Aún conserva el récord de ser el alcalde más jóven de todos los tiempos
Detrás de un gran líder existen claves que determinan su éxito. En el caso de Juan Fernández o “Juancito”, como suelen llamarlo de cariño, quien fuera concejal y luego alcalde de Los Salias, pero que ahora se desempeña como secretario general de Gobierno de Miranda, el secreto radica en lo sensible y noble de su alma, así como en el profesionalismo, carisma y sencillez que caracteriza su estilo de trabajo.
Sanantoñero de pura cepa, su etapa escolar transcurrió en el colegio Mater Dei. “En esa institución se hacían verbenas en pro de ayudar a las demás personas, el producto de ello era destinado a colaborar con obras sociales dentro y fuera del país. El ímpetu que le imprimíamos a dar lo mejor de nosotros en cada una de esas jornadas creó en mí un espíritu de ayuda social”.
Además de esas actividades, participó en jornadas de alfabetización en las comunidades más desasistidas, de tal manera que toda esta labor de voluntariado lo fue adentrando a trabajar siempre en aras de ayudar.
Romper los esquemas ha sido parte importante de la historia de Fernández, incluso desde el punto de vista de la edad, porque siempre su juventud apremió. En las labores de acción pública se inició como coordinador de un plan vacacional a los 17 años, un año más tarde fue profesor suplente de Ciencias de la Tierra en el Egui Arocha.
“Recuerdo que allí no existía un laboratorio para esa área y lo instauramos; fue una etapa muy bonita porque incluso tenía estudiantes del quinto año que eran mayores que yo”.
Como profesor trabajó dos años y medio, al tiempo que ingresó en la UCV para estudiar Odontología, allí durante unas pasantías en un ambulatorio de Los Salias, empezó a trabajar de lleno con un proyecto social.
“El lugar que me correspondió estaba carente de muchos insumos, acudí al Ministerio de Sanidad a reclamar una mejor dotación, atendieron mi petición y me entregaron una importante cantidad de materiales para reactivar el servicio”.
Posterior a eso, el alcalde del municipio le propuso que fuera su asistente para atender casos de carácter social. Aceptó con miras a hacer lo que más disfrutaba: ayudar a los demás.
Huellas imborrables
En ese ínterin cambió de carrera universitaria y se graduó como administrador, se dio cuenta de que la odontología no era lo suyo. En 1991 trabajando en Alcaldía, llegó la elección de concejales, en la que la propia comunidad postuló el nombre de Juan, gracias a esa forma de calar en el sentir de la gente. Con una gran cantidad de votos resultó electo.
Como concejal impulsó el Sistema Integral de Salud del municipio, eso le dio credenciales para luego ser Alcalde con tan solo 23 años; lo que a su vez le concedió un récord que aún se mantiene invicto. Ha sido el Alcalde más joven de la historia y lo seguirá siendo a menos que los preceptos constitucionales tengan un cambio respecto de los parámetros de edad.
“Allí estuve por tres períodos continuos, el contacto con mi gente de San Antonio ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Mi epicentro es la gente, sentir sus carencias me ha llenado de fuerzas para luchar y trabajar por ellos, yo siempre he dicho que nací para servir y no para ser servido”.
No podemos dejar de mencionar la cordialidad y sencillez con la que este fascinante mirandino atendió a este grupo reporteril durante la entrevista, en la que además demostró la empatía que tiene con todo el personal que le rodea.
Esto nos permitió conocer de cerca la calidad humana que posee y que él describe como un criterio imperante en su familia. “El respeto y amabilidad hacia los demás es importante porque cada uno de ellos tiene su valor”.
Milagros que marcan
Una anécdota aleccionadora, por la que nadie querría pasar, pero que afianzó su posición ante la vida, fue la situación que vivió hace ocho años con el nacimiento de quienes hoy son su razón de vivir: María Victoria y María Sofía.
“Tuve la fortuna de tener dos milagritos de Dios. Al nacer con 28 semanas, una de ellas pesó 840 gramos, y la otra 1 kilo con 40; producto de una mala praxis médica estuvieron en terapia intensiva por tres semanas, incluso me dijeron que una de ellas no saldría con vida”.
Esto significó para Juan y su esposa Luisa Fernanda, con quien hoy lleva 16 años de matrimonio, un duro golpe, pero aferrados a su fuerza espiritual obtuvieron la bendición de la salvación de ambas, quienes hoy día son unas niñas llenas de vida y amor.
“Por ellas lucho siempre, me motivan a ser fuerte y a dar el todo por el todo. Hoy todo lo hago en homenaje a mi Dios, por haberme dado la oportunidad de ser padre de esos maravillosos tesoros, en quienes simbolizo a los niños que puedo tenderles mi mano”./Maribel Sánchez/ac/Foto Gabriel Ordoñez