Haroldo Astudillo lleva 30 años dedicado a las orquídeas
Amante de las plantas, carismático, entregado a su familia, amable, alegre, servidor; son solo algunas de las palabras que describen a Haroldo José Astudillo, un hombre que está a punto de cumplir 30 años de experiencia en el mundo de las orquídeas, arte que se ha convertido en parte fundamental de su existencia.
Entablar una conversación con él es enamorarse y comprender el verdadero significado de la naturaleza. Es una persona que transmite conocimientos por doquier, entregado por completo a su labor y merecedor del tótulo de orquideólogo.
Oriundo del Oriente del país, específicamente de la ciudad de Cumaná, estado Sucre, nació el 30 de diciembre de 1965 y proviene de una familia grande, la cual incluye nueve hermanos. “Soy el cuarto de ellos. Mi papá se llama Cruz Gutiérrez y mi mamá Francisca Astudillo”.
Sus primeros pasos en la educación fueron en el colegio Fe y Alegría, y con una sonrisa recuerda que estudió Enfermería. “Trabajaba en la Toyota de día y estudiaba de noche, pero en realidad nunca me gustó esa carrera y llegó un momento en el que tuve que dejarla por cuestiones de tiempo. En esa época quería trabajar para tener mis bienes”.
Llegó a nuestra ciudad a los 21 años, de casualidad, para visitar a una de sus hermanas. En la empresa donde se desempeñaba hicieron reducción de personal y vino con el propósito durar un mes; sin embargo, los planes tomaron otro rumbo.
Relata que se incorporó a este mundo gracias al señor Agustín Morales, quien le ofreció un trabajo de ayundante en su orquideario llamado Nitsuga, y le preguntó si sabía sembrar. Entre risas, recuerda que le respondió que en el colegio donde estudió sembró una mata de aguacate.
“Yo de esto no sabía nada y él fue quien me enseñó el proceso poco a poco, de ahí fue que me comenzó a gustar, y en abril cumplo 30 años exactamente en Los Teques y trabajando con orquídeas. A él le doy gracias, es mi maestro, mi tutor y prácticamente el abuelo de mis hijos” .
En asuntos del amor y con ojos brillantes que irradian mucho afecto por su esposa Carmen Brito, nos cuenta que se conocieron desde muy pequeños debido a que vivían en la misma zona, y ese amor creció al pasar de los años, hasta que se casaron y tuvieron dos hijos.
“Aquí entre nos, mi esposa y yo siempre quisimos tener una niña, tanto así que le hicimos la petición a la Virgen de Coromoto. Cuando quedó embarazada, si era hembra ya teníamos el nombre, se hubiera llamado Caro Coromoto en honor a la virgen, pero tuvimos solo varones: Harold José Astudillo, que ya tiene 26 años; y Gerald José, de 22”.
Agrega que cuando decidió residenciarse en Los Teques, el proceso fue un poco complicado debido a que en Cumaná tenía a su esposa, todo era bochinche y fiestas, pero descubrió que su verdadera vocación estaba en esta ciudad y dos años después se trajo a Carmen.
Un amor incomparable
La rama de la Biología no la estudió como tal, solo con la práctica, y lo que sabe de la teoría es gracias a personas del IVIC y otros entes que se acercaban a hacer estudios, tesis de grado, ensayos y se unía para aprender junto con ellos todo el proceso de la semilla y demás detalles.
“Poco a poco le fui agarrando el gusto a las orquídeas, vi que era un mundo totalmente diferente a todos los demás y empecé desde abajo sembrando semillas. Luego, me fui metiendo de lleno en el tema, hice varios cursos de floricultura y empecé a ver lo importante que era”.
Explica que el amor por este oficio comenzó a nacer cuando se dio cuenta de que la Cattleya mosia, llamada también Flor de Mayo, es nuestra flor nacional. Tener en sus manos el poder de verlas crecer, cuidarlas y mantenerlas en perfecto estado es para él un orgullo.
Con una expresión inigualable, encanto y conocimientos innatos de sus plantas, explica con delicadeza todos y cada uno de los pasos que se dan para tener a la vista una excelente flor, recalcando que esto se ha convertido en su vida entera.
“Cuando se hace en el laboratorio, crecen en tiempo récord que son siete años para poder ver una mata floreada, y en su hábitat natural sin cuidados está comprobado que dura de 9 a 12 años”.
Al consultarle cuánto tiempo se llevó para aprender esta labor, respondió que siguen pasando los años y continúa aprendiendo cosas nuevas. “Uno nunca para de aprender, y cuando llegó el internet se expandieron más los conocimientos, chateamos con orquideologos de otros países y seguimos en ascenso”.
A pesar de que sus hijos crecieron en este ámbito, no quisieron involucrarse; sin embargo, Harold es quien siempre va al laboratorio y lo ayuda en las exposiciones.
Otra pasión
Trabaja en equipo y han recibido infinidades de premios en diferentes exposiciones alrededor del país. En especial recuerda que hace años le regalaron una planta en miniatura de la Gran Sabana, la crió y en 2005 compitió y recibió tres premios, llevándose la mejor especie en miniatura.
Paralelamente, admite que le gusta cualquier tipo de música, puesto que fue criado en un ambiente muy alegre, lleno de mucho color y música por doquier, pero la salsa es un pasión que siempre ha llevado en sus venas, gracias a que sus hermanos siempre fueron amantes de ella.
“Héctor Lavoe, Willie Colón, todos esos salseros a los que llaman de la salsa macha, prácticamente me críe en ese ambiente, en toda fiesta adonde uno iba nos decían: ‘¡Llegaron los muchachos de la salsa!’, y hasta ahora a toda parte donde voy llevo mis audífonos”.
Apunta que su esposa es amante de este genero musical y sus hijos también sacaron ese gusto y crecieron en un ambiente similar.
Recuerda una anécdota con mucha alegría. “Tengo una canción que hasta ahora es la más emblemática, se llama “Nació varón”, de Cuco Baloi, un grupo dominicano y yo se la dediqué a Harold cuando mi esposa dio a luz, esa canción la llevo en mi teléfono y en todas partes”.
Para finalizar, espera que en todos los colegios se impartan conocimientos de las orquídeas para que los niños desde pequeños aprendan a querer y a valorar lo nuestro y que todo venezolano sepa el valor de esta flor y tengan al menos una en sus casas./Rosangel Rebolledo/ac/Foto: William Sánchez/