La vocación mueve a María Amparo Rico
Una mujer llena de vida con un brillo característico, madre, extrovertida, responsable, única, excelente doctora capaz de entregarse de lleno y con mucha pasión por y para el bien de sus pacientes. Ella es María Amparo Rico, médico cirujano con más de 24 años de experiencia en esta profesión que nunca tiene descanso ni fin. Actualmente es directora de Pronto Socorro y coordinadora del CEMO.
Nació en Caracas en la parroquia La Candelaria, el 7 de octubre de 1964. su primer año de existencia lo vivió en El Paraíso, luego junto con su familia se residenció en San Antonio de los Altos desde 1967 hasta la actualidad.
“Mariana Carlota es mi hija que actualmente tiene 28 años, es Licenciada en administración y está radicada fuera del país. Mi mamá es una mujer del hogar, mi papá es profesor universitario y tengo dos hermanos, el mayor es odontólogo y el menor es licenciado en administración, los tres somos egresados de la Universidad Central de Venezuela”.
A pesar de que no era alumna de malas calificaciones, tenía una conducta muy peculiar que fue el detonante para ser expulsada del colegio donde estudió hasta 2do año, en San Antonio. Posteriormente fue inscrita en el colegio Las Acacias en Caracas, recinto donde culminó sus estudios de bachillerato.
Recordó que desde siempre, tuvo esa pasión por la medicina y que además fue una decisión única. “Cuando me pidieron las opciones para estudiar en la universidad coloqué en todas medicina y de último bioanálisis pero ésta la coloqué con la intención de que por si acaso no entraba de una forma, entraba de otra para luego cambiarme a lo que quería”.
“No fue que estuve influenciada por nadie ni por seguir generaciones, en mi familia el único médico fue mi abuelo el cual no conocí, el resto son odontólogos, administradores o arquitectos”.
Logró entrar a la Universidad Central de Venezuela donde recibió el título de médico cirujano en la Escuela Luis Razetti, en 1993. Rememora que al graduarse, realizó el artículo 8 en San Pedro de los Altos y Laguneta de la Montaña; de ahí arrancaron sus trabajos para el estado Miranda.
Su primer traslado fue para Caucagua en el cual duró dos años realizando penetración rural donde le tocó adentrarse a todos los lugares recónditos para prestar servicio, además de hacer actividades en el hospital de la zona.
Realizó su residencia asistencial en ginecología y obstetricia en el Hospital Victorino Santaella, trabajó en el hospital de Guatire-Guarenas, en fin, tuvo experiencia en todos los hospitales del estado.
“Siempre me va bien para donde vaya. Cuando te gusta tu trabajo y lo haces, no hay ningún problema que afecte”.
Pasión que lleva en sus venas
Aseguró que desde siempre quiso ser médico, sencillamente era algo que le apasionaba y lo llevaba en sus venas. “No puedo explicarte cuántos gatos pasaron por mis manos, ellos eran mis pacientes y de regalo de Niño Jesús, entre las muñecas también habían esas cositas como el estetoscopio y cuando iba al pediatra, me gustaba todo lo que hacía”.
Explicar qué le motivó a estudiar esta profesión es una pregunta que se le hace difícil de responder, puesto que ni ella misma tiene las palabras idóneas. “Qué me motivó, no tengo idea, simplemente me fascina, disfruto mucho ayudar a las personas, desde siempre fui así y creo que si muero y vuelvo a nacer, volvería a ser médico”.
Admitió que nunca se arrepentirá de haber tomado esta carrera que le ha dado todas las satisfacciones y continúa siendo feliz. Añadió que es una dicha cuando un paciente entra con un dolor y sale agradeciendo.
“Es verdad cuando dicen por ahí que soy una generala, pero es porque la gente debe tener respeto unos con otros. Todos somos importantes pero si alguien le toca un turno y llega una emergencia, es primordial atenderla. Soy la mujer más feliz coordinando y atendiendo situaciones extremas”.
Expresó que ha pasado por momentos difíciles, pero todo lo hace poniendo el corazón, conocimientos y lo que esté a su alcance para que las cosas funcionen, se mantengan operativas y que además la atención a los pacientes cada día sea mejor porque la gente se lo merece. “El día que pierda la esencia como médico, ese día cuelgo la bata y me pongo a vender ropa interior”.
La verdadera razón de ser médico
En el 2009, se unió a la Ruta de la Salud un programa que se encarga de llevar atención médica a aquellos sitios alejados donde no contaban con centros asistenciales. Algunos de los lugares visitados fueron Altagracia de la Montaña, Tacata, Jarillo, Variantes de Guayas, Palo Negro, Los Amarillos, entre muchos otros más.
Hacer este tipo de recorridos en lugares recónditos en el que le tocó hacer consultas casa por casa, debajo de árboles, al lado de ríos y hasta dentro de Paca que era el nombre de la camioneta en la que se trasladaban; fue donde pude comprender la verdadera razón y el propósito por el cual las personas se vuelven médicos.
Comentó que su compañero de trabajo Junior Abreu fue con quien más compartió en estos recorridos, debido a que se convirtió en su amigo y además del chofer de la camioneta era su enfermero, hasta el papel de guardaespaldas hizo.
“Era satisfactorio haber atendido a más de 50 pacientes por día, llegábamos reventados a nuestras casas, no valíamos ni medio, pero qué sabroso era ayudar a tantas personas. Te puedo decir que eso fue una de las más hermosas experiencias en mi vida”.
Desde el 2011 para acá los viajes se hicieron menos frecuentes y luego pasa a la dirección de Pronto Socorro. Explicó que es otro tipo de atención. Sin embargo, no cambia la Ruta de la Salud.
Guarda en su corazón los mejores recuerdos de esos viajes, de aquellas personas que ayudó y especialmente de las señoras Trina Tejera y Leticia Reina quienes abrieron las puertas de sus casas para impartir sus conocimientos. “Cuando me dijeron que ya no iba a ir más a cubrir las rutas, lloré. Tengo a mis mejores amigos por allá. Cuando Junior va, siempre me dice que la gente de Tácata y Altagracia me mandan saludos”.
Mencionó que sus mejores anécdotas son todos aquellos pacientes que ha visto y a los que ha podido ayudar a lo largo de su corta carrera. Entre los casos más difíciles que ha atendido se encuentra uno de una joven de 17 años en proceso de parto y el de un señor que fue picado por una serpiente en Caucagua./Rosangel Rebolledo/lb/Foto: William Sánchez/