Karina siente que “hay un nivel de aceptación que nunca tuve y que ya no hay esa inquietud de estar perfecta o querer serlo”.
Su alma grita como un delfín en agonía justo cuando llega a los 50 años, o el medio cupón, como dicen.Karina sabe precisamente cómo duele comprender, cómo duele sonreír, en una etapa que pone a prueba sus emociones.
No en vano, tiene justo lo que rodea a un artista: éxito, drama, dolor, una separación y hasta un hijotransgénero. Los requisitos indispensables en una telenovela de Alberto Gómez. Y es que ella es como laGilda Barreto de la música; le ha pasado de todo.
Los 80 no hubiesen sido los mismos sin ella, sin sus lentejuelas, sin sus canciones, sin su autenticidad y sin esa melodía que sigue sonando en cada recuerdo, en cada despecho, en cada viejo disco de acetato que quién sabe cuántos seguidores guardan como el más preciado tesoro.
Karina cumple sus cinco décadas atrapada en un pequeño cuerpo que se hace gigante en cualquier escenario.
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