Todo está listo para que los zulianos y quienes visiten la región vivan hoy uno de los momentos más emotivos y llenos de fe, la bajada de la Virgen de Chinquinquirá, que tras el reencuentro con su pueblo iniciará el recorrido por las calles marabinas.
“A la Virgen no le gusta llegar hasta la plaza Bolívar” dice el pregonar de los ancianos, que por generaciones han presenciado uno de los grandes misterios que envuelven a la reliquia. El encuentro con el Cristo Negro en la Catedral de Maracaibo ha despertado la perspicacia saladillera que siempre ha creído que la Virgen de Chiquinquirá no le gusta pasearse por el llamado Casco Central.
Según el programa de las Fiestas Patronales 2016, luego de su bajada, la reliquia recorrerá la calle derecha, conocida como Ciencia hasta llegar a la sede la Alcaldía, donde recibirá un homenaje especial; cruzará en la esquina de la plaza Bolívar hasta la Catedral, para un encuentro con el Cristo Negro; luego retornará por la calle Venezuela paseándose por el frente del Palacio de Los Cóndores, la Casa de la Capitulación y el Teatro Baralt; hasta la avenida 12 (Padre Añez) y regresar al Templo de San Juan de Dios.
Curiosamente, desde la década de los noventa la Virgen no había cruzado la avenida 8 para visitar, lo que según el Libro de Gobierno de la Iglesia Santa Bárbara, dividía a la Maracaibo colonial de los pobres y desvalidos.
Eleuterio Cueva, párroco de la Basílica, relata que uno de los grandes misterios que envuelven la aparición es precisamente “el Poder Divino (peso) que adquiere el retablo cuando no gusta de pasearse por un lugar”.
En 1749 un riachuelo dividía “a los símbolos de poder y la riqueza de las zonas dispuestas para los esclavos y los indígenas”, asegura el presbítero, quién explica que una de las razones por la que la Virgen es considerada indígena es por su decisión de pertenecer a la tierra donde ellos vivían.
“Ella tomo una decisión al hacer su aparición de este lado (donde está el Monumento), pero eso no significa que renegara de aquellos, que también son sus hijos, simplemente consideró que era mejor acompañar a los pobres y por eso escogió el Templo de San Juan de Dios como su morada, que justamente estaba al lado de un pequeño hospital donde se atendían a los enfermos”.