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“Mi destino era ser maestra”

Flor

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Avance rinde un sentido y merecido homenaje a la profesora Flor de Espidel

El Diario Avance quiso rendirle un homenaje a la profesora Flor de Espidel, quien fuera un baluarte de la educación de nuestro estado Miranda, formadora de generaciones a través de su Institución Juan XXIII, recordando una entrevista que le realizó Maribel Sánchez, quien estaba al frente de la exitosa sección Gente Valiosa y que se publicó el 26 de julio del año 2016.

En esa ocasión la destacada docente relató pasajes de su vida y dejó plasmada toda su calidad humana. Este miércoles lamentablemente falleció a la edad de 90 años en la ciudad de Los Teques, dejando un legado que perdurará en el tiempo, con sus enseñanzas.

“Lo valioso de uno mismo está en las obras que ha realizado”, esta fue la expresión utilizada por la profesora Flor María Masmud de Espidel, quien en su haber sumaba más 70 años dedicada a la educación, 52 de ellos dirigiendo la Unidad Educativa Juan XXIII.

Nacida en La Victoria, llegó a tierras tequeñas en dos oportunidades. Está radicada en esta zona desde hace aproximadamente 60 años. Estableció una próspera familia en la que procreó 4 hijos, 3 nietos y 2 bisnietos, que aseguró son la luz de sus ojos.

Nos contó que su padre era comerciante árabe y su madre alemana de la Colonia Tovar, dedicada al hogar. “Mi papá era un hombre de avanzada, aun cuando era musulmán nos hizo cristianos, pensaba que si viviríamos en un país católico no teníamos porqué ser musulmanes”.

Refirió que sus padres la criaron en una familia donde los valores y principios fueron siempre los primeros pilares. Recuerda que su papá era bondadoso y humanitario, sembró en sus descendientes el amor al prójimo, de una manera tan natural que su legado sigue vigente en las nuevas generaciones.

Entre sonrisas y gratos suspiros, explicó que antes la preparación de los estudiantes era muy completa, los jóvenes salían bien capacitados, para ese entonces un bachiller podía llegar a ser uno de los más extraordinarios maestros; en su caso se inició como docente a los 16 años, edad en la que comenzó a ejercer tras culminar su desarrollo en lo que llamaban Escuela Normalista.

“Me inicié como maestra porque para la época no había otra alternativa para una mujer, de hecho, yo quería ser médico, lamentablemente no se pudo por esa restricción que existía; sin embargo, era mi destino ser maestra y he sido muy feliz ejerciéndolo”.

Su destino, nuestra ciudad

Llegó a Los Teques por vez primera para completar sus estudios en la escuela Eulalia Buroz, pero no pudo culminar a raíz de que en ese entonces estalló un brote de bilharzia y amibiasis, la cual adquirió y tras verse grave a consecuencia de ello debió regresar a La Victoria.

Más adelante regresó a la ciudad del clima ideal, tras haberse casado con Evelio Espidel. Aquí comenzó en el Sepinami, donde se mantuvo por un año, tiempo después se graduó en el Pedagógico de Caracas.

Cuando en el Pedro María Ochoa Morales surgió el proyecto de implementar la educación media, la profesora Espidel fungió como una de las fundadoras, estuvo trabajando para la Guardia Nacional impartiendo clases alrededor de 15 o 20 años, posteriormente pasó a ser asesora pedagógica donde sumó 40 años de servicio, hasta que salió jubilada.

Sin embargo, no todo termina allí porque estando en el PMOM le llegó la oportunidad de ingresar al Juan XXIII, donde quedó cautivada por la filosofía del instituto que partía de formar individuos más allá de lo académico.

Trayectoria impecable

“Esta bella institución, de la cual estoy muy orgullosa llegó a mí por accidente, Dios dispuso que así fuera. Cuando García Bucarrido, fundador del instituto enfermó le asistí en distintas labores, una vez que se recupera de sus males decide vender, pero no quería que cualquiera lo adquiriera, sino que fuera yo quien lo asumiera”.

Explicó que para ese entonces no disponía de los recursos económicos para enfrentar ese reto y fue la señora Juana, a quien ella visitaba junto a su esposo con miras de brindarle cariño y compañía eventualmente; quien en compensación por su entrega y amor desinteresado quiso hacerle ese regalo a Espidel, fue así como ese colegio fue a parar a sus manos.

“Yo puse mis condiciones para comprarlo, el Juan XXIII estaba desacreditado totalmente, exigí que entraría con un nuevo alumnado que yo reclutaría; inicié con 45 estudiantes y gracias a Dios tras 46 años allí tenemos más de 600 alumnos”.

Llena de orgullo contó que ha visto salir de su plantel grandes profesionales. “No he tenido necesidad de alardear de las bondades del colegio, los mismos estudiantes se han encargado de hacer gala de la forma en que han sido preparados”.

Al servicio de la juventud

Serle útil a los jóvenes, es la premisa de esta maravillosa dama. “Mi objetivo es hacerlos dignos de ser llamados buenos ciudadanos, para llegar lejos hay que tener un estatus moral abnegado y si no lo tienen, pasan a ser uno más del montón”.

Considera que hoy día la familia está muy dispersa y que la evolución que ha tenido la sociedad en los últimos años ha Considera que hoy día la familia está muy dispersa y que la evolución que ha tenido la sociedad en los últimos años ha influido en ello. “Se ha descuidado el verdadero hogar para dar crédito al aspecto material. La educación tiene que ser una prioridad, los padres tienen que monitorear el desempeño de sus hijos para que éstos puedan sentir ese interés”.

A su juicio, en el Juan XXIII son una gran familia. “Allí estamos a servicio del interés social, donde tiene cabida tanto el hijo del general como el del policía; todos tienen derecho a recibir educación de calidad en una buena institución, procuro mantener becas para que todos tengan oportunidad”.

Explicó que para ella la más noble de las tareas es la del docente, “no hay profesional que no haya tenido como base un buen maestro que lo inspirara. Si me tocara volver a vivir esta vida, yo la viviría de nuevo con el mayor de los gustos”.

Forjadora en dos idiomas

Tuvo la oportunidad de hacerse de una beca, concedida por el Departamento de Estado Norteamericano, cuando estudiaba en el Pedagógico. Quedó seleccionada entre los 10 que irían a la Universidad de Indiana, para hacer del inglés su segundo idioma.

Para 1971 tuvo la idea de hacer un texto que ha marcado pauta en diferentes generaciones estudiantiles. Se trata del libro de inglés Mota & Espidel, que salió inicialmente en multígrafo hasta que una empresa editorial se interesó seriamente en ese proyecto y le dio curso; tuvo vigencia por 35 años a nivel nacional, sirviendo de excelente guía para que niños y jóvenes aprendieran el idioma universal.

“Todo comenzó cuando le propuse a la profesora María Lourdes de Mota, hacer un libro de inglés y le pareció bien. Lo montamos y jamás nos imaginamos que crecería tanto, pasó a ser un ícono en esa materia para los estudiantes y eso nos llena de enormes satisfacciones”.

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