Las tarjetas de créditos o dinero plástico es un beneficio que otorgan los bancos a sus tarjetahabientes para disfrutar de un dinero que pueden pagar amortizando capital (cuotas mensuales sobre un porcentaje que cobre la entidad bancaria) con la ventaja de que si se cumple con las fechas que indica el banco, el cliente tiene la ventaja de aumentar su límite a montos más altos.
Cada entidad pública o privada establece un límite según el ingreso que posea cada cliente, en el caso de Mercantil, Banesco y Provincial los montos varían, desde una tarjeta Visa o MasterCard que van desde los Bs 3.000 hasta los Bs. 400.000 y el porcentaje de interés va desde un 15%, 25% o 30% mensual.
En el pasado, el acceso que brindaba a los poseedores del producto bancario permitía invertir en la inicial para la compra de un carro, financiar un viaje o la obtención de productos de línea blanca, pero la devaluación de la moneda y la inflación trajo consigo que ahora los usuarios tengan como prioridad la compra de alimentos y medicinas, dejando atrás los lujos para los cuales eran estas tarjetas.
José Molina, aseguró que poseer este producto no corresponde a un equilibrio financiero “tener la tarjeta es un arma de doble filo, tanto para el banco como para los clientes, te ayuda a costear los gastos más simples como ropa o comida solamente, luego te cobra con intereses y uno termina comprando la comida más cara de lo que realmente está pero a largo plazo”.
Anmarie Carmona aseguró que la herramienta es una ayuda, pero no guarda relación con los beneficios que brindaba en años anteriores, “tener la tarjeta de crédito te permitía costear una remodelación, un viaje al interior o al exterior del país, podías darte el lujo de pagar la inicial para un juego de muebles, de una nevera incluso hasta de un carro”.
Hoy en día este plástico no alcanzan para pagar ese tipo de aparatos, viajes, un caucho o una batería de carro, incluso luego de la última reconversión monetaria a muchos fueron eliminadas al no aumentar sus montos./IM/rp