos creen que pertenecía a una época pasada, pero en realidad, veía con claridad el futuro”. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, elogiaba con estas palabras a su predecesor de 45 años atrás, Jimmy Carter, en el solemne funeral de Estado celebrado la semana pasada en memoria del mandatario, también premio Nobel de la Paz.
Sus palabras, aunque estuvieran dedicadas a Carter, bien podían estar pensadas para él mismo: un líder que, como su antecesor, ha visto su única legislatura marcada por una crisis de rehenes y la inflación, pero a quien la posteridad puede acabar reivindicando como un presidente honesto que tomó decisiones de calado.
Así es como le gustaría que le recordaran, tras una carrera de 52 años de servicio público. “Espero que la historia diga que llegué con un plan para restablecer la economía y recuperar el liderazgo de Estados Unidos en el mundo”, admitía esos días en una entrevista televisada. “Y espero que apunte que lo hice con honestidad e integridad. Que dije lo que pensaba”, añadía.